Hay dos motivos para tomar aire con este reloj; el primero y más prosaico, para poder decir su nombre completo sin desfallecer: Blancpain Villeret Tourbillon Volant Heure Sautante Minute Rétrograde. No es el más largo que hemos conocido, pero sin duda entra en la pugna de esos relojes cuyo nombre no se aprende ni el que paga por ellos. El segundo motivo para tomar aire, el importante, el que nos interesa, es para no soltar un sonoro «ooooh!», sobre todo si se está viendo esta página en algún lugar compromentido (léase en el puesto de trabajo). Porque ocurre que estamos ante uno de los relojes más bonitos del año, además de un compendio de saber relojero que, aunque de sobra acreditado por Blancpain, no deja de sorprendernos. Y no sólo por la maestría en llevarlo a cabo, sino en saber combinarlo con una delicadeza y una belleza muy poco al uso.
El Blancpain Villeret Tourbillon Volant Heure Sautante Minute Rétrograde se presentó en Baselworld 2018 (recordemos que el Grupo Swatch ya no estará el próximo año) junto con otra pequeña joya de la colección Villeret, el Grande Date Jour Rétrograde que vimos en vivo, además de este precioso Fifty Fathoms Bathyscaphe Day Date 70s (y otro FF que aún me falta por publicar). Sin duda sobresale por encima de sus coetáneos por sus complicaciones, que son además la primera vez que se ven juntas.
Hay algo que yo agradezco especialmente a Blancpain: con la familia Villeret, tan clásica en sus formas, seguro que existe la tentación de hacer relojes pequeños para que parezcan más «vintage», más cercano a lo que a los puristas les gustaría (de manera equivocada, en mi opinión). Sin embargo Blancpain siempre hace sus relojes con medidas más adecuadas a las muñecas actuales. Así que, en vez de hacer relojes de 37 mm o meno,s los hace de como mínimo de 40, lo que resulta en unas piezas que no renuncian al clasicismo pero que nunca parecen antiguas en muñecas de hoy en día. En concreto, este reloj tiene 42 mm de diámetro y 11 de altura. No es, bajo ningún punto de vista, un reloj enorme, pero tampoco es insustancial. Y la combinación del oro rojo, moldeado en el ya tradicional bisel de double pomme y también presente en la faz del reloj, con el blanco de la esfera lo convierte un placer a para la vista.
¿Qué elementos componen el dial? Pues tres complicaciones que nunca antes habían estado juntas en un Blancpain. Por un lado, presidiendo el norte del reloj, un tourbillon volante. Pero no uno cualquiera: si de por sí el tourbillon volante es más atractivo que la versión original porque se quita el puente superior, en éste la manufactura ha sustituido el puente inferior por un disco de zafiro transparente, por lo que la caja del tourbillon, el volante y el escape parecen estar flotando en el aire mientras hace su giro completo de un minuto.
Debajo del tourbillon aparece un disco cuya frontera se ha remarcado con un segmento de oro que además lo eleva, dando profundidad al conjunto. En el disco tenemos las horas saltantes en un ojo de buey de oro y una minutería de ferrocarril para indicar los minutos retrógrados; es decir, cuando la manecilla llega a 60 la manecilla salta hacia atrás para volver a cero y comenzar a contar la nueva hora.
Toda la superficie de la esfera se ha realizado en esmalte Grand Feu, técnica con la que se aplican varias capas de esmalte con un pincel y se cuece en un horno a casi 800 grados sucesivas veces, hasta conseguir una superficie con un tono especial y además permanente porque no se ve afectado por el paso del tiempo. El otro único elemento decorativo es el nombre de marca. El conjunto resulta así extraordinariamente elegante.
Si damos la vuelta al reloj nos encontramos con un calibre manual, del que extrañamente Blancpain no menciona ni su denominación ni sus características técnicas (frecuencia y reserva de marcha). Lo que sí se ve es su esmerada decoración. Los puentes están adornados con un guilloché completamente realizado a mano. A la derecha también se ve la famosa rueda llanta de Blancpain, colocada sobre el rochete, con la indicación de reserva de marcha del reloj e indicada mediante un disco también con decoración guilloché. Si hay que ponerle una pega al reloj, la flecha que señala hacia la reserva de marcha podría haber sido de otra manera, porque tal cual está parece la de la tecla del play de un radiocasete.
Aunque también hay una versión en platino limitada a 20 unidades, el modelo estándar del Blancpain Villeret Tourbillon Volant Heure Sautante Minute Rétrograde es éste en oro rojo, que para mí es más bonito y que ya está disponible (por encargo). Su precio es de 139.900 euros, lo que desafortunadamente deja al reloj sólo al alcance de nuestros sueños. Pero quienes sí lo puedan tener sin duda se lleva una maravilla. Más información en Blancpain.es.