Cronógrafos hay tantos que se hace muy difícil destacar. Más aún, dentro de cada marca suele haber tantos cronógrafos que entre sí compiten duramente por el espacio en la muñeca de quien se ha decidido por ese fabricante. Esto también es así en IWC, que tiene como mínimo una versión de cronógrafo en cada una de sus familias de producto. Así, por ejemplo, hemos visto en vivo el espectacular Da Vinci Perpetual Calendar Chronograph. Más aún: hay 16 variaciones distintas de cronógrafo entre los Portugieser; por destacar una de las últimas, este precioso modelo en azul. Siete son las versiones del Ingenieur, como estos tres de aquí. Otra manera de interpretar el cronógrafo en IWC es este Portofino Autopulsante. Y si nos limitamos a la familia de los relojes de piloto tenemos por ejemplo esta versión que vimos en vídeo y que además es GMT. O, para terminar, uno de los cronógrafos más bonitos que he tenido el placer de ponerme en la muñeca: este Petit Prince. Así que, ¿qué argumentos tiene este IWC Pilot’s Watch Chronograph Edition 150 Years para destacar?
Pues en primer lugar, que no tiene que hacer ni un solo esfuerzo para gustar. Según lo ves te deja prendado, sin tener que exhibir ningún argumento especial. Es un reloj de piloto -a quién no le gusta un reloj de piloto bien hecho-, es fácilmente legible, tiene un toque azul y encima es de IWC. Shut up and take my money!, como se dice en los memes de internet. El IWC Pilot’s Watch Chronograph Edition 150 Years -que gusta tanto como largo es su nombre- tiene una caja de acero de 43 mm de diámetro y 15,3 de altura, así que mejor irse olvidando de llevarlo escondido. Pero es que es un reloj de piloto, y los relojes de piloto son grandes. E IWC tiene relojes grandes porque, recordemos, comenzó trasladando relojes de bolsillo a la muñeca sin cambiar los movimientos.
Pero el truco de magia que se obra en el IWC Pilot’s Watch Chronograph Edition 150 Years está en la esfera: al igual que todos los demás relojes de IWC que celebran el 150 aniversario de la marca (y que vimos aquí), el dial se ha tratado con lo que parece esmalte, pero que en realidad es un lacado especial. Y no es una sola superficie, sino que el tratamiento se repite varias veces hasta conseguir ese tono delicado y dulce que suaviza ángulos y bordes, a lo que también contribuyen los numerales. El filo deportivo lo dan las manecillas, con la forma tradicional de los relojes de piloto de la casa, y el triángulo a las 12 horas. El perfilado en azul de las manecillas termina por embellecer una esfera perfecta.
El reloj añade el día y la fecha a la información que despliega, recogidos en unas ventanas sencillas pero efectivas y enmarcadas por el nombre de la marca. Por supuesto no podía faltar el tratamiento con Super-LumiNova, aunque limitado a las manecillas de horas y minutos y a los cuatro índices principales. Hubiera sido un buen detalle que también lo tuviera la manecilla del pequeño segundero.
Por dentro manda el calibre 79320, que es la manera en que IWC denomina a la versión del eterno Valjoux 7750 con fecha y día. Se mueve a 4 hercios y tiene una reserva de marcha de 44 horas. A la tradicional fiabilidad y robustez del 7750 se une el que la manufactura siempre ajusta los calibres que utiliza, así que seguro que el IWC Pilot’s Watch Chronograph Edition 150 Years se debe mover en parámetros de cronómetro. El calibre queda oculto bajo la tapa conmemorativa.
No sorprende si digo lo muy bien que queda el reloj porque es una obviedad. La esfera salta fuera del reloj y te atrapa. No hay manera de que levantes la muñeca para verlo y no lleves la otra mano para tocar los pulsadores o simplemente aseverar su diámetro. Es un gran reloj, sin duda, en serie limitada y numerada de 1.000 unidades. Su precio es de 5.750 euros y hay más información en IWC.es.