En la manufactura de Nomos Glashütte
Un privilegio y un placer poder visitar la casa de una de mis marcas favoritas
Visitar la manufactura de Nomos Glashütte es para mí algo muy especial, porque es una marca que siempre me ha gustado, tanto por sus relojes como por su forma de enfrentar el negocio de la relojería. Siempre ha ido por derecho, sin esquinas o zonas oscuras. Eso, en el mundo actual y un tanto escurridizo de la industria relojera es un activo que despunta claramente, porque no es muy habitual.
Es sabido por todos que Glashütte es la cuna de la relojería sajona y, sin duda, la zona más productiva y con mejores argumentos para competir con la industria suiza. En Glashütte se hacen relojes en todos los segmentos de precio, pero con un aura de calidad que a día de hoy no hace sino crecer, sin muesca alguna. Además ocurre que el nombre de Glashütte es como en los buenos vinos: una denominación de origen, que obliga a que los relojes que lleven ese nombre en la esfera estén hechos en Glashütte (el 95% de las piezas de Nomos se hacen en la manufactura) y que además estén decorados de una manera muy determinada y, a la vez, exigente. Siempre hablo de esa decoración en cada artículo que escribo sobre la marca, pero se puede ver en el vídeo sobre los neomatik.
Las instalaciones de la manufactura de Nomos Glashütte se dividen en cuatro localizaciones: la central de Glashütte, la Chronometrie (también en Glashütte) donde se ensamblan los relojes, la de producción en Schlottwitz (a escasos 6 kilómetros de Glashütte) y Berlinerblau, la de diseño, que está en Berlín y donde comencé mi visita.
BERLINERBLAU
Berlinerblau es el centro de diseño de la manufactura de Nomos, en el que trabajan unas 40 personas de las aproximadamente 300 que emplea la compañía. Está ubicado en un precioso edificio industrial de primeros del siglo XX, al que se accede atravesando la entrada principal y adentrándose en uno de los patios. La oficina de Berlinerblau se sitúa en una planta que, aún siendo interior por una de sus partes, está llena de luz.
Hay que recordar que Berlín fue una de las sedes del movimiento Bauhaus, y su influencia permea casi todo el diseño que se crea en la capital germana. Así, aunque el Tangente, el reloj más representativo y el mayor superventas de la casa, no fue diseñado en Berlín, sí está inspirado en un reloj de Lange de los años 20. Y esa misma disciplina estética tienen todos los relojes de Nomos. En Berlín se han diseñado los Ahoi, Metro y Lambda. Y también los recientes A Century of Bauhaus que vimos con fotos en vivo y que eran una cita ineludible en curriculum de Nomos. Y, también los Autobahn que también vimos en vídeo.
En Berlinerblau se hace tanto el diseño de los relojes en todos sus detalles como todo lo que abarca el universo que rodea el reloj, desde los textos que acompañan a cada uno, a la publicidad o a las redes sociales. Se podría pensar que diseñar un reloj es una tarea fácil, pero nada más lejos de la realidad. Berlinerblau es un ejemplo del enorme trabajo que supone diseñar un modelo, con un mueble entero dedicado a los diseños de esferas, de los cuales muchos acabaron por se rechazados.
Todos los detalles se analizan exhaustivamente para llegar a crear un reloj intachable, tal como nos dijo Thomas Höhnel, Director de Diseño, en larga una conversación que mantuve con él. Cada milímetro cuenta, cada curva es importante. Basta con mirar el cuadro en el que se ve la grafía de los numerales: el paso del Tangente al Tangomatik (la versión con calibre automático) significa una versión de números más ligera, menos seria. Ves los relojes por separado y quizá no te des cuenta; puestos uno al lado del otro adquieren toda la importancia. Por cierto que es una tipografía creada por la propia Nomos. O las sutiles modificaciones de la letra «Avant Garde» para adaptarla al neomatik.
Un ejemplo claro de lo que significa jugar con diseños, formas y colores está colgado en una de las paredes de la Berlinerblau: son la infinidad de diseños del Tetra, uno de los relojes más carismáticos de Nomos que ha sabido pasar de ser un reloj de mujer a tener versiones para (y muy deseadas por) los hombres. En Berlinerblau tuve una larga conversación con Thomas Höhnel, director de diseño de la casa (su primer reloj diseñado fue el Ahoi) que escribiré para Horas y Minutos más adelante.
GLASHÜTTE
La sede central de la manufactura de Nomos Glashütte ocupa el lugar de la antigua estación de Glashütte. Ahora es un edificio excesivamente pequeño para albergar la empresa, pero qué bueno es que Nomos lo haya mantenido como sede histórica, y eso que imagino que no debe ser barato de mantener porque la presión por el suelo debe ser muy grande en Glashütte, dado el constante crecimiento de su industria.
Esta sede central alberga ahora el servicio administrativo y la alta dirección. Tiene además una extensión acristalada sobre el andén que resulta fabulosa como punto de encuentro para los empleados (la fiesta de Navidad se alterna entre Glashütte y Berlín) y como área de recepción a las visitas, así como perfecto marco para exponer los productos. La verdad es que el sitio es relajante, con una quietud sólo rota por el paso del tren. Y es que la estación sigue funcionando como nexo de unión con Dresde y otras ciudades.
SCHLOTTWITZ
Las instalaciones de Schlottwitz son las dedicadas a la fabricación más metalúrgica de la manufactura de Nomos Glashütte. A menudo este tipo de instalaciones carecen de atención porque son sitios con ruido, calor y máquinas industriales que poco tienen que ver con el oropel del marketing de los productos de lujo. Y sin embargo sin esto no existirían los relojes.
Decía al principio que Nomos fabrica el 95% de sus piezas de manera interna. Esto es un esfuerzo económico notable, porque podrían encargar muchas de ellas a empresas de suministros, y sin embargo han optado por hacer ellos la inversión. Esto sólo tiene un objetivo: controlar al máximo todo la cadena productiva, de manera que alcance y mantenga el nivel de calidad que se exige a sí misma. Voy a poner un ejemplo que, como sólo es uno, es muy reduccionista y a lo mejor ni siquiera representativo, pero sirve para hacernos una idea. Esto son trozos de metal en bruto para hacer engranajes. Puse el dedo en la foto para tener una perspectiva de su tamaño:
Pues bien, un operario toma una a una cada pieza y la coloca en una máquinaque se encarga de fresarla para crear el número de dientes deseado. Está protegida por ese pequeño papel cuadrado blanco:
Una vez terminado el proceso se saca y se comprueba al microscopio que la pieza es como se desea:
Después queda el pulido y la decoración que corresponda. Esto es un proceso que perfectamente se puede externalizar, pero realizarlo en la manufactura de Nomos Glashütte de una idea de su perfeccionismo. Sirva también como ejemplo de lo intensiva que es la construcción en cuanto a mano de obra. Y eso que tanto Nomos como cualquier otra manufactura moderna están llenas de máquinas de control numérico para automatizar muchas operaciones, que hechas a mano dispararían el coste y además no serían tan precisas.
CHRONOMETRIE
Chronometrie es el nombre de uno de los edificios de Nomos. Es el centro de investigación y desarrollo de la marca, así que hay poco que fotografiar porque es todo secreto. Aquí es donde se desarrolló el Swing System, el conjunto de volante y áncora desarrollado por Nomos y que supuso una inversión de 12 millones de euros. Pero también supuso la liberación de tener que comprar a otros el sistema, con lo que ello significa.
Pero también trae una complicación añadida, porque el volante no tiene tornillos de regulación y se equilibra mediante la compensación de pesos, de manera que cada volante va a necesitar rebajar material de uno u otro lado para alcanzar el equilibrio perfecto. Esto es un conocimiento que en Nomos tiene 3 ó 4 personas, según nos contó Lutz Reichel, ingeniero de diseño que además habla español con acento mexicano, porque se crió allí.
Desde su fundación en 1990 hasta ahora Nomos ha creado 6 calibres manuales y 7 automáticos, lo que demuestra la potencia creativa de una casa que no emplea a más de 300 personas. Todos los calibres de Nomos están regulados en 6 posiciones, una más de la requerida para las pruebas de certificación de cronómetro. Entre la fabricación, el montaje, la decoración y sobre todo el control de calidad tanto de acabados como de cronometría, cada reloj de Nomos tarda aproximadamente 15 días en estar terminado. Eso da una idea de la altísima calidad de unos relojes que, recordemos, tienen una base industrial en su concepto de fabricación pero que sin embargo cuidan los detalles como ninguna otra empresa de su estilo hace. Y además siempre con calibres de manufactura.
No quería dejar de señalar que en la propia Glashütte Nomos tiene una pequeña y encantadora boutique. Pero su tamaño no debe llamarnos a engaño: resulta que es la tiene que más relojes vende de todas las que ofrecen Nomos. Muchos alemanes vienen de visita a Glashütte y el colofón del viaje es la visita a la boutique para llevarse un buen recuerdo.
Como colofón a mi visita tuve la oportunidad de charlar con Uwe Ahrendt, el Director General de la compañía, que es tan amable y cercano como todo el mundo en Nomos. Un final perfecto a dos días fantásticos, por los que debo mi agradecimiento a toda la estupenda gente de la manufactura de Nomos Glashütte. Pero especialmente a Katharina Ehrmann, que se encargó de que el viaje fuera una delicia, y a Patricia Hellmuth, que organizó el viaje pero quien en el último minuto fue atacada por una grosera gripe veraniega. Espero volver pronto.
Más información en NomosGlashütte.es.