Éste es el año Da Vinci para IWC, y así lo dejó claro en el SIHH 2017. La manufactura ha hecho especial hincapié en los relojes para mujer y ha lanzado los Da Vinci Automatic y los Moon Phase de 36 mm de diámetro, una medida muy polivalente para las muñecas femeninas.
Según se ha ido desarrollando su historia IWC ha sido una casa que siempre se ha decantado por modelos masculinos, fundamentalemente porque sus movimientos provenían de los relojes de bolsillo -mucho más grandes que los de muñeca-. De hecho todos los calibres propios actuales son también muy grandes. Por ejemplo el de este Portugieser o el que da vida al Portofino Monopusher.
Hasta ahora los relojes de mujer estaban a cargo de la colección Portofino (como éste), pero la configuración de la colección -por los numerales romanos y las manecillas- los hace mucho más formales en su aspecto. Como IWC tenía las manos libres para empezar de cero con los Da Vinci, ha decidido, con buen criterio, crear una nueva caja un milímetro más pequeña. Por eso ambos Da Vinci Automatic y los Moon Phase llevan el número como apellido. Es una medida que le da mucha versatilidad (salvo en el caso de que la mujer apueste por un reloj de hombre -y por cierto cada vez hay más-), y que por ahora se ofrece en acero u oro rojo, con o sin diamantes en el bisel.
La caja de los nuevos Da Vinci Automatic conserva la redonda esencia de la colección original. Pero las asas se han estilizado y se han hecho basculantes, de manera que el reloj se adapta perfectamente a la muñeca. Ha mantenido la misma corona relativamente grande, algo que van a agradecer unos dedos con la uñas pintadas porque no se dañarán tratando de manipularla.
Las esferas son todas plateadas salvo la versión en azul, aunque imagino que no tardarán en aparecer más colores. Son sin duda el punto fuerte de estos relojes porque están muy bien pensadas. En la parte central se ha creado un círculo de guilloché en bajorrelieve que da profundidad al conjunto. Los numerales son aplicados y, al tener una cierta altura, proyectan una casi imperceptible sombra sobre la esfera que aumenta esa profundidad.
En el Da Vinci Automatic la fecha ocupa una discreta posición a las 6 horas, mientras que la esfera de fases lunares está ubicada a las 12. Es una ubicación ya vista en los Portofino y que queda muy bien. El lugar habitual son las 6 horas, pero siendo el elemento preeminente del reloj IWC lo ha colocado a las 12, que es el punto de referencia en cualquier reloj. La ventana está muy bien resuelta, con ese guilloché circular en la parte inferior y un cielo de azul profundo con unos cuerpos celestes plateados o dorados según sea la configuración de la esfera.
Los relojes se mueven gracias a los calibres 35111 (tres agujas) o 35800 (fase lunar). Son las variaciones del Sellita SW300 que IWC encarga según sus especificaciones. Se mueven a 4 hercios (28.800 alternancias/hora) y tienen una discreta reserva de marcha de 38 horas. Eso sí, son automáticos. La fase lunar se ajusta mediante un pulsador a las 2 horas.
El movimiento está tapado por una trasera sobre la que se ha usado el motivo de la «Flor de la vida», un elemento decorativo de origen griego que fue muy repetido durante el Renacimiento porque responde en realidad a una configuración geométrica. Esta Flor de la Vida se ha convertido en el eje sobre el que pivota la imagen comercial de los Da Vinci Automatic 36.
A falta de comprobar la reacción de las clientas, a mí los relojes me parecen muy acertados. Tienen un porte que combina muy bien uso diario con otro más de gala, con unas esferas limpias y atractivas. Siendo como son relojes de mujer, IWC ofrece una gama de correas de piel de distintos colores que se pueden intercambiar fácilmente. Y además están hechas por la peletería Santoni, que tiene unos productos de una calidad intachable. También hay disponible un brazalete de eslabones de acero.
Con tanta oferta los precios de los Da Vinci Automatic también varían, lógicamente. La versión de tres agujas en acero tiene un precio de 5.750 euros y con brazalete 6.600 euros, mientras que la versión con fase lunar cuesta 9.000 euros. Si le añadimos diamantes en el bisel el precio es de 14.900 euros. Todos los relojes están disponibles ya en la boutique de la marca en Madrid. Más información en IWC.es.