Yo creo que, a pesar de las muchas ediciones distintas de sus modelos de buceo (los Aquis), que son unos divers muy bien hechos, o de sus relojes con calibre de manufactura (como este Big Crown ProPilot X), los relojes favoritos de Oris son los Big Crown Pointer Date. Hay algo en ellos que atrae de manera instantánea a los aficionados. Esa mezcla tan difícil y de fórmula desconocida que consigue aunar muchos pequeños detalles para hacer que el conjunto no necesita ser vendido porque provoca el deseo por sí solo. Así ocurre también con este Oris Big Crown Bronze Pointer Date.
Para celebrar su 80 aniversario Oris lanzó el Big Crown de aquí arriba, también en bronce y con la esfera en verde. Fue otro gran éxito porque en 2018 el bronce había vuelto con mucha fuerza. Y tiene sentido, porque la aleación lleva con nosotros desde el cuarto milenio antes de Cristo, y como sabemos dio nombre a una de las edades del hombre. Armas, herramientas y utensilios de bronce nos han acompañado toda la vida. Incluso en el siglo XX, con el acero como material omnipresente, el bronce se ha seguido usando, especialmente en instrumentos marinos.
La belleza del material estriba en esa capa de óxido que desarrolla y que convierte en única a cada pieza. Eso y el recuerdo inconsciente de otras épocas es lo que hace que la relojería se haya vuelto a interesar en él. Por eso lo vemos en Bell&Ross, en Tudor, en IWC, en Panerai o en Montblanc, por citar sólo algunos (además de la propia Oris, claro).
Para evitar que el verdín -o cardenillo- ataque a la piel (recordemos que es tóxico), Oris ha creado una aleación especial. El reloj envejecerá, pero no de manera dramática como si fuera el resto de un trirreme de la antigua Grecia. Y además el fondo del reloj es de acero, que sí es hipoalergénico.
La caja del Oris Big Crown Bronze Pointer Date mantiene los 40 mm de diámetro y todas las características que le son comunes e identificativas: el bisel de canto de moneda, la gran corona -diseñada para poder ser manejada por los pilotos sin quitarse los guantes- y el cristal abombado (pero de zafiro).
A Oris nunca le ha dado vergüenza tirar de Pantone para colorear sus esferas, y además le sale muy bien. Uno de los Big Crown más celebrados es el de esfera rojo cereza que vimos en vivo, por ejemplo. En este caso el dial es color bronce, un término maleable que va del color café al chocolate. Pero es que la esfera también es de bronce, por lo que evolucionará con el tiempo y la oxidación.
También ha sido tratada químicamente, y además se ha recubierto de una laca mate transparente para que tenga una oxidación controlada que no desvirtúe la esencia del reloj, o que lo vuelva ilegible o que dañe el movimiento que hay por debajo.
El resto de los elementos de la esfera del Oris Big Crown Bronze Pointer Date son los que ya conocemos: manecillas de catedral, fecha periférica señalada por una aguja independiente y terminada en forma de cuarto creciente, grandes numerales y tratamiento con Super-LumiNova.
Por dentro lleva el clásico Sellita SW-200, modificado para poder mostrar la fecha central. Late a 4 hercios y tiene una escasa reserva de marcha de 38 horas. Es visible a través del cristal posterior, pudiendo así apreciar el rotor bidireccional en rojo marca de la casa.
El Oris Big Crown Bronze Pointer Date (referencia 01 754 7741 3166-07 5 20 74BR, nada menos) se entrega con una correa aviejada de piel de ciervo con hebilla de bronce. Tiene un precio de 1.800 euros y ya está disponible. Es en mi opinión una opción perfecta para quien busque un reloj vintage muy personal. Más información en Oris.ch.