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Fotos en vivo del Chopard L.U.C Heritage Grand Cru

Chopard L.U.C Heritage Grand Cru

El nuevo Chopard L.U.C Heritage Grand Cru tiene el buqué de las grandes cosechas relojeras. Por eso su nombre (Grand Cru) rinde homenaje a los viñedos que los Scheufele miman con devoción, como todo lo que hacen en su manufactura.

Karl-Friedrich Scheufele ama la relojería y los coches, así que tiene toda la lógica que también ame el vino. De hecho en 1996 abrió en Ginebra La Galerie des Arts du Vin -especializada en Burdeos- y también es dueño de Le Caveau de Bacchus, una cadena de tiendas de vino. Él y su mujer estuvieron buscando viñedos en Francia durante muchos años, hasta dieron con -y se enamoraron de- Monestier La Tour, una propiedad de 100 hectáreas a 20 km de Bergerac, una localidad literaria de narices (perdón por el chiste malo). La compraron en 2012.

La propiedad tiene 30 hectáreas exclusivamente de viñedos de suelo arcilloso y calizo, así como un gran parque. Produce vino bajo las denominaciones de Bergerac, Côtes de Bergerac y Saussignac, incluyendo unas 7.500 cajas de tinto Merlot, Cabernet Franc, Cabernet Sauvignon y Malbec, y 5.000 cajas de blanco de Sauvignon Blanc, Semillon y Muscadelle. Además produce Grand Crus de Burdeos. Por cierto que cuando visité la manufactura de Chopard tuve la oportunidad de probar los vinos. Más aún, la comida que pudimos disfrutar en el Chopard Forum -y que también se ve en el reportaje de la visita a la manufactura- me hace sospechar que el Sr. Scheufele es un gourmet también para la comida. Vamos, mi prototipo de amigo del alma.

Decir Grand Cru es como decir Gran Pago, es decir un vino excepcional que se producen en una finca determinada con unas características específicas que las diferencia de fincas de la misma zona. No es de extrañar por tanto que el nombre elegido para el reloj sea el de Chopard L.U.C Heritage Grand Cru, porque es realmente un reloj exquisito. De hecho es uno de los relojes de Chopard que más me ha gustado. Cuando lo vi en la nota de prensa me entusiasmó, pero al verlo en vivo directamente me enamoró.

No hay muchos relojes con forma de tonel porque no tienen un gran mercado y, por lo mismo, los que hay sobresalen notablemente. Por eso Chopard ha querido maridar sus mejores habilidades relojeras en esta creación singular. Curiosamente las medidas de la caja de oro rosa son casi iguales: 38,5 mm en el punto más ancho por 38,8 en el más largo. Ese extra de anchura le otorga un mayor porte y le mete en la liga de los relojes masculinos y le hace destacar por encima de los relojes tonneau puros, que pueden resultar demasiado relamidos. Este singular miembro de la distinguida dinastía L.U.C no tiene nada de enclenque, sino al contrario: se siente poderoso en la muñeca.

Sin embargo la altura es de tan solo unos 7,74 mm, que le diploman como perfecto reloj de vestir. Dentro se aloja el calibre L.U.C 97.01-L, que, para disfrute de los más puristas, sigue la forma de la caja. No es algo que se ve habitualmente, por una razón obvia: como el porcentaje de relojes con forma de tonel que se vende es muy pequeño, desarrollar un calibre sólo para ellos es demasiado caro. Así que se suele optar por movimientos redondos que se disimulan con espaciadores de metal o directamente cubriéndolos con el la parte inferior de la carrura. Por eso, que Chopard decidiera en su momento crear un calibre que siga la forma de la caja dice mucho de su pasión por la alta relojería y el cuidado por todo lo que se mete en uno de sus relojes.

Está dotado con dos barriletes superpuestos (lo que Chopard llama la tecnología Twin) para llegar a 65 horas de reserva de marcha. Y además tiene un microrrotor que para mí es el más bonito del mercado. Por supuesto la decoración está a la altura de todos los L.U.C, con puentes biselados y decorados con Côtes de Genève y perlado en la platina.

Hay que señalar que el reloj ostenta el renovado sello del Punzón de Ginebra que no sólo controla los aspectos estéticos del movimiento, sino que ahora también sopesa los de la caja y además comprueba la exactitud, la reserva de marcha, la hermeticidad (30 metros en este caso) y todas las funciones. Y para rematar, está certificado como cronómetro por el COSC. Hay otro dato que no se lleva ningún premio pero que se merece una mención propia: como ya he dicho la altura del reloj es de 7,74 mm. Esto hace aún más meritorio el desarrollo del calibre que tiene que meter el sistema de reserva de marcha y sobre todo el microrrotor en tan poco espacio. Pero más allá de los diplomas que se ha ganado muy merecidamente, a quien lo ve lo que le seduce es la belleza de las proporciones y los  exquisitos acabados.

La esfera recuerda a la de porcelana de los relojes de bolsillo antiguos. Ya habíamos visto este tipo de esfera recientemente en uno de los relojes Mille Miglia (éste), y queda muy bien. Y sin embargo tiene una presencia muy actual, gracias sobre todo a las características manecillas de Chopard. Contrastan perfectamente con la minutería de ferrocarril y los numerales romanos, que de por sí son muy vibrantes. Se ha añadido una ventana de fecha sobre una subesfera de segundos a las 6 horas. En mi opinión el reloj habría estado mejor sin ella, pero está tan bien resuelta que no creo que nadie dejara de comprar el reloj por ella. Además de los arábigos de la fecha Chopard ha añadido otros en color rojo en la subesfera del pequeño segundero. El toque justo para dar un aire levemente deportivo y que no es extraño a la estética de los relojes de bolsillo en los que se inspira.

Por último, el reloj se ata a la muñeca con una correa de aligátor marrón con hebilla de oro. Afortunadamente el Chopard L.U.C Heritage Grand Cru no es una serie limitada. Que se integre en la colección significa que se quiere impulsar la caja de tonel y por tanto en el futuro veremos nuevas versiones y complicaciones. ¡O eso espero! El precio en la boutique es de 22.000 euros, y ya está dispoible. Enhorabuena a Chopard por otro gran reloj. Más información en Chopard.es.

 

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