De entre las muchas colecciones de Seiko, una de las más desconocidas -al menos en el mundo occidental- son los Seiko Presage Riki Watanabe. De hecho es una colección mínima, porque sólo tiene 5 modelos, y ya veremos si se lanzan más, dada su escasa repercusión. Y, sin embargo, se nota que Seiko quiere honrar adecuadamente la figura del diseñador nipón, uno de los más importantes del país, creando relojes que incluso incluyen el calibre Spring Drive.
Este calibre se utiliza casi de manera exclusiva en los Grand Seiko, salvo alguna rareza (como esta), o en los Prospex LX que vimos en vídeo y que, en realidad, por acabados y precio están bordeando los Grand Seiko.
RIKI WATANABE
Aunque se encuentra muy poca información sobre él, Riki Watanabe es enormemente importante en la cultura japonesa y en el mundo del diseño en general, gracias a su concepción de los objetos, siempre pensados para ser útiles, asequibles y manteniendo su esencia nipona.
Watanabe alcanza su importancia después de la Segunda Guerra Mundial, que fue una sacudida también cultural para Japón: el emperador deja de ser un ser divino y la democracia plena se convierte en un objetivo deseable y alcanzable para lograr una sociedad plenamente moderna. Así, la primera pieza que diseña Riki fue la silla Himo Isu, una silla barata que permitía al japonés medio poder sentarse, no estar arrodillado en el suelo. Ese mismo objetivo tenía la mesa baja de ratán, o la banqueta Torii, las tres de los años 50. En 1965 lanzó un mobiliario infantil de cartón, barato, sencillo de montar y que aguanta mucho peso, además de poder hacerse en diversos colores y agruparse en diversas formas.
Otro de los objetos que también diseñó Riki Watanabe fueron relojes. En su idea de traer objetos de uso cotidiano a todo el mundo, además de diseñar grandes relojes públicos también creó relojes de pared pequeños, que todo el mundo podía tener en su casas. La idea principal que regía los diseños de los relojes de Watanabe era la de la legibilidad perfecta.
Watanabe colaboró con Seiko durante la última década de su vida, que es el motivo por el que Seiko se siente legitimada para lanzar estas series que están basadas en los diseños de Watanabe.
SEIKO PRESAGE RIKI WATANABE
La colaboración de Seiko con el estudio de Watanabe se traduce en dos relojes con movimientos distintos y, dentro de cada movimiento, dos esferas distintas. Las dos parejas de relojes tienen las mismas medidas: 40 mm de diámetro, 13 mm de alto y 50 mm de largo. También comparte una caja de acero con un revestimiento superduro desarrollado por la propia Seiko. Es una especie de DLC, pero al parecer es en efecto un recubrimiento, no una composición estructural del material. En cualquier caso le viene muy bien porque todas las superficies están pulidas, salvo la base del bisel. Por tanto, cuanta más protección mejor. Es el mismo recubrimiento que llevan los Sharp Edges que vimos en vivo.
El cristal de zafiro curvado tiene un recubrimiento ultratransparente, esencial para poder admirar la esfera, que es el tour de force del reloj. Estamos muy acostumbrados a ver esferas de esmalte en relojería, hasta el punto que nos parce un simple proceso industrial más. Pero no lo es; incluso los esmaltados sencillos como los de estos Seiko Presage Watanabe, es un proceso que se hace a mano, y una mano muy precisa.
Estamos hablando de variaciones de una centésima de milímetro, que es la diferencia entre que las manecillas se queden atascadas o, al contrario, que la esfera pierda el tono y la calidez del esmalte. Además de la cantidad de esmalte también es importante que los tiempos de cocción sean iguales en todas las tiradas, para que el color sea consistente en toda la colección.
Es por tanto una técnica no particularmente rentable de ejecutar, pero cuyos resultados nada tienen que ver con el de las esferas normales. Las esferas son mucho más cálidas, con una presencia más orgánica.
Para empezar cuando se observan de cerca se ve que no es una superficie absolutamente lista, consecuencia del proceso de cocción. Pero además, allí donde hay curvas la superficie se hace aún más viva. El blanco se dulcifica, el negro no parece una simple placa, sino casi un fluido de alquitrán, y más aún la esfera marrón, que parece chocolate.
Las dos parejas están basados en dos relojes que diseñó Riki Watanabe, aunque no son reproducciones exactas. Ambos abordan la legibilidad desde presupuestos muy distintos. Los Seiko Presage Watanabe Spring Drive utilizan numerales arábigos, mientras que los aparecidos en 2020 sólo tienen índices y una fecha.
Los modelos Spring Drive incorporan además la reserva de marcha, que le da más textura a la esfera.
DOS CALIBRES DISTINTOS
La otra gran diferencia es, claro, el calibre. Y es algo en lo que no se puede ni empezar a comparar. El calibre Spring Drive es el mayor avance en la relojería del siglo XX y lo que va de éste (después del cuarzo), y sus prestaciones son tales que lo hace absolutamente único: un segundo al día, aunque en mi experiencia no llega a un segundo en quince días.
El calibre no es el 9S sino el 5R, que se distingue porque no está decorado tan en detalle. Pero sigue teniendo la misma funcionalidad y la reserva de marcha de 72 horas.
Por su parte los relojes mecánicos llevan el nuevo calibre 6R35, que ha aumentado la reserva de marcha hasta las 70 horas, algo que será muy bien recibido por todos. La desviación diaria, según Seiko, está entre +25 y -15, pero ya sabemos que luego los movimientos tienen un comportamiento mucho mejor que ese.
Los cuatro Seiko Presage Riki Watanabe vienen con una correa de cuero cordovan, que les da muy buena prestancia, porque no pierde su brillo ni se arruga. Es la misma piel que usa, por ejemplo, Nomos.
ENTONCES ¿QUÉ RELOJ COMPRAR?
Para tener una visión completa del dilema hay que poner sobre la mesa los precios: la versión Spring Drive cuesta 4.700 euros. La versión mecánica tiene un precio de 1.250 euros.
El primer argumento en contra del Spring Drive es «por ese dinero me compro un Grand Seiko». En efecto, pero no tienes la esfera de esmalte, y desde luego no tienes un aspecto como el del reloj. Es un modelo difícil por su precio, y te tiene que gustar su estética. Si te gusta, si te enamoras de ella, no hay otro reloj en la familia Seiko que lo sustituya.
El uso de la tipografía Didoni (que deriva de la Bodoni) contrasta perfectamente con la esfera y las manecillas, tomadas del Laurel original de la casa, le dan un equilibrio perfecto. Son relojes únicos dentro de Seiko.
Lo mismo ocurre con la versión puramente mecánica, donde el minimalismo se rompe, una vez más, con el uso de unas manecillas que dulcifican la seriedad del modelo. Otros modelos esmaltados de la casa tienen numerales romanos que hacen que las esferas sean muy clásicas. Eso no ocurre con el modelo mecánico ni desde luego con los Spring Drive. La versión mecánica entra directamente en el segmento de relojes de vestir, aunque el tamaño de la caja, más moderno que tradicional, lo hace perfectamente compatible con cualquier ambiente. Y, en particular, la esfera marrón con las manecillas blancas, es algo que no se ve habitualmente.
En fin, es una decisión muy difícil. ¿Cuál te comprarías tú? Más información en Seiko.es.