El giro copernicano que ha dado Girard-Perregaux en los últimos tiempos es uno de los más llamativos de la industria suiza. Girard-Perregaux ha sido siempre una de mis manufacturas favoritas, con un gusto exquisito en todo lo que hacían. Por supuesto con un sabor clásico, como vimos en vivo en este 1966 -fíjate en el número 5 de la fecha, qué bonito es-. De esta estética se desmarcaba el Hawk, el reloj deportivo de la casa que acabó desapareciendo por sus nulas ventas.
Pero las ventas de los otros modelos también empezaron a flojear, y el por entonces director de la empresa, Antonio Calce, decidió sacar del cajón el Laureato, un reloj de los años 70 surgido siguiendo la estela del Royal Oak de Audemars Piguet. En su momento vimos en vivo la versión inicial de tres agujas, y el año siguiente traje fotos en vivo de la versión cronógrafo, aún más atractiva. Pero la empresa siguió sin despegar, y en agosto de 2018 entra Patrick Pruniaux, a la sazón director general de Ulysse Nardin (la otra empresa relojera del Grupo Kering), para intentar reflotar el barco.
Se intuye que la idea de revivir el Laureato tampoco ha dado el resultado deseado, así que la estrategia de Pruniaux pasa a ser la misma que la que está desarrollando en UN: reconvertir la casa en fabricante de relojes de corte mucho más moderno. Pero tampoco puede inventarse relojes nuevos de la noche a la mañana, entre otras cosas porque la inversión necesaria es muy alta en términos de diseño y fabricación. Así que, como su reloj más asequible (entre comillas) es el Laureato y por tanto el que más posibilidades tiene de traer dinero fresco a sus extenuadas arcas, le da un lavado de cara para hacerlo mucho más «moderno». El resultado son los Laureato Absolute que también vimos en vivo. Se presentaron en el SIHH 2019 y nos dejó a todos con el paso cambiado, porque la mutación fue radical: había pasado de ser un reloj elegante y serio a someterse a un tratamiento de crecimiento muscular para conseguir una apariencia mucho más potente.
Y ahí sigue, creando modelos audaces y de gusto muy especial -no el mío, debo confesar-, como el Absolute Rock de arriba. Ahora le toca el turno a este Girard-Perregaux Laureato Absolute Crystal Rock.
La caja de este nuevo cronógrafo deportivo está fabricada en cristal de carbono, al igual que otros modelos de la familia. Tiene un diámetro de 44 mm y sólo pesa 94 gramos, Se trata de un material de alta tecnología que combina capas de cristal de carbono y de fibra de carbono y que se ve sometido a altas temperaturas y presiones hasta volverse homogéneo. Tras este tratamiento, el material puede fresarse con la forma deseada, lo que da lugar a cajas con una cierta textura y acabado mate. Este proceso provoca un efecto curioso: en el interior del material, las capas que lo forman se disponen en estratos desiguales alineados al azar, motivo por el que todas las cajas son únicas y, en consecuencia, los relojes también lo son.
Para la esfera se utiliza un método de fabricación en varias capas. La capa superior se perfora con numerosas aberturas y se dispone sobre la capa inmediatamente inferior, que, de este modo, se muestra parcialmente a través de los orificios realizados. La capa superior se fabrica en un gradiente de grises, mientras que la inferior se presenta en «black-or», una combinación que contrasta que provoca que algunos detalles de la esfera, como los índices de tipo bastón, aparezcan rebajados. Se trata de un diseño que juega con la profundidad y que enriquece la estética general de la esfera. El cronógrafo presenta tres registros en forma de caracol, situados bajo la capa superior de la esfera, y un minutero en el borde que rodea la esfera para que su lectura sea más sencilla.
El Laureato Absolute Crystal Rock cuenta con un movimiento de fabricación propia en la Manufactura, el Calibre GP03300-1058 de cuerda automática y 4 hercios de frecuencia. Es un buen movimiento, pero, con sus 46 horas de reserva de marcha, tiene dificultades para estar a la altura del resto del reloj. Está tapado por un fondo del mismo material que el resto de la caja.
El Girard-Perregaux Laureato Absolute Crystal Rock tiene un precio aproximado de 14.400 euros, que de nuevo limita sus ventas a prácticamente los fieles de la marca (a los que sigan siéndolo). Aunque el ser una edición limitada a 100 unidades aumenta su atractivo. También es más barato que un Hublot -que entiendo que es el segmento de mercado al que apunta este reloj-, pero sin su reconocimiento de marca.
Ojalá estas acciones comerciales, tan lejos del espíritu de la marca, sirvan para mantenerla viva. Hace un mes, más o menos, se anunció que, de las 350 personas que trabajan en Ulysse Nardin/Girard-Perregaux, se había despedido a 100. Esto da una idea del mal momento que están pasando las dos casas (y muchas otras del mercado). Si además lo enmarcamos en los tiempos del Covid y con un mercado menguante, puede terminar por asfixiar a estas y a otras muchas empresas. Esperemos que no, pero veremos qué pasa en el futuro. Más información en Girard-Perregaux.com