Este es un año muy importante para Omega porque celebra el nacimiento de su Santísima Trinidad: en 1957 la manufactura lanzó los Railmaster, Seamaster y Speedmaster, iconos desde entonces. Ahora lanza la Omega 1957 Trilogy Edition para conmemorar la efeméride. Vamos a ver qué ofrece y a qué precios.
Seguramente no era aún consciente, pero para Omega 1957, como cantaba Frank Sinatra, «It was a very good year» (vale, eso sonó 8 años después, pero aún así). Es verdad que en 1957 el mundo parecía abocado a una guerra nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética (E.E.U.U. detonó nada menos que 25 bombas nucleares en Nevada). No es menos cierto que ese fue el año en que nació Osama Bin Laden. PERO. Ese año hubo un pequeño concierto en la parroquia de San Pedro de Woolton, en Liverpool. Y allí coincidieron dos chavales, uno llamado Paul y el otro apellidado Lennon. Y también se puso en órbita el primer Sputnik, dando comienzo a la carrera espacial que tan importante sería para Omega y su Speedmaster. ¡Fue un buen año!
Con los tres modelos Omega abarcaba un amplísimo sector del mercado que además le daba una reputación aún mayor como fabricante de instrumentos muy precisos y a la última en tecnología. Y si el Seamaster y el Railmaster son adorados por los seguidores de la marca y apreciados por cualquiera que le guste un buen reloj, el haber sido el reloj que llegó a la Luna convirtió al Speedmaster en un reloj eterno.
Éste de aquí abajo es el folleto que Omega editó con los tres modelos juntos como herramienta de marketing y ventas de cara al público y para uso de los vendedores. La verdad es que basta sacar a la luz el folleto para apabullar al comprador con el poderío de la marca (y el arrebatador diseño de los relojes). Al cliente no le quedaba más remedio que comprar alguno. Y tan feliz además.
No es de extrañar por tanto que la reina de Biel haya querido lanzar la Omega 1957 Trilogy Edition. Vamos a ver el origen de los relojes y sus herederos.
OMEGA SEAMASTER 300 CK 2913
En realidad el nombre Seamaster ya existía desde 1948. Su origen se remonta a los relojes suminstrados a la Fuerza Aérea Británica durante la Segunda Guerra Mundial. Lógicamente la RAF quería relojes de calidades excepcionales: fiabilidad, hermeticidad superior (verificada mediante una inmersión durante 72 horas y bajo diferentes presiones y temperaturas), alta precisión, partes intercambiables y gran robustez. No consta ni una sola reclamación sobre los más de 26.000 Seamaster suministrados.
Pero en 1957 Omega lanza un reloj específicamente pensado para el submarinismo: el Seamaster 300. En realidad el reloj era resistente hasta los 200 metros, pero se llamó tal como lo conocemos (y no Seamaster 200) porque su desempeño iba mucho más de las capacidades de los tests de resistencia del momento: estaban limitados a 20kg/cm2. La hermeticidad se lograba, fundamentalmente, gracias a la resistencia del cristal y la corona. Por cierto que esa resistencia también era vertical: aguantaba una altitud de 32 km.
Calibre automático 28 SC-501, esfera negra mate, marcadores horarios triangulares luminosos y manecillas de flecha luminosas gracias al radio utilizado. La caja era de acero Staybrite con las asas pulidas (como el Speedmaster) y corona «Naïad». Al contrario que las coronas roscadas, las Naïad conseguían la hermeticidad por presión. Funcionaban perfectamente, pero al final Omega cambió a coronas roscadas porque la percepción del mercado era que las roscadas eran mejores, y por el riesgo de entrada de agua si no se cambiaban las juntas internas a su debido tiempo.
El reloj añadía un bisel giratorio con un punto luminiscente, un cristal de triple grueso fijado desde dentro y reforzado por el bisel gracias a una junta intermedia. En la trasera podía verse el medallón con el caballito de mar y el texto Certified High Pressure Water-proof Seamaster.
OMEGA RAILMASTER CK 2914
En realidad con el Railmaster Omega pensaba no sólo en el mundo ferroviario. Este reloj de doble caja y antimagnético apuntaba a científicos, técnicos, electricistas y todo aquel que trabajara cerca de fuertes corrientes eléctricas. Omega llevaba haciendo relojes para el ferrocarril desde 1895, pero el Railmaster era el primer reloj de pulsera de la casa que se ajustaba a las especificaciones del mundo ferroviario. Si quieres saber más sobre las severas regulaciones para los relojes de ferrocarril, hablé de ellas en el vídeo sobre el Railroad de Longines.
Desde la II Guerra Mundial la RAF británica estaba demandando relojes con una mayor protección magnética para salvaguardarlos de los motores radiales de los Spitfire. Por ese motivo Omega estaba experimentando desde finales de los años 40 con una serie de nuevos movimientos antimagnéticos que utilizaron nuevas aleaciones y jaula de Faraday. Estos modelos integraban, además de la jaula de Faraday y una tapa trasera de hierro dulce, una esfera de material mu-metálico de 1 mm de grosor (lo normal eran 0,4 mm). Esta combinación desviaba de manera efectiva las ondas y fuerzas magnéticas alrededor del movimiento, lo que permitió a OMEGA suministrar en 1953 su versión de reloj antimagnético (hasta 1.000 Gauss) para los pilotos británicos. Tras su paso por la Canadian Railways durante un año para perfeccionarlo, en 1957 el Railmaster vio la luz pública como primer reloj antimagnético de pulsera de la casa, respondiendo de paso al lanzamiento del Rolex Milgauss (1954) y el IWC Ingenieur (1955)
Adorado por los seguidores de la marca, sin embargo el Railmaster no tuvo una vida comercial tan larga, probablemente porque para el público en general carecía del poder de atracción de un reloj de buceo o un cronógrafo. El Railmaster se dejó de fabricar en 1963, convirtiéndolo de paso en uno de los relojes más buscados. Tuvo una reedición en 2003 (Railmaster Co-Axial Chronometer), pero en 2012 se dejó de hacer. Hasta ahora.
OMEGA SPEEDMASTER CK 2915
Aunque su imagen estará por siempre ligada a la Luna, en realidad el Speedmaster nació como cronógrafo pensado para el mundo de las carreras y del automóvil en general. Omega quería que el Speedmaster resaltara por encima de cualquier otro cronógrafo, y que tuviera una notoria presencia como reloj-instrumento. La estética de la esfera se inspiró en los paneles de instrumentos de los coches italianos de la época, en los que había un contraste entre blanco y negro para mejorar la legibilidad.
Pero sin duda lo que más contribuyó a singularizar su imagen fue la idea -única en ese entonces- de sacar el taquímetro de la esfera para colocarlo en el bisel, al mismo nivel que la trotadora del cronógrafo. Después, en 1962, el Omega Speedmaster entraría en las instalaciones de la NASA, pero eso es una historia que merece un artículo aparte.
ESTUDIO TOMOGRÁFICO
El perfeccionismo de Omega es parte de su genética. Porque está en el mundo de la precisión y porque -creo yo- el ser el cronometrador de los Juegos Olímpicos la ha imbuido del espíritu competitivo del altius, citius, fortius (más alto, más largo, más fuerte). Por eso, cuando puso en marcha la Omega 1957 Trilogy Edition y decidió crear relojes homenaje a los originales, lo primero que hizo fue revisar los modelos fundacionales.
Y lo hizo con tomografías en 360 grados, de manera que pudo obtener una visión clínica (y en cualquier posición) de cada uno de los componentes de los relojes. A partir de estas tomas de rayos X inició la construcción de los modelos. Éste es el vídeo que he hecho con las tomografías:
Omega 1957 Trilogy Edition
El resultado de esta reinterpretación es, como era de esperar, excelente. Los relojes rescatan a la perfección los modelos originales, que eran estéticamente muy parecidos. Las esferas son «tropicales», nombre que se les da a las esferas antiguas que iban perdiendo el negro original y adquiriendo tonos marrones. Los índices han sido perfilados con láser y después rellenos con SuperLuminova, lo que le da un cierto grado de profundidad a la esfera. La SuperLuminova es beis (no iban a usar el radio original, claro). Los brazaletes en acero noble se han hecho más sólidos y estéticos y presentan en el cierre un logotipo OMEGA de estilo retro.
También es común para los tres relojes de la Omega 1957 Trilogy Edition el llevar grabado en el centro del cristal el logotipo de Omega. Tanto el Seamaster como el Railmaster han subido de categoría y ahora el cristal es de zafiro. Las asas son las mismas y los brazaletes tienen la sección intermedia satinada, no pulida. Esto encaja perfectamente con el espíritu de los modelos de 1957, que fueron concebidos -no lo olvidemos- como instrumentos.
OMEGA 1957 TRILOGY EDITION: SEAMASTER
Cuando Omega lanzó en 2014 una reedición del Seamaster 300 (esta) se le criticó que no fuera fiel al original. Parece que Omega quiso abrir boca con esa introducción de la versión retro para perfeccionarla en su aniversario. El Seamaster 300 original integraba un bisel con cuenta atrás en vez de cuenta adelante. Es decir, contaba el tiempo que quedaba y no transcurrido. Este error fue corregido poco después, pero en esta edición se ha añadido. Un buen detalle sin duda. Y además es un bisel de aluminio, no de Liquidmetal. Y, por supuesto, el reloj es hermético hasta los 300 metros.
Si pegamos el oído al cristal podremos oír el calibre 8806, que tiene la calificación de Master Chronometer. Si en 1957 Omega quiso ofrecer la máxima calidad técnica, es normal que en esta edición ofrezca también lo mejor que tiene. Por último, el brazalete es extensible para poder ponerlo por encima del traje de buzo. Su precio es de 6.600 euros.
OMEGA 1957 TRILOGY EDITION: RAILMASTER
Aunque Omega ha aprovechado la feria de Baselworld 2017 para reintroducir el -largamente esperado- Railmaster con su propio diseño, la Omega 1957 Trilogy Edition también incluye la reinterpretación del modelo original. Omega ha mantenido el diámetro inicial de 38 mm y la hermeticidad hasta sólo 60 metros, que es la que tenía originalmente el modelo.
Este Railmaster también integra el calibre Master Chronometer 8806 -como el Seamaster-, que late a 25.600 alternancias/hora durante las 55 horas que funciona sin necesitar cargar el barrilete. Por si alguien todavía no sabe los avances que integran los calibres Master-Chronometer (reflejados en la certificación METAS), lo puede leer aquí. Su precio es de 6.400 euros.
OMEGA 1957 TRILOGY EDITION: SPEEDMASTER
Sin duda la estrella de la Omega 1957 Trilogy Edition, como el Speedmaster es la estrella de Omega. También aquí se ha respetado el tamaño original de 38,5 mm, pero se ha ido más allá y también se ha mantenido el cristal de Hesalite (que tantos disgustos nos da a los que tenemos uno por su facilidad para rallarse).
El Speedmaster integra el calibre 1861. Al contrario que el original de Lemania, con rueda de pilares, el 1861 está accionado por levas. La caja no tiene el ensanchamiento a la derecha que normalmente vemos en el Speedmaster (por ejemplo aquí), porque esa modificación de la caja para proteger la corona y los pulsadores llegó en 1963. También se ha recuperado el tipo de letra utilizado en el bisel de 1957. Su precio es de 6.600 euros.
SOLOS O ACOMPAÑADOS
Los relojes se pueden comprar por separado o en conjunto. Los relojes individuales están limitados a 3557 unidades y se entregan en un estuche rojo revestido de pana, con dos pulseras de repuesto: de piel y NATO, además de una herramienta para cambiarlas. Peeero, si quieres tener los tres (¡y quién no quiere tener los tres!) Omega ha lanzado 557 estuches hecho con madera de un árbol plantado en 1858 (el año en que Omega se trasladó a Biena -o Biel o Bienne-). Dentro están los tres relojes, que se distinguen de las ediciones individuales en que debajo de la marca y el nombre del modelo llevan escrito «Trilogy» y el número de unidad.
El estuche incluye una funda en piel, con tres pulseras de repuesto en piel, tres NATO y la herramienta para cambiarlas. Su precio ronda los 20.100 euros. ¡Madre mía quién los tuviera! Más información en Omega.es.