En la muñeca: Richard Mille RM 67-01 Automatic Extra Flat
Una versión de su caja icónica pero con una altura más discreta
Puede gustar más o menos, pero de lo que no cabe duda es que los relojes de Richard Mille han entrado en la historia de la relojería moderna por derecho propio con una estética única y no por ello menos imitada (o precisamente por eso). Su interpretación de la caja tonel y de cómo ser una esfera es inmediatamente reconocible por todo el mundo. Ahora ofrece una variante muy interesante por lo que tiene de sobria: el RM 67-01 Automatic Extra Flat.
Este año en el SIHH 2016 Richard Mille se ha centrado sobre todo en presentar su nuevo modelo RM50-02 ACJ, un reloj que ha desarrollado en conjunción con el fabricante de jets privados Airbus Corporate Jets (ACJ), cuyo resultado ha sido un reloj cuya esfera tiene forma de ventanilla de avión y lo que hay dentro la forma de un aeropuerto en hora punta. Ese es el motivo por el que el stand de la firma tenía un cierto aire a cabina de avión, y por el que las azafatas que atienden al público iban vestidas de azafatas, pero de aeorlíneas.
Sin embargo también hemos podido ver el RM 67-01 Automatic Extra Flat que me ha gustado mucho más. De hecho me entusiasmado porque es el primer reloj de Richard Mille que me vería llevando -si pudiera permitírmelo, claro-. Y es todo debido a sus medidas: la caja mide 38,7 mm de ancho y 47,52 mm de asa a asa. En esto no se diferencia mucho de sus hermanos. Tampoco en el material en el que está construida -titanio-, aunque es cierto que esta vez es sólo titanio, no esas súperaleaciones a las que nos tiene acostumbrados la marca. Donde sí hay una gran diferencia es en la altura de la caja, que es de tan solo 7,7 mm en su parte más alta. Esto hace que la comodidad a la hora de llevarlo sea única, y muy agradable.
Es cierto que tanto como para que el nombre sea «Extra Flat», sabiendo los modelos que ya hay en el mercado, pero qué duda cabe que comparándolo con otros modelos de la casa éste es delgadísimo. Ello no quiere decir, sin embargo, que sea una caja sencilla de fabricar; todo lo contrario, que cobre vida implica 215 trabajos distintos de mecanización, lo que es es una verdadera locura. Los demás elementos son absolutamente reconocibles de la cartera de productos de la casa, con los característicos tornillos hexagonales que crean pilares sobre la carrura y un excelente cristal de zafiro que permite una perfecta visión de lo ocurre.
Y lo que ocurre es muy llamativo. Para evitar que al ser un reloj plano la imagen resultante también lo sea Richard Mille ha optado por esqueletar la esfera (y ya de paso el movimiento), de manera que la mirada se desliza desde el cristal exterior hasta el calibre pasando primero por unos índices creados a partir de metal sólido que ha sido ahuecado y rellenado con SuperLuminova. Al contrario por cierto que el modelo anterior, el RM 016, en el que los numerales estaban pintados sobre la parte inferior del cristal de zafiro. Lo mismo ocurre con las manecillas, con aspecto de pico de colibrí, muy discretas pero legibles. El 5 deja su espacio a una ventanilla vertical que muestra la fecha, sin duda el elemento que necesita más atención para descifrar su mensaje.
La esfera también incluye un grabado con las tres posiciones de la corona: W para dar cuerda, D para cambiar el día y H para cambiar la hora. Las tres letras están señaladas por una manecilla con una inserción roja. La corona es puntiaguda, una elección que le da mordiente al diseño pero que sin embargo no acaba de encajar con la idea de discreción que busca el reloj. Una corona más chata, como la que muchos de sus hermanos de manufactura llevan, le habría venido mucho mejor.
El calibre CRMA6 es de nuevo cuño, pensado expresamente para este reloj. Y eso significa que también se ha esqueletado para dar sensación de profundidad también en el reverso. El resultado es atractivo, con una masa oscilante calada muy bonita que me recuerda a media rueda de carro (aunque seguramente no es ese el efecto buscado). Por cierto que al hacer las fotos me pidieron que no tomara un primer plano de movimiento porque el nivel de copia que tiene Richard Mille es estratosférico, y cuanto menos pistas se den mejor. Ese es el motivo por el que la fotos están más alejadas. Debo reconocer sin embargo que me extraña un tanto, porque las fotos oficiales están hechas a todo detalle. Pero al fin y al cabo la distancia también permite apreciar la sensación de profundidad, francamente bien conseguida.
Sin duda este RM 67-01 Automatic Extra Flat es el reloj más de vestir de Richard Mille. Su ligereza y su excelente ergonomía -salvo el ya mencionado detalle de la corona- lo convierten en una delicia cuando se ata al pulso. Tiene una notable presencia particularmente por la correa de caucho blanco, pero puede pasar una jornada bajo el puño de una camisa de vestir sin ningún sobresalto. Además el precio es de lo más asequible para lo que solemos ver en la marca: 120.500 €, pero ya incluido el IVA. Más información: richardmille.com.