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¿Cambiarán los smart watch la relojería tradicional?

Con el revolcón que ha supuesto el Apple Watch el futuro de la relojería se llena de incertidumbres

Moto 360, Asus ZenWatch, Apple watch

 

Los llamados “relojes inteligentes” han tenido hasta ahora un éxito más bien discreto, encabezados fundamentalmente por Samsung seguido de LG. Sony –en realidad el primero en tener  un reloj así- ha hecho la guerra por su cuenta hasta que hace unas semanas anunció su idea de usar Androidwear. Sin embargo, las marcas han seguido creyendo que hay un mercado por conquistar y han seguido sacando nuevas versiones. Es obvio que esta persistencia es la que ha acabado convenciendo a Apple de que sí que puede haber un mercado interesante, y también ellos se han lanzado a la conquista. Con toda su caballería.

Fitbit y Apple Watch
Fitbit y Apple Watch. Photo by Andres Urena on Unsplash

Apple lo ha hecho de una manera distinta: mientras que hasta ahora los relojes inteligentes eran aparatos tecnológicos con formas muy simples que recuerdan a los antiguos Casio con calculadora, Apple ha lanzado un instrumento que se inspira en las formas de la relojería clásica y que ofrece una personalización que busca ser tan variada como la que hay en el mercado de relojes; probablemente porque es consciente de que un reloj electrónico, al igual que un móvil, va a estar la mayor parte del tiempo con la pantalla apagada para ahorrar batería (aunque te den la opción de que esté siempre encendida), o como mucho con una leve indicación de la hora.

Por tanto la personalidad, el sentimiento que transmita tiene que estar en lo demás: la caja y las pulseras. De ahí que ofrezca diversos materiales para la primera (incluido el oro macizo amarillo o rosa) y sobre todo una enorme gama de correas de piel o caucho y brazaletes metálicos, de eslabones y milanesa.

ASUS ZenWatch
ASUS ZenWatch

Hagamos un inciso para decir que esta nueva idea de diseño ya se había visto en el adelanto del Moto 360 de Motorola y del Asus Zen Watch, ambos con formas clásicas, correas de cuero y promesa de muchas más formas de personalización. Pero claro, nadie tiene un amplificador como el que disfruta Apple –por méritos propios, desde luego-.

Apple watch corona

Seguimos: las medidas del Apple Watch están tomadas también de la relojería tradicional: tiene 38 mm de altura (como un reloj de vestir) o 42 mm en su versión deportiva (como otros muchos relojes deportivos). Por último integra una corona para moverse por la pantalla, otra inspiración clásica –que también tiene el Moto 360, aunque éste sólo como medio de confirmación de funciones-. Curiosamente, y aún siguiendo tantos patrones relojeros, la corona la ha puesto en una posición rara, casi en la esquina superior derecha en vez de en medio, resultando un “moño” al que visualmente cuesta acostumbrarse. Eso sí, está decorada con nervaduras, una vez más, clásicas.

Pues bien, la pregunta que todo el mundo se hace –nos hacemos- es: ¿afectará esta nueva familia de productos a la relojería tradicional? ¿Estamos ante una nueva crisis del cuarzo, que casi acabó con ella? ¿Se unirá Suiza (y Alemania y Japón) a la nueva moda y lanzarán sus propios modelos?

Samsung Gear S
Samsung Gear S

Pues sí y no y depende. Los relojes inteligentes no son relojes como tal. Son aparatos electrónicos que tienen, entre sus muchas funciones, la de dar la hora, simplemente porque se lo permite la pequeña computadora que llevan dentro. Pero no han nacido con la idea de ser sólo para dar la hora, sino de implementar muchas de las funciones ya existentes en el móvil e ir integrando otras que dependen del contacto con la piel (y las posibilidades son enormes, dependiendo de los sensores que integre). Pero, ¿por eso no son relojes?

Los relojes digitales (de los que Casio es el ejemplo paradigmático) nacieron con la idea de dar la hora, pero poco a poco han ido evolucionando y ahora dan muchas más cosas que las horas y minutos. Los Casio G-Shock, que tienen un público como mínimo tan devoto como el de los seguidores de los productos Apple, son auténticos centros de información generada por un microprocesador. Incluso alguna versión se conecta al iPhone y a los Galaxy  por bluetooth con las mismas funciones de aviso de llegada de llamadas, correos, etc. Pero nadie pone en cuestión que el G-Shock sea un reloj. A los smartwatch, sin embargo, no les concedemos el beneficio de la duda.

¿Deberían temer los relojes multifunción a los inteligentes? Un Casio o un Tissot T-Touch te lo pones y sales danzando, mientras que un reloj inteligente es en realidad, y por el momento, medio tonto: depende de su hermano mayor el teléfono móvil para ser útil. Algo tan básico para un aparato que quiere ser el acompañante de ejercicios, el GPS, no está disponible en ningún smartwatch (salvo en el Samsung Gear S que saldrá próximamente).

Pero es evidente que las marcas harán de estos unos aparatos cada vez más independientes de los móviles. Por ejemplo: el Samsung Gear que acabo de anunciar también puede llevar la tarjeta SIM, que le libera del móvil; un indicio de por dónde van a ir las cosas. Si además añaden otras configuraciones de cajas más resistentes a los golpes (¡y al agua!) entonces sí que deberían considerarlos como un verdadero peligro. Francamente, miras la pantalla del Apple Watch, del Asus o incluso del modesto LG (aún por salir) y después miras la de un G-Shock, y el Casio se va de la habitación con el rabo entre las piernas: se ha quedado antiguo.

casio-g-shock-y-apple-watch

Otro de los problemas de los relojes inteligentes es la duración de la batería, que adolece de los mismos problemas que los móviles: apenas duran 1 día. Hay que olvidarse por tanto de utilizar el reloj en viajes largos, acampadas, etc. Encima ningún fabricante ha implementado para sus relojes un sistema de carga compatible con el del móvil. Alguna razón habrá, claro (aparte de la de vender más), pero sin ninguna explicación disponible suena maquiavélico que obliguen a los usuarios a llevar encima dos cargadores.

Los móviles, que tienen baterías mucho más grandes, todavía no han resuelto el problema, así que en el caso de los smartwatch me temo que falta mucho más tiempo aún. Cierto es que Tissot lo ha solucionado con un panel solar, pero no es menos cierto que tiene que alimentar una pantalla digital tradicional y no una como la que tienen estos nuevos relojes. O, incluso, podrían aprovechar la corona para que sirviera de dinamo (como en algunas linternas), o incluir un rotor. En cualquier caso con el tiempo sí se resolverá este inconveniente (sin duda el mayor), aunque sea a largo plazo, poniendo un impedimento más a los relojes digitales multifunción clásicos.

Pero no nos engañemos: nos hemos acostumbrado a tener que cargar el móvil cada día, y lo mismo ocurrirá con el reloj.

¿Y los cuarzos baratos? O sea los Swatch, porque el nombre de la empresa ya ha dado nombre a la categoría. A mí me parece que la diferencia de precio es demasiado grande como para verse afectados, y no creo que los fabricantes de relojes inteligentes vayan por ahí tampoco.

LG G Watch R
LG G Watch R. Recuerda al TimeWalker de Montblanc

Sin embargo los cuarzos entre 200 y 500 euros (rango de precio en el que se moverán los relojes inteligentes) sí que deberían ver en estos artículos un verdadero peligro. Yo creo que nadie que compre un Certina, un Tissot, un Edox (por hablar de marcas con raíces en la relojería tradicional pero cuyo principal negocio es el cuarzo) o un Viceroy, un Diesel o un Sandoz lo hace por amor a la relojería tradicional. Es a menudo un regalo o una compra de impulso (como cualquier artículo de moda) y, en el caso de los hombres, de forma mayoritaria el único adorno que llevan. ¿Qué impide entonces preferir un smartwatch que te da las mismas funciones pero añade muchas otras, no siendo la menos importante las incontables posibilidades de personalización? Se puede elegir la esfera del reloj de entre las muchas que se ofrecen, con lo que la apariencia inicial ya está cubierta.

smartwatch
Foto de Saffu en Unsplash

Las correas estarán disponibles de muchos materiales y formas, y al parecer más baratas que las tradicionales. Además el llevar el smartwatch transmite de por sí una afirmación sobre el que lo lleva: estoy a la última, soy dinámico y mi vida está llena de actividad. Lo que antes representaba un cronógrafo ahora lo puede hacer un reloj inteligente. Es cierto que sigue existiendo el problema de la durabilidad escasa de la batería, pero eso viene después, cuando ya se ha hecho la venta. Y si al final el usuario se cansa de tener que cargar el reloj y lo deja arrumbado en un cajón no será una pérdida seria porque el coste no es muy alto (lo mismo que pasa con los relojes de cuarzo).

Apple Watch y Omega Speedmaster

¿Y qué ocurre con la alta relojería? Aquí entramos en un campo de juego distinto. Los relojes mecánicos se buscan sin necesitarlos. Son perfectamente prescindibles porque la hora te la da más exacta otro tipo de aparatos. Por tanto si vas a comprarlo, si vas a regalarlo, es porque aprecias su valor como instrumento mecánico. Dudo mucho que alguien fuera por ahí presumiendo de haber cambiado su Jaeger-LeCoultre por un Apple watch. No hay forma de que se establezca un debate entre un Vacheron Constantin y un smartwatch. Ni aunque sea de oro.

Sin embargo, sí que veo factible que alguien que se ha comprado por ejemplo un Bell & Ross y quiera adquirir otro adorno para su muñeca elija -por ejemplo- un Apple Watch de acero y milanesa en vez de, digamos, un JeanRichard. De esa forma a lo mejor lleva el reloj electrónico en el día a día y el mecánico para salir por la noche o los fines de semana. ¿Por qué no? No estamos hablando de alguien a quien le ha sido transmitido el saber relojero en una ceremonia de iniciación de cuya existencia todo el mundo sospecha pero de la que los privilegiados asistentes nunca hablan. No.

Wearables

Muchas de estas marcas apelan a la idea de moda para vender sus relojes (a menudo ni siquiera se sabe qué calibre montan, simplemente dicen “movimiento automático”). Estoy convencido que muchas de sus ventas se deben a  la presencia, no a la mecánica. Pues  a la moda apuntan también los smartwatch. No sería de extrañar por tanto que los relojes mecánicos de precio medio notaran el mordisco de este nuevo accesorio.

Apple Watch correa marrón
Apple Watch correa marrón

Hay un factor más a tener en cuenta: el mercado de la mujer. Todas las casas relojeras saben que es difícil que la mujer vea a los relojes como algo más que adornos, como los brazaletes o los collares. En ese respecto los smartwatch son un objeto perfecto: son moda, son personalizables, son baratos. Un éxito seguro. Más aún, Apple se ha dirigido al mundo de la alta moda porque quiere que las marcas personalicen su Apple watch y lo vendan como un artículo exclusivo más, por lo que no tardaremos en ver a famosas llevando alguna edición limitada en sus apariciones públicas, convirtiéndose, una vez más, en prescriptoras de moda. Marketing gratuito para Apple. Y tengamos en cuenta que las mujeres utilizan mucho el móvil para sus relaciones sociales (no tanto -o no prioritariamente- para el deporte), por lo que sabrán apreciar lo que les ofrece el reloj inteligente sin tener que sacar el teléfono del bolso, además del puro valor decorativo.

Apple Watch

Lo que me lleva a un último punto: Apple ha anunciado que habrá versiones en oro macizo. Personalmente, no pienso que ese sea el camino correcto. Cubrir las cosas de oro no las hace elegantes ni valiosas (más allá de su valor al peso), y no creo que se vayan a vender muchos, salvo en sectores muy nicho (se me ocurren raperos, jugadores de baloncesto o fútbol americano, por ejemplo). Pero sí da una idea del objetivo final de Apple: sustituir al reloj tradicional en cuantos mercados pueda.

Y no olvidemos: el seguidor de Apple es absolutamente fiel, como el seguidor de Rolex: compra un producto hecho de manera industrial (perfecta, pero industrial) que se fabrica por millones, pero lo considera como una pieza única que Steve Jobs ha creado en exclusiva para él (o Hans Wildorf, en el caso de Rolex). Esa devoción es la que se traduce en ventas millonarias, que puede terminar robándole el mercado a las marcas tradicionales (menos, curiosamente, a Rolex, porque el que lleva Rolex no lo va a cambiar por un smart watch).

Rolex y Apple Watch

Hay algo en lo que sí podría favorecer a la relojería tradicional: si consiguen que quien nunca lleva puesto un reloj comience a llevarlo (que lo dudo, o no por mucho tiempo) pueden sentar la base para que esa persona compre en un futuro un reloj tradicional.

No cabe duda que los próximos 5 años van a ser interesantes.

"Can't quite see it..." de The Media Blog
«Can’t quite see it…» de The Media Blog