¿Qué pasa cuando unes una de las cajas más sexis del mercado, el tourbillon más delgado del mundo y además dejas a la vista todo el interior? Pues que tienes el fascinante Bvlgari Octo Finissimo Tourbillon Squelette, uno de los relojes de vestir más atractivos del mercado.
Lo de Bvlgari no tiene parangón. Una marca de joyas que entra en el mundo de la relojería para tener un punto de negocio concurrente es algo habitual. Las joyas y los accesorios se llevan bien con los relojes, así que es normal que muchas casas aprovechen el tirón de su nombre para meterse en ese negocio. Con la bonanza económica algunas de esas marcas se lanzaron a crear relojes con movimientos propios. Tal es el caso de Chanel o Dior. También el de Bvlgari, que pasó de usar exclusivamente movimientos externos (como en estos Bvlgari Diagono Magnesio) a desarrollar sus propios calibres.
Estas tres fotos de aquí arriba son el testimonio de lo lejos, de lo lejísimos que ha llegado Bvlgari en su camino por asentarse como gran manufactura, porque los tres son relojes de récord: el reloj automático más delgado, el tourbillon más delgado y el repetidor de minutos más delgado.
Hacer relojes ultraplanos supone un riesgo añadido, porque si ya de por sí los relojes son mecanismos delicados que sin embargo aguantan el uso diario, al hacerlos muy delgados los peligros para el reloj aumentan considerablemente. Esto es debido a que todas las piezas se hacen más delgadas y por tanto más endebles, así que pasar de la mesa de diseño a los movimientos cotidianos de la muñeca es un riesgo que da vértigo. Pero Bvlgari ha conseguido que sus Finissimo lleven una vida perfectamente normal, no de simple ejercicio de ingeniería, y eso es realmente encomiable.
El Bvlgari Octo Finissimo Tourbillon Squelette es el gemelo desnudo del Finissimo Tourbillon con esfera negra que aparece arriba. La versión tapada apareció en 2014 y el calibre tenía sólo 1,95 mm de altura, estableciendo así la marca como el más delgado del mundo. Ahora podemos ver sus interioridades, y la verdad es que parece otro reloj distinto. El original era un reloj de vestir (si bien con la forma del Octo, que es de todo menos convencional), pero la versión calada parece un reloj deportivo. En realidad esa presencia potente es cosustancial a las esferas esqueletadas cuando no van muy decoradas. El ejemplo opuesto sería este reloj de Glashütte Original.
Es muy interesante fijarse en la construcción y ensamblaje de los 253 componentes del calibre BVL 268, porque Bvlgari lo ha concebido sin la configuración habitual de puentes y platina. Las ruedas dentadas se sujetan mediante un eje en vez de dos, y todo el sistema de cuerda está al mismo nivel que el tren de engranajes. Por cierto que es un gusto dar cuerda al reloj y ver cómo el giro de la corona se transmite mediante cinco ruedas y termina por tensar el muelle real, situado a las 12 horas.
Otro de los elementos inusuales del reloj es el uso de rodamientos cerámicos para el tourbillon volante y también para el barrilete. Esto reduce el tamaño porque los rodamientos ocupan menos que las joyas, y de paso explica por qué el calibre sólo tiene 13 rubíes. Por último, integra un espiral plano y sin regulador, con un volante de inercia variable. La rueda de escape es de acero, no de silicio como uno esperaría.
El movimiento se integra en una caja de platino de 40 mm de lado que, como es cuadrada, parece mayor. La caja del Octo es una de las más atractivas del mercado, a lo que contribuye no poco sus 110 facetados que también están presentes en este Bvlgari Octo Finissimo Tourbillon Squelette. Tener tantos puntos distintos de contacto con la luz hace que el reloj resulte vibrante a la vista. Como la altura de la caja es de sólo 5 mm el reloj no tiene ningún problema en resguardarse bajo el puño de la camisa, pero dudo que su dueño le dejara hacer eso porque querrá tenerlo siempre a la vista. Y no para ver la hora, porque la verdad es que con las manecillas de platino la información no salta precisamente a los ojos. Más bien hay que buscarla, pero ¿a quién le importa?
Para acompañar a una caja tan fina Bvlgari también ha puesto a dieta a la correa, que es sensiblemente más delgada que las de los Octo Roma y desde luego que la de los Octo Maserati. Aunque el reloj es muy delgado el platino le da peso y presencia y, aunque visualmente se ve extremadamente fino, el reloj no es intrascendente en la muñeca, por el peso del metal y por la poderosa presencia de la esfera.
En resumen: caja de platino, movimiento de manufactura con récord de delgadez y tourbillon volante. El Bvlgari Octo Finissimo Tourbillon Squelette no es desde luego un reloj de haute horlogerie más, y el precio que le acompaña tampoco: 140.000 euros. No es un precio para cualquiera, pero a cualquiera nos encantaría tenerlo. ¡Esa es nuestra desdicha! Más información en Bvlgari.es.