Los nuevos Omega Chrono Chime: dos cronómetros con sonería
Una deliciosa variación sobre el sonido y la cronometría
En la interesantísima entrevista que hice a Gregory Kissling, el director de desarrollo de producto de Omega (y, en mi opinión, el próximo CEO de la marca, cuando llegue el momento), me dijo: «no vamos a diseñar un repetidor de minutos o un calendario perpetuo. Eso es para otras marcas. […] Hay también una estructura de grupo dentro de Swatch que se respeta, así que no vamos a hacer complicaciones que ya hacen Breguet, Blancpain or Glashütte Original.» Pues bien, eso acaba de saltar por los aires con estos nuevos Omega Chrono Chime. Y me parece muy bien, porque son dos relojes exquisitos.
Esta nueva y sorprendente edición numerada une el primer reloj de pulsera con repetición de minutos del mundo -producido por OMEGA en 1892- con los cronógrafos de bolsillo utilizados para cronometrar los Juegos Olímpicos de 1932, que marcaron el debut de Omega como cronometrador oficial. ¡Hace 90 años ya! Son dos relojes completamente distintos por fuera: una reinterpretación de los modelos de aquellas olimpiadas, y una adaptación del modelo más representativo de la casa; el Speedmaster.
Pero para crear estos Omega Chrono Chime no se podía adaptar un calibre ya existente, así que hubo que crear uno nuevo. El Calibre 1932 Co-Axial Master Chronometer es un cronógrafo y repetidor de minutos, con 35 mm de diámetro. Producido no mediante la superposición, el retoque o el ajuste de piezas nuevas a las antiguas, sino fusionando ambas funciones en un solo movimiento. De hecho, es el calibre más complicado que Omega haya fabricado jamás. Para que el portador pueda marcar el tiempo transcurrido, de forma segura y suave, requiere su propio «cerebro» mecánico para fusionar las funciones perfectamente.
Fue desarrollado junto con Blancpain, que ya sabemos que también pertenece al grupo Swatch y que tiene una enorme capacidad de desarrollo de calibres. Se tardó seis años en crear este movimiento 1932. Para empezar, había que modificar el calibre Co-axial creado por George Daniels. Este motor se mueve a 25,200 alternancias por hora, mientras que, para el calibre 1932 de los Omega Chrono Chime, hacía falta 36.000 (es decir, 5 Hercios o lo que comúnmente conocemos como «alta frecuencia»).
Esto es porque se buscaba poder ofrecer mediciones de una décima de segundo, como en los cronómetros deportivos de 1932. Además también hubo que añadir tres levas de timbre al ya complicado mecanismo del cronógrafo, incluir dos funciones de seguridad para evitar la manipulación indebida e integrar una función de fracción de segundo. Y lo que es más, para alcanzar la categoría de Master Chronometer, el calibre tenía que soportar campos magnéticos externos de 15.000 gauss, lo que requiere el uso de 50 componentes no ferrosos.
Conseguir un calibre así ha derivado en 17 nuevas patentes, nada menos. Pero es que además es una belleza. Cepillado, satinado y pulido a espejo, con puentes circulares con fondo graneado y letras en relieve satinadas. Todo hecho a mano, con 46,44 gramos de oro. Precioso a la vista y al oído.
El mecanismo de sonería tiene una configuración tradicional de doble martillo, que en este caso golpean gongs de oro Sedna fijados al cuerpo de la caja para producir el sonido con mayor volumen.
En ambos Omega Chrono Chime la sonería señala el tiempo transcurrido en la medición del cronógrafo, y se acciona mediante un pulsador. No está en la misma posición en los dos relojes, porque en el Speedmaster el calibre se ha girado para acomodarlo mejor en la caja.
OMEGA OLYMPIC 1932 CHRONO CHIME
El reloj más fiel a los usados en las olimpiadas es este Olympic 1932 Chrono Chime, fabricado en oro Sedna de 18 quilates. Tiene un diámetro de 45 mm y una altura de 16,9 mm, así que en la muñeca tiene que ser muy notable. Es un cronógrafo rattrapante monopulsador, accionado a las 12 horas (como en los relojes de bolsillo). La segunda manecilla del crono se maneja con el potente pulsador a las 11 horas.
Tiene una esfera esmaltada «Grand Feu», adornada con un bisel interior de plata decorado en guilloché. Las subesferas tienen una decoración que la casa ha llamado «ondas acústicas».
La correa de piel marrón con hebilla de oro Sedna incluye el nuevo sistema patentado Quick-Change, y por una razón muy práctica: La caja de nogal de este Omega Chrono Chime incluye una correa de piel adicional y dos cordones de cuero, que permiten llevarlo como un discreto reloj de bolsillo o un cronómetro alrededor del cuello. La caja suena tan bien como su aspecto promete: cuenta con una placa de resonancia hecha de abeto para amplificar el sonido.
El precio es, sin duda, sorprendente: 420.000 francos suizos. No es una edición limitada (en mi opinión, con ese precio, debería), pero no se van a fabricar más de 5 relojes al año.
OMEGA SPEEDMASTER CHRONO CHIME
Para los amantes irredentos -y muy ricos- del Speedmaster, no hay nada igual a este otro Omega Chrono Chime (salvo el Moonwatch que Buzz Aldrin llevó en la luna, perdido en su traslado al Museo Smithsonian).
El reloj, de 45 mm de diámetro y 17,3 mm de altura, es también una «Numbered Edition» (numerada, pero no limitada) y también está fabricado en Sedna. Está inspirado en la 2ª generación del Speedmaster, lo que lo convierte en una pieza conmemorativa por derecho propio, ya que el CK 2998 fue el primer reloj usado en el espacio hace ahora 60 años.
La esfera, en esmalte azul de aventurina «Grand Feu», cuenta con un bisel interior y subesferas en el mismo oro Sedna con «ondas acústicas» que el homenaje a los Juegos Olímpicos (y que no me acaban de convencer, esa es la verdad). Los marcadores de hora y las agujas de hora y minutos son de oro Sedna pulido estilo diamante. Las manecillas de las subesferas han sido azuladas y la punta de la aguja principal del crono está en rojo, para añadir color y mejorar la lectura.
Los afortunados que puedan comprar este Speedmaster también lo recibirán en la caja de presentación especial de nogal con placa de resonancia. El precio es de 450.000 francos suizos. No cabe duda de que Omega, con estos precios, se mete en un terreno completamente nuevo, ya que son muy pocos los relojes por los que se paga esas cantidades de dinero. Pero ya sabemos que la escasez es el motor del lujo y, si hay colas eternas para conseguir el Speedmaster Snoopy que vimos en vivo, seguro que para estos Omega Chrono Chime las habrá aún más largas.
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