Los que llevan mucho tiempo siguiendo a Horas y Minutos seguramente me han oído repetir que la relojería moderna comienza con John Harrison y la creación de su cronómetro marino, cuya historia conté a propósito de este Bell & Ross. Yo no conozco a otras marcas que no sean Thomas Mercer que se dediquen a hacer cronómetros marinos, y es una pena: a mí me parecen máquinas fascinantes que además te permiten disfrutar de la relojería a grandes dimensiones. Te puedes pasar horas (o yo me puedo pasar horas) admirando el funcionamiento de estas maravillas. Cierto es que quizá no vayamos a comprar un yate en los próximos meses y a lo mejor un Atmos resulta más asequible, pero nada nos impide soñar un poco. Y este Crystal Chronometer puede formar parte de uno de esos sueños.
En los años ochenta Thomas Mercer ofrecía este Crystal Chronometer de aquí arriba que a mí, como hijo de mi generación que soy, me recordó instantáneamente a un TIE Fighter (y ahora ya no vas a poder verlo de otra forma). Era un cronómetro relativamente pequeño, que podría estar en una casa.
El reloj original se caracterizaba por su innovador movimiento de ocho días, de disposición horizontal, montado en una caja giratoria de cristal cilíndrica sobre un zócalo rectangular. La esfera estaba parcialmente esqueletizada, con un anillo de capítulos romanos plateado y esferas subsidiarias excéntricas para los segundos y el indicador de reserva de marcha.
Fiel a su lema «Respetar el pasado, reinventar el futuro», Thomas Mercer evoluciona ahora el Crystal Chronometer, introduciendo un conjunto de características innovadoras: El marco de latón dorado da paso a elegantes elementos de piedra de ónice naranja. Esta rara variedad procede de México y destaca por su bajo nivel de inclusiones, lo que la hace casi pura y casi orgánica a la vista. Las medidas son ancho: 405 mm, alto 260 mm y fondo: 260 mm, Es decir, perfectamente ubicable dentro de una casa.
La elección del ónice se extiende también a la esfera, confiriéndole un aspecto refinado, pero manteniendo su original blancura. Los numerales romanos y los del pequeño segundero están pulidos y aplicados, para reflejar mejor la luz.
El calibre TM0805 añade el calendario anual y la carta celeste a las indicaciones originales de reserva de marcha y segundero descentrado. Al perpetuar la herencia marítima de la marca, la carta celeste es un homenaje a los antiguos navegantes que, en la antigüedad, trazaban su rumbo utilizando las estrellas en combinación con un cronómetro marino.
El mapa estelar muestra, en tiempo real, las constelaciones sobre el cielo del Observatorio de Greenwich o, a petición del cliente, sobre un lugar de su elección. Recordemos que en este mundo de los yates de lujo, la personalización es uno de los elementos más importantes de diferenciación.
Además de las nuevas complicaciones, el movimiento del Crystal Chronometer hace gala de un innovador sistema de cuerda y ajuste. Las disposiciones para dar cuerda y ajustar las agujas a través de la parte trasera del cristal cilíndrico en el modelo original, se sustituyen ahora por dos coronas inspiradas en los relojes de pulsera. Estas coronas pueden extraerse y girarse para dar cuerda al mecanismo y regular las indicaciones de horas, minutos, calendario anual y carta celeste, respectivamente.
Tal como siempre hace Thomas Mercer, fiel a los mecanismos tradicionales en los cronómetros marinos, el Crystal Chronometer incluye un volante de fiador y un mecanismo de fuerza constante de huso y cadena. Si a esto le unimos el volante oval y una frecuencia de oscilación de 14.400 alternancias a la hora, el reloj se convierte en un placer visual absoluto. Además se ha elegido para protegerlo un zafiro extraclaro, que es un cristal con bajo contenido de óxidos de hierro, lo que permite una mayor entrada de luz y una menor distorsión del color.
Como este Crystal Chronometer está destinado a un mundo tan exclusivo como el del yate, el precio hay que solicitarlo. Ojalá estuviera en disposición financiera para hacerlo. Más información en ThomasMercer.com.