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En la muñeca: Chopard L.U.C Perpetual Chrono

Chopard es, sin duda, una de las grandes manufacturas de hoy en día. Y si hace falta alguna prueba más aquí está este Chopard L.U.C Perpetual Chrono, una muestra de altísima relojería con una personalidad única.

Es verdad que Chopard no es de las primeras marcas en las que pensamos cuando hablamos de alta relojería, por varios motivos. En primer lugar, es una empresa muy nueva. Esto significa que todo lo que ha hecho desde 1996 es aún más meritorio, pero a la vez implica una falta de conocimiento profundo y duradero por parte del aficionado. En los niveles de precio en los que se mueven los relojes de alta gama el aficionado tiende a mirar a marcas más consolidadas.

Chopard L.U.C Perpetual Chrono en oro blanco fairmined, de 2016

Esto va unido al segundo motivo: la carencia de inversión publicitaria e informativa de la marca es un ejemplo de cómo marcas con muchos productos a menudo desequilibran sus presupuestos de marketing en favor de unos y en detrimento de otros. Se hace mucho hincapié en los relojes de mujer (estos, por ejemplo) o en los cronógrafos conmemorativos de diversas carreras. Estos Grand Prix de Monaco son un ejemplo, como lo son los múltiples Mille Miglia (aquí presentamos los de 2017). Son grandes relojes que sin embargo no dan la medida de la empresa, porque publicitariamente remarcan los aspectos más de papel couché (una carrera de coches antiguos para gente con dinero) y, si hablamos de técnica, en la mayoría de los casos presenta movimientos genéricos con precios altos.

Nada en contra de ello, pero hace que Chopard se tenga que enfrentar a monstruos como por ejemplo TAG Heuer o, más difícil todavía, Omega, cuando Chopard quiere situarse por encima de ellos en calidad y acabados (y los relojes de aquí arriba no siempre lo logran, sobre todo comparandos con Omega).

Versión de 2016 del Chopard L.U.C Perpetual Chrono en oro rosa fairmined

Y sin embargo, como he dicho al principio y como vengo exponiendo desde que se creó Horas y Minutos, Chopard es una manufactura que puede hablar de tú a tú con cualquier otra casa suiza que le quiera dar palique porque domina todos los retos relojeros. Tiene, por poner algún ejemplo, el mejor regulador de los últimos años (éste). El año pasado presentó una magnífica colección de relojes con Horas Mundiales (aquí con fotos en vivo y precios). Por último, este año ha presentado el Chopard L.U.C Full Strike, un fabuloso repetidor de minutos que es un portento de sonido y técnica que pudimos ver y escuchar en este artículo.

Un calendario perpetuo con cronógrafo no es cualquier bagatela. De hecho no es cualquier perpetuo, y desde luego no es cualquier cronógrafo. Cuando nombramos las dos complicaciones juntas se nos viene a la cabeza el Datograph Perpetual  de A. Lange & Söhne, el Vacheron Constantin Traditionelle Chronograph Perpetual y, por supuesto, unos cuantos Patek PhilippeDe ese nivel estamos hablando, nada menos. Así que el Chopard L.U.C Perpetual Chrono es una clara afirmación, otra más, de la maestría de Chopard.

La caja está hecha en platino y tiene nada menos que 45 mm de diámetro y 15 mm de altura. Como el platino, además de escaso, es un metal pesado, el Chopard L.U.C Perpetual Chrono es toda una declaración en la muñeca de su afortunado poseedor, que va a tener que acostumbrase a su peso. El platino tiene además un brillo dulce, mucho más que el oro blanco y desde luego que el acero (con el que se puede confundir a primera vista, es verdad). Además es un brillo que siempre permanece igual, algo exigible en un reloj de este nivel.

Los relojes L.U.C llevan siempre unas coronas de tamaño sustancial y la de este reloj, de oro blanco y no platino, también lo es. A su lado los pulsadores del cronógrafo resultan discretos. De hecho es que los son por sí mismos, para no añadir tamaño a una ya de por sí notoria caja.  Pero, con independencia del tamaño o el metal escogido, donde todo ocurre es en la esfera. En esta versión el Chopard L.U.C Perpetual Chrono se ha vestido de un azul marino muy elegante, con un guilloché  en rayos de sol. El origen de dichos rayos no está, como cabría esperar, en el centro de la esfera. Ni siquiera en el nombre de la casa, bajo las doce. El epicentro se esconde tras la gran -y doble- ventana de fecha.

La amplia superficie de la esfera permite alojar mucha información de gran tamaño sin sensación de agobio. Salvo la fecha, el resto de la información se ha dispuesto en dos semicírculos entre las 2 y las 3 y las 9 y las 10, con sendos círculos más pequeños en intersección.  Así, el primer grupo a la derecha presenta los meses en grande y el grupo de cuatro años en pequeño (la L significa «leap year» que es como se dice año bisiesto en inglés).

Los dos círculos a poniente marcan el día de la semana y la indicación día/noche. Los amplios biseles de los círculos están dedicados a los registros del cronógrafo flyback: 30 minutos a la derecha y 12 horas a la izquierda. Los señalan unas agujas con la punta roja (como la trotadora central) para distinguirlas de las de calendario. Y sobrevolándolo todo las tradicionales manecillas Dauphine-fusee (delfín-cohete), marca de la casa. Están facetadas para que se lean mejor e impregnadas con Super-LumiNova.

El recoger toda la información de esta manera no sólo le da al Chopard L.U.C Perpetual Chrono una personalidad propia muy acusada; también deja espacio para una subesfera de fase lunar de gran tamaño, y muy bien resuelta: un firmamento estrellado -con constelaciones auténticas al parecer- que se va desplazando al par que la edad de la luna, que a su vez está representada por una apertura que se va oscureciendo o aclarando según pasan los días. Muy ingenioso y muy elegante. Y sobre todo distinto.

Si damos la vuelta al reloj el cristal de zafiro nos permite seguir consumiendo más néctar relojero, porque lo que vemos es una maravilla. Los L.U.C son los calibres altos de gama de Chopard (ya hablé sobre ellos en la crónica sobre mi visita a la manufactura Chopard), y siempre reciben el mejor tratamiento. En este caso también, por supuesto.

El calibre L.U.C 03.10-L, de 455 piezas, está ejecutado de manera intachable. Parece un calibre manual tradicional, pero es en realidad moderno; de ahí la forma de puentes y levas. Está basado en el 03.07-L, un cronógrafo flyback con rueda de pilares y embrague vertical para garantizar un arranque instantáneo y sin saltos de la trotadora. Se mueve a 4 hercios y presume de 60 horas de reserva de marcha. Tiene certificación COSC y una decoración exquisita. Es todo lo que se espera de un movimiento de alta relojería, que Chopard refleja con su sello L.U.C y, sobre todo, con el de Punzón de Ginebra, que controla el reloj entero, no sólo el movimiento.

El reloj se ajusta a la muñeca gracias a una exquisita correa azul de aligátor, que se habría beneficiado de un pasador curvo para que la correa sea ajustara más a la caja. El cierre es un plegable de platino con hebilla de oro blanco.

El Chopard L.U.C Perpetual Chrono es una apuesta por la altísima relojería pero ofreciendo un reloj más contemporáneo, con un tamaño que se hace notar porque en su intención nunca estuvo ir escondido debajo del puño de la camisa. Un nuevo puñetazo de Chopard en la mesa a la que se sientan los grandes. Es una edición limitada a 20 unidades, con un precio de 83.730 euros, que es un precio mucho menor que el de aquellos con los que compite. Un valor más en su activo. Más información en Chopard.es.

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