El terrible caso de «Las Chicas del Radio»
Una triste historia de abuso y muerte
Seguramente la peor historia relacionada con la fabricación de relojes es la conocida como «las chicas del radio» (que no de la radio). Una tragedia en la que se aúnan un poco de desconocimento científico sobre la radiación y un mucho de falta de escrúpulos empresariales. En mi vídeo sobre los Nightlume y Horoblack de Bell & Ross contaba cómo desde que Marie Curie descubrió el radio la sustancia se aplicó en un muchos de campos, y al principio sin saber en absoluto su enorme peligro. Más aún, se pensaba que era una cura milagrosa para muchas enfermedades porque se había constatado que era eficaz en el tratamiento de algunos cánceres. De esta forma se hicieron multitud de productos impregnados con radio o sus derivados, algunos de los cuales presento aquí.
También se comenzó a usar en los relojes durante la primera guerra mundial, y por supuesto después. Ese fue el origen de las Radium Girls o chicas del radio. En la empresa United States Radium Corporation cientos de mujeres eran contratadas para pintar con radio las esferas de los relojes. Aunque la dirección estaba al tanto de los peligros del material radioactivo a las trabajadoras se les decía que no había ningún problema con él. Así que muchas de estas chicas del radio se aplicaban el material en el pelo, la lengua o la piel para sorprender a los suyos.
El proceso para pintar las esferas consistía en mojar el pincel en agua, después en el radio y después pintar. Pero como el pincel se deformaba después de unos pocos trazos, para no perder tiempo ni material la empresa les pedía a las que luego serían las Chicas del Radio que afinaran la punta de los pinceles con la boca. Las empleadas lo aceptaron de buen grado porque cobraban por esfera pintada así que cuantas más, mejor. De esta forma las mujeres, que pintaban unos doscientos relojes al día, estaban tragando radio continuamente. Llegaban a pintar unas 200 al día.
Una de las trabajadoras de la fábrica, Grace Frayer, entró en 1917 y se marchó en 1920. Un par de años después comenzó a tener problemas bucales porque se le empezaron a caer los dientes. Grace fue de doctor en doctor tratando de averiguar qué le pasaba, y por fin dio con uno que le dijo que era su antiguo trabajo el que le estaba ocasionando esos problemas.
Después se fueron identificando más mujeres con problemas sobre todo dentales. Se sabe, por ejemplo, que una trabajadora fue al dentista a que le sacaran un diente y se desprendió la mandíbula entera. Ocurre que el cuerpo confunde el radio con el calcio, así que lo fija en los huesos. Desde ahí irradia todo el cuerpo, lo que produce en primer lugar necrosis ósea, que explica por qué todas las mujeres tenían problemas en la boca. Pero además de literalmente comerse los huesos crea terribles tumores que acaban con la vida de los afectados rápidamente.
Finalmente en 1927 Grace decidió denunciar a la empresa que por cierto creó numerosos informes falsos en los que afirmaba que su mala salud y la de otras trabajadoras también enfermas era debida a genética o, sobre todo, a sífilis. Trataban, claro, de hundir su respetabilidad. A la causa se unieron otras cinco trabajadoras, todas enfermas. Pedían 250.000 dólares para cada una. La empresa, como proveedor del gobierno, tenía mucha influencia y consiguió retrasar el juicio todo lo que pudo, mientras la salud de las mujeres se deterioraba rápidamente. En la primera audiencia, en enero de 1928, dos de ellas estaban permanentemente en cama, y ninguna de ellas podía ni levantar el brazo. Grace había perdido todos sus dientes.
Su caso comenzó a aparecer en la prensa debido a lo llamativo de su estado, y las noticias llegaron incluso a Madame Curie, que afirmó «me gustaría poder ayudar de alguna manera, pero es imposible: una vez entra la sustancia en el cuerpo no se puede destruir». Es decir, vino a confirmar lo que todos sabían: las Chicas del Radio estaban condenadas a muere. A la siguiente audiencia, en abril, las mujeres ya no pudieron acudir. Y encima el juez suspendió el juicio hasta septiembre porque algunos testigos de la empresa «estaban de vacaciones en Europa».
El escándalo en la prensa fue tal que al final se convocó la audiencia para junio, pero previamente US Radium ofreció un acuerdo a las Chicas del Radio. Su situación era tan límite que aceptaron. Recibieron 10.000 dólares cada una, que equivalen a unos 100.000 dólares de hoy en día, además de tener sus gastos médicos y legales pagados, y recibirían 600 dólares anuales durante el resto de su vida.
Pocas de estas indemnizaciones se llegaron a cobrar. En 1933 murió Grace Frayer, la última de las Chicas del Radio. No se sabe cuántas más mujeres murieron como consecuencia de la exposición a la radiación, pero sabiendo que la empresa contrató a más de 4.000 personas y a día de hoy las instalaciones siguen sin estar descontaminadas, los números, si alguna vez se hubieran sabido, hubieran sido de auténtica catástrofe.
El único lado positivo de esta tragedia es que a partir de ella se volvieron mucho más estrictas las normas de seguridad y salubridad en la industria norteamericana, además de establecer compensaciones por enfermedades de trabajo.
Sin duda a un coste terriblemente alto.