El Rado Tradition 1965 es uno de los relojes que más me han gustado del año por ahora, desde que lo vi en Baselworld 2018. En realidad son dos relojes: un XL y un M; así, con la nomenclatura utilizada para la ropa, que no es que sea elegante pero es eficaz como ella sola. El origen de los relojes son los Manhattan, un diseño de Rado que apareció en 1965 para celebrar la entrada de la marca en el mercado norteamericano.
De hecho su llegada se había producido antes, con el DiaStar, que triunfó en Estados Unidos porque estaba construido con acero mezclado con carburo de tungsteno (o de wolframio), lo que confería una dureza de 8 en la escala de Moh (que llega hasta el 10, donde se sitúa el diamante). Un 8 en esa escala significa que, en contra de lo que decía la marca, el DiaStar sí se podía rallar, pero para ello hacía falta hacerlo con un diamante o con una herramienta de carburo de tungsteno puro. Así que sí que tenía una dureza que le hacía resistir las condiciones de un día duro de trabajo. El reloj fue por eso mismo muy bien aceptado por el mercado americano, que todavía estaba compuesto por una gran masa de trabajadores manuales. El DiaStar apareció en 1962 y para 1987 Rado había vendido 1,5 millones de unidades. A eso se le llama éxito.
Ese éxito, que casi podríamos considerar sobrevenido porque la marca no tenía presencia en Estados Unidos, llevó a la casa a considerar el lanzamiento de un reloj «americano». Y qué más americano que la isla de Manhattan, que sirvió de inspiración para crear ese nuevo pionero de la casa. El reloj tomó su forma a imitación de Manhattan vista desde el aire, con sus grandes avenidas y sus edificios altos y de planta cuadrada o rectangular. El modelo tuvo un éxito inmediato, lo que no deja de sorprender si pensamos que cuatro años después Heuer lanzó el Mónaco y fue un fracaso precisamente por sus formas cuadradas.
Rado presentó el Manhattan en tres tamaños, siendo el pequeño para mujer y el mediano con formas más redondeadas. Además el cristal tenía forma de domo y se unía a la caja mediante una junta especial que permitirá ofrecer una hermeticidad de 220 metros, que no está nada mal. Algunas versiones llevaban las esferas con la leyenda «Manhattan» impresa, que son ahora las más buscadas. El Manhattan tuvo una saludable vida comercial de más de 10 años, que no está nada mal para una propuesta tan arriesgada (y por tanto con una caducidad más acelerada).
El Rado Tradition 1965 toma las riendas donde la dejó su predecesor, con un planteamiento que difiere poco del difunto Manhattan. De hecho es más bien una actualización del reloj con los mejores elementos disponibles ahora mismo. Por qué Rado ha elegido un apéndice tan insustancial como «Tradition 1965» y no ha usado el nombre de Manhattan es algo que me gustaría que me explicaran, porque el nombre de Manhattan tiene un gancho instantáneo y no puede ser más fiel al origen del reloj. Además, aunque para referirse a algunas de sus piezas que recrean modelos históricos Rado utiliza el nombre Tradition en notas de prensa, en realidad no hay una colección que se llame así, y por ejemplo el estupendo Captain Cook queda englobado dentro de la colección Hyperchrome.
Podría ser que este lanzamiento, que es una edición limitada, fuera una prueba de mercado que si funciona diera pie a lanzar el modelo sin limitación de cantidades, pero con una caja así -más arriesgada ahora que en los años 60- lo dudo mucho. Lo que sí debería hacer Rado es crear la familia Tradition y meter ahí los modelos históricos que han salido (como el ya mencionado Captain Cook o el Hyperchrome 1616) y los que sin duda aparecerán en el futuro.
Pero volviendo al llamado -querámoslo o no- Rado Tradition 1965, decía al principio que el reloj viene en dos tamaños (en realidad en tres porque hay una versión femenina más pequeña). Y si el modelo original era atrevido en su forma pero también en su tamaño, los 37 mm de lado originales ahora dejarían a todo el mundo más o menos frío. Así que el modelo XL tiene una medida de 44 mm en su lado más ancho, mientras que el M es de 35 mm.
Si nos referimos al XL, que es la versión más interesante, un reloj con esquinas y de 44 mm de ancho puede hacer sonar alarmas sobre su facilidad de uso, pero como la distancia entre asas no es grande no se sale de los límites de la muñeca y por tanto se lleva muy bien. La caja está hecha de titanio con tratamiento PVD, lo que aúna la ligereza del metal con una protección antirralladuras que le viene de perlas, ya que el titanio es más propenso a marcarse. La caja del M es sólo acero. El cristal de zafiro tiene una elegante forma curvada que añade un toque más de estilo y que es fiel al original. La hermeticidad, sin embargo, se ha reducido a 50 metros (debería haber sido de 100 metros). La curva del cristal hace que la versión XL alcance los 11,8 mm de altura y la M los 10,6 mm, lo que se traduce en pocos problemas a la hora de conjugarlos con la ropa de vestir.
Bajo el cristal aparece una esfera realmente seductora, sobre todo en la versión XL. Tiene una decoración en satinado vertical (de sol en la versión M) que, según le dé la luz, pasa de un azul cielo a un azul marino profundo. Los índices aplicados son muy elaborados y con mucha altura pero que hacia la mitad comienzan a descender hacia la esfera. Tienen un reborde que imita la forma de las manecillas, con una apertura central que hace que recuerden a un diapasón.
El ecuador está muy equilibrado, con una avenida que lo recorre de un lado al otro. Comienza con una ventana de fecha y día, continúa al otro lado con el nombre de la marca y termina con el ancla de Rado que, como siempre, gira con el movimiento del reloj sin aportar más que el placer estético. La disposición de los índices hace que cueste un poco acostumbrarse a discernir la hora, porque los de la 1, 5, 7 y 11 horas han abandonado su posición e inclinación tradicional para reubicarse en paralelo con las 12 y las 6 horas. El resultado es un equilibrio muy de Manhattan y muy satisfactorio para quien lo mira.
Por dentro se mueve el calibre ETA C07.621, que no es otro que el Powermatic 80. Por su parte la versión M, al ser más pequeña, usa el ETA 2671, que es un movimiento habitualmente utilizado en los relojes de mujer por su menor diámetro (sólo tiene 17,20 mm de diámetro). Se mueve a 28.800 alternancias a la hora y tiene unas discretas 38 horas de reserva de marcha. La verdad es que le viene de perlas porque es un movimiento que se lanzó en 1971, así que coincide históricamente. En ambos casos el movimiento no se ve porque está tapado con un atractivo cierre con el símbolo del doble hipocampo.
Ambos relojes llevan una correa de cuero, marrón o coñac según el modelo, y se aferran a la muñeca gracias al cierre plegable, terminado con sencillez y elegancia. No es ninguna novedad, pero es que no se puede hacer mejor.
Como dije al principio el Rado Tradition 1965 es una edición limitada; de cada modelo se han hecho, precisamente, 1965 unidades. La versión XL tiene un precio de 2.350 euros. Por su parte la versión M tiene un precio de 1.950 euros. Los relojes se pueden buscar en los distribuidores de la marca y hay más información en Rado.es.