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En la muñeca: Omega Railmaster

Omega Railmaster

Para hacernos una idea de las dimensiones del negocio de Omega hay que señalar que cada año lanza unas 130 nuevas referencias al mercado y retira otras tantas. Sacar la cabeza entre ese océano de nuevas ofertas es difícil, y más cuando lo tienes que hacer entre pesos pesados como el Speedmaster o el Seamaster. Y en esa tesitura se encontró el Omega Railmaster en Baselworld 2017, feria en el que fue presentado de nuevo tras una desaparición de 6 años.

El año 2017 fue importante para la casa porque celebraba el 60 aniversario del lanzamiento de su Santísima Trinidad: en 1957 aparecían el Speedmaster, el Seamaster y el Railmaster. Cada uno tenía un público objetivo muy específico (pilotos de coches, deportistas subacuáticos e ingenieros y personal ferroviario respectivamente), pero ese público cambió con el tiempo. El Speedmaster, sin buscarlo, viajó a la Luna y eso cambió para siempre la perspectiva que el público tuvo de él. El Seamaster, aún manteniendo su espíritu marino, incorporó versiones que lo pusieron sobre tierra firme y lo hicieron un todoterreno. El Railmaster simplemente quedó como un reloj con aire deportivo para todo aquel que quisiera tener un aparato de contrastada exactitud.

Como decía en 2017 Omega celebró el acontecimiento lanzando la Trilogy Limited Edition, una recreación exacta de los tres modelos aparecidos en 1957 y uno de los estuches más deseados de todo el año, del que hablamos en este artículo. También lanzó una nueva edición del Omega Railmaster que, como decía al principio, quedó más o menos ahogada por sus hermanos mayores y que ahora he podido redescubrir y disfrutar.

Omega Railmaster con correa NATO hecha en piel

El nuevo Omega Railmaster es en realidad el Omega Seamaster Railmaster, porque el reloj queda englobado dentro de la familia del Seamaster. De hecho si nos fijamos sólo en la esfera el reloj recuerda al Seamaster de 007, al menos en dos de sus rasgos más significativos: los marcados índices horarios con la pátina beis y el segundero de lollipop (o piruleta, paleta, chupete o chupetín, dependiendo del país de hispanohablante en el que uno se encuentre). En realidad los triángulos horarios son perfectamente legítimos en el Railmaster porque el CK 2914 original los llevaba, pero el segundero de caramelo no y de hecho, salvo que esté equivocado, no lo ha tenido nunca.

Siendo el Omega Railmaster un modelo histórico no sé exactamente por qué la casa no le ha querido dar su propia colección: ¿ha sido una prueba que si no funciona (como ya ocurrió en el pasado) desaparece sin hacer demasiado ruido? Tal vez. Se podría argüir que cuando salió el Globemaster -que vimos con fotos en vivo- también quedó englobado dentro de otra colección (la Constellation), pero es que ni de lejos los Globemaster tienen el rango que el Railmaster. Al menos a los ojos del amante de la marca, que siempre ha cantado las alabanzas del reloj.

Omega Railmaster con esfera negra y correa de tela bicolor

En fin, lo que vaya a ocurrir en el futuro con este Omega Railmaster lo vamos a saber muy pronto, cuando comience Baselworld 2108. Mientras tanto vamos a ver los dos modelos que ha propuesto la casa como tarjeta de presentación. Tal como me dijo Frédéric Nardin, vicepresidente de Omega, en la única entrevista que ha concedido nuncala idea que se quiere transmitir con el Railmaster es la de un reloj versátil para todos los días. Y a fe mía que lo han logrado, y con honores.

La caja tiene 40 mm de diámetro y un poquito más de 12 mm de altura, lo que le da una versatilidad absoluta para caer bien a cualquiera. Llama poderosamente la atención cómo toda la caja y las asas están cepilladas, sin una sola superficie pulida; y si lleva brazalete éste también esta completamente satinado. Esto lo acerca más a los relojes-herramienta y a la vez lo singulariza, porque no hay relojes así en el mercado (o por lo menos a mí no viene ninguno a la cabeza a bote pronto).

Pero el tour de force del Omega Railmaster está en la esfera. Para empezar el Railmaster une los índices con una minutería de ferrocarril que hace perfecto honor a su origen ferroviario y sobre todo modera el tono más agresivo de la versión original. También acude a las manecillas de bastón -usadas en los años 60- en vez de las de punta de flecha. Y es que, recordemos, se pretende que el reloj pueda ser llevado todos los días en diferentes situaciones, por lo que las agujas de bastón son más adecuadas. Un dibujo en cruz atraviesa el centro, otro recuerdo de los años 60.

Pero, por encima de todo (aunque en este caso está por debajo de todo), la decoración de la esfera. El reloj se presenta con un satinado vertical que es una auténtica delicia, porque por un lado alinea la pieza con la década que homenajea y por otro le da un toque absolutamente personal. Últimamente hemos visto algunos relojes con esta decoración (éste de Laurent Ferrier es el caso más reciente), pero en ninguno es tan marcada como la del Railmaster. Y le sienta de perlas porque le da profundidad y capta la luz en infinitos detalles. Simplemente enamora a primera vista. Tanto los índices como las manecillas están pintadas con una Super-LumiNova que imita a la perfección la antigua pintura de radio. Sin embargo en la oscuridad el tono es azul, una elección acertada cuando se quiere acentuar la elegancia de un reloj.

Debajo del nombre del reloj, también en naranja, aparece una leyenda muy importante: Coaxial Master-Chronometer. Omega podía haber usado alguno de sus calibres coaxiales para este reloj, pero su idea es ofrecer lo mejor que tiene, y por eso todos sus relojes acabarán siendo Master-Chronometer. Además en este caso tiene aún más sentido porque el Railmaster nació con la idea de resistir los campos magnéticos (originalmente aguantaba los 1.000 Gauss), así que tener un motor que soporte 15.000 Gauss se antoja la mejor manera de homenajear al modelo histórico. El calibre, sin embargo, no se ve, porque está tapado con un fondo como el original. Hay que señalar que la figura está perfectamente alineada gracias al sistema patentado Naiad Lock, que apareció por primera vez en los Seamaster Planet Ocean Deep Black.

Y qué decir de cómo queda el reloj en la muñeca. Según te lo pones se convierte en parte del brazo, con un llevar natural e inadvertido. Sólo lo notas cuando levantas el brazo para mirar la hora y algún reflejo de luz hace que el negro se haga gris, o el gris se oscurezca. Esa es la razón por la que seguramente no te vas a enterar bien de la hora: vas a estar mirando la máquina, no la información que aporta.

El Omega Railmaster se ha lanzado en cuatro versiones: con brazalete de acero -con independencia de la esfera- tiene un precio de 4.700 eurosLa esfera gris puede llevar una correa NATO hecha en piel, en cuyo caso el reloj cuesta 4.600 euros. Por último, el modelo de esfera negra puede llevar una preciosa correa de tela bicolor. En este caso el precio es también de 4.600 euros. Aunque es mi favorita, por una diferencia de 100 euros es mejor comprar el brazalete. Veremos a ver cómo nos sorprende el modelo en Basilea. Más información en Omega.es.

 

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