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Tudor Black Bay GMT: vídeo, fotos en vivo y precios

Tudor Black Bay GMT

Tudor Black Bay GMT

Como ya dije en el vídeo de mis impresiones sobre Baselworld 2018, este año se han lanzado juntos el Rolex GMT Master II y este Tudor Black Bay GMT. Esto se ha hecho para recordar a todo el mundo que el inventor del GMT fue Rolex y, de paso, que Tudor forma parte del grupo y es por tanto un jugador a tener muy en cuenta en la relojería. La verdad es que es pocas veces vemos a Rolex hacer una afirmación rotunda sobre su innegable aportación a la historia de la relojería, porque siempre deja que sea el mercado el que hable por la marca. Y de hecho, si te paras a pensar, tampoco ha sido así en este caso, porque quien ha explicado esta nueva estrategia ha sido Tudor, no Rolex. Pero importa poco, porque al final el mensaje ha llegado a la prensa y nosotros nos hemos encargado de difundirlo. Y con todo el derecho, porque es un hito que incuestionablemente hay que atribuir a Rolex. De hecho desde que Rolex lanzó el GMT los cambios que ha habido han sido los aportados por la propia Rolex, cuando hizo su bisel bidireccional.

Algunos podrían pensar que esto perjudica a Tudor porque le hace parecer el hermano pobre de Rolex. Y de hecho así era hace tiempo, pero con la aparición del Black Bay y del Pelagos Tudor hace mucho que navega por sí solo, con una presencia muy personal y muy buscada, por cierto. Nadie se compra un Tudor porque no puede permitirse un Submariner. El que se compra un Tudor hoy en día es porque le gusta. Yo desde luego soy de esos.

¿Pero puede ocurrir ese efecto con el Master II y el Tudor Black Bay GMT? Pues tampoco, porque son dos relojes distintos aunque compartan la misma base. En realidad el GMT de Rolex no aporta ninguna novedad, es el mismo que había en oro blanco, pero ahora en acero; nada más. Lo que pasa es que Rolex siempre da que hablar, pero la auténtica novedad es la de Tudor, que ha creado un reloj desde cero con un calibre de manufactura nuevo y un precio más que interesante.

La caja del Tudor Black Bay GMT sigue siendo de 41 mm de diámetro y 14,6 mm de altura, y eso que se ha añadido la complicación del GMT. Combina el pulido de la carrura con el satinado de las partes frontales para añadir refinamiento. El bisel es de aluminio y está particularmente bien resuelto porque combina el rojo original del Black Bay con el azul aparecido más tarde. Junto con la fuente elegida para los numerales crea un conjunto muy atractivo que aúna un aire vintage y a la vez contemporáneo. Como el bisel gira en los dos sentidos puede servir para marcar las 24 horas o para tener un tercer huso horario. Y como tiene 48 clics se puede usar para países en los que el cambio de horario es de sólo media hora.

Como en todos los Black Bay la corona es grande para poder ser manejada con comodidad. El reloj tiene una hermeticidad de 200 metros, aunque dudo de que la mayoría de estos relojes vayan a sumergirse nunca más allá de 20 metros. El famoso «buceo de oficina». Y no hay nada malo en ello.

Si nos fijamos en la esfera y la comparamos con otros Black Bay  notaremos que el tamaño de los índices se ha reducido, y con muy buen criterio porque hay que dejar sitio a la manecilla del GMT. Si hubieran seguido siendo igual de grandes la esfera habría resultado apabullada por tantos elementos y la estética del conjunto habría empeorado, mientras que ahora resulta perfectamente equilibrada. La característica más significativa de los Tudor Black Bay, la punta de aguja de «copo de nieve», está presente en este modelo por triplicado: ya aparecía en la manecilla de horas y en el segundero y ahora también en la de la función GMT. Aunque en teoría podría parecer lioso, en la práctica no lo es, porque la aguja roja y su tamaño diferente longitud se distinguen perfectamente y por tanto no interrumpe la lectura de la información.

El calibre MT5652 del Tudor Black Bay GMT merece una mención muy especial. Como decía al principio la altura del reloj no ha variado, y eso es porque Tudor ha desarrollado un calibre nuevo en el que la función GMT está integrada, no es un módulo aparte. Además el volante es de inercia variable, lo que mejora la cronometría, y está fijado mediante un eje que aumenta  su resistencia, además del puente de gran tamaño.

El espiral es antimagnético. El calibre se mueve a 4 hercios durante las 70 horas que dura la reserva de marcha, que no está nada mal. Y encima está certificado por el laboratorio COSC como cronómetro. Es verdad que la decoración es espartana, pero éste es un reloj instrumento que se fija en el funcionamiento, no en la estética. Por eso, también, el fondo está cerrado.

El reloj se presenta con un brazalete -impecable- o correa de piel y una correa de tejido, que es mucho mejor que la mayoría de las correas NATO del mercado. El brazalete integra eslabones con remaches, de la misma forma que lo hacían los relojes de los años 50 y 60. Pero en este caso los eslabones son macizos, no huecos, y en cualquier caso los dos últimos llevan tornillos para que sea más fácil ajustarlo.

La verdad es que dudo con qué versión quedarme. Yo soy mucho de brazalete porque me parece lo más cómodo, pero la verdad es que la correa «Terra di Siena» le queda espectacular. La versión con correa del Tudor Black Bay GMT tiene un precio de 3.390 euros mientras que la versión con brazalete cuesta  3.680 euros, así que el precio no es un problema. Simplemente hay que elegir qué modelo nos gusta más. Yo creo que, si el año pasado el Black Bay Chrono fue un estreno algo cuestionado, este año el éxito de la marca con este GMT va a ser incontestable. Más información en Tudor.es.

 

 

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