No es nada raro decir que las novedades de Tudor crean mucho revuelo, y eso ha ocurrido en 2021 también. En mi opinión el modelo más importante -por su atractivo- ha sido el Black Bay Fifty-Eight 925 que vimos en vivo, cuya caja de plata en combinación con una esfera de color topo ha impactado a todo el mundo. Relojeramente hablando es también muy importante el Black Bay Ceramic certificado por METAS, por la importancia que tiene de cara al futuro en la batalla por la supremacía del mercado: es un movimiento que ataca el corazón de Omega, como expliqué en el artículo.
En 2017 apareció la versión cronógrafo del Black Bay (que, por supuesto, vimos en vivo). De nuevo un gran impacto y un gran éxito, que se vio prolongado por una versión de oro. Ahora aparecen estos Tudor Black Bay Chrono Panda, que en mi opinión mejoran la configuración de la versión estándar del reloj, haciéndolo mucho más seductor. Tanto es así que la versión original de esfera completamente negra ha desaparecido de la oferta de la casa.
Aunque parezca igual al modelo anterior, estos Tudor Black Bay Chrono Panda presentan algunos cambios que merece la pena señalar. En primer lugar, la caja. Sigue siendo de acero inoxidable, compartiendo sus rasgos con la mayoría de los relojes de la colección Black Bay, y presenta superficies cepilladas en la parte superior, pero con un canto pulido en el lado que atraviesa de una punta del asa hasta la otra. La forma es casi idéntica, con flancos potentes y asas afiladas que dan un cierto atractivo vintage al reloj, recordando a los modelos de los años 60.
En cuanto a su tamaño, el nuevo Tudor Black Bay Chrono Panda sigue midiendo 41 mm de diámetro, pero la caja se ha adelgazado, y bastante. Las nuevas ediciones, que antes tenían un grosor de unos 14,9 mm, tienen ahora una altura de unos 14,2 mm, lo que las hace más amables con la muñeca. La caja está rematada por un cristal de zafiro muy abombado que le da un toque retro, pero también ayuda a reducir visualmente el grosor del reloj.
En la muñeca, el Tudor Black Bay Chrono sigue siendo un reloj con mucha presencia, especialmente cuando se lleva con su brazalete de acero. El largo de asa a asa es de unos 50 mm, lo que puede parecer grande sobre el papel. Sin embargo el reloj se siente sorprendentemente ergonómico sobre la muñeca. Es equilibrado y se adapta muy bien. Es decir: no es un reloj en absoluto delgado, pero sí muy cómodo.
Varios elementos del reloj recuerdan su pasado de submarinismo, como la corona y pulsadores roscados. El que estén roscados ayuda a mantener su excelente hermeticidad hasta 200 metros (ayudados por el fondo ciego atornillado), pero no es lo más cómodo cuando se quiere utilizar el cronógrafo, que es al fin y al cabo su razón de ser. Eso sí: ya sabemos que la de cronógrafo es una de las complicaciones favoritas, tanto como poco usadas. Así que no es ningún impedimento en el día a día. La ejecución general de la caja, al igual que el resto de la producción de Tudor, rezuma calidad y durabilidad.
Una importante evolución respecto a la primera generación del Black Bay Chrono es el bisel. El elemento de acero cepillado, que agrandaba visualmente el reloj, ha desaparecido y ha sido sustituido por un bisel de aluminio anodizado. No cabe duda de que el Tudor Black Bay Chrono Panda se beneficia enormemente de esta actualización, ya que aporta más contraste y reduce visualmente el tamaño del reloj. Lo que sí se ha mantenido es la escala taquimétrica, aquí impresa en plata.
La segunda gran evolución es la esfera. En primer lugar, ahora está disponible en dos colores, algo que ya anticipó la versión de oro. Además de la clásica opción negra, Tudor añade una esfera blanca opalina mate. Además, las esferas tienen ahora subcontadores en contraste, con un aspecto denominado Panda (contadores negros) o Panda Inverso (contadores blancos). Una vez más, esto hace que los relojes sean más fáciles de usar y visualmente más atractivos.
Lo que no cambia es la disposición, ya que volvemos a encontrar la clásica aguja Snowflake y los marcadores luminosos aplicados. Un pequeño problema con la versión «panda» blanca es que las agujas se funden demasiado con la esfera, lo que dificulta su lectura en algunos ángulos. Por último, la ventana de la fecha está situada a las 6 horas.
En el corazón de estos nuevos Tudor Black Bay Chrono Panda sigue estando el calibre MT5813. Está basado en el Breitling B01 y ajustado por Tudor. Este calibre es técnicamente avanzado: tiene una arquitectura integrada, cuenta con una rueda de pilares y un embrague vertical, pero también con un volante de inercia variable, una espiral de silicio antimagnética y cuenta con una cómoda reserva de marcha de 70 horas. Por último, su precisión está certificada como cronómetro por el COSC.
El Tudor Black Bay Chrono Panda se lanza con 6 referencias, ya que cada color de esfera puede pedirse con 3 opciones diferentes de correa o brazalete. Este último está hecho de acero inoxidable remachado, que se encuentra en la mayoría de los relojes de la colección Black Bay. Está cepillado en las superficies planas y pulido en los lados, con una excelente calidad de construcción. Se cierra mediante un cierre desplegable, con un sencillo sistema de microajuste. Además, también están disponibles una correa de cuero «bund» y una correa textil.
Por cierto que la correa Bund se puede desmontar, de manera que la parte central -la que de hecho distingue a una correa Bund- se puede separar fácilmente y dejar al reloj simplemente con una correa de piel tradicional. Muy buena opción esa.
Los modelos con correa de piel (incluida la Bund) tienen un precio de 4.630 euros, mientras que la versión con brazalete cuesta 4.920 euros. Por supuesto, no hay distinción en precio entre una esfera y la otra. Creo que es un precio muy bueno, ya que permite a acceder a un excelente cronógrafo que además tiene una garantía de 5 años, con toda la personalidad única de Tudor. Los relojes ya están disponibles en los distribuidores autorizados. Más información en Tudor.es.