Tudor ha lanzado la que es, sin duda, su colección más controvertida y, desde luego, inesperada. En este año tan terrible de 2020 Tudor sólo había lanzado un reloj: el Black Bay Fifty-Eight Navy Blue que vimos en vídeo. Pero ¡menudo reloj! Aplausos unánimes por parte de todo el mundo, refrendados por el premio en la categoría «Reto» del Gran Premio de Relojería de Ginebra (aquí está el vídeo con todos los ganadores).
Así que la llegada de estos Tudor Royal ha sido aún más llamativa por el contraste que suponía con respecto a los Black Bay, que son la familia más exitosa y, de hecho, la que mantiene a la casa en lo más alto de las preferencias de los aficionados, a pesar de que tiene en el Pelagos otro excelente reloj… mientras esperamos el relanzamiento de los Heritage Chrono, tan deseados como renuentes a aparecer.
No es que la línea clásica de los Tudor Royal sea desconocida en la casa, porque ya existen los Clair de Rose (relojes de mujer con demasiado parecido a los Cartier), los 1926, los Glamour Date y, sobre todo, los Style, de los que hay nada menos que 146 versiones. Los Style guardan muchas similitudes con los Tudor Royal, en tanto en cuanto hay versiones en 4 tamaños (28, 34 , 38 y 41 mm), mezclan acero y oro y no pueden negar su inspiración en Rolex.
Normalmente son colecciones destinadas a Oriente Medio y, sobre todo, los países Asiáticos. Y fue en cuatro mercados asiáticos que se lanzaron en primer lugar los Tudor Royal, para después distribuirse por todo el mundo a partir de noviembre de 2020. El reloj toma elementos que ya son conocidos de Tudor: la caja integrada con el brazalete (que estaba en el Tudor Ranger que apareció en 1967), el bisel alternando partes pulidas con partes acanaladas -hasta hace muy poco en el Tudor Classic- y, en la versión de 41 mm, la combinación de fecha y día. Famosa en los Rolex Perpetual Day-Date (como estos), también forma parte de la historia de Tudor.
Y, por supuesto, la siempre buena relación calidad/precio.
La caja de los Tudor Royal es una Oyster, pero esta seccionada en la parte superior e inferior para acentuar su aire setentero (como ya vimos también en los Omega Constellation, por ejemplo). El bisel, que está realizado en acero o en oro, está estampado. Ya sé que cuando se dice «estampado» uno en seguida piensa en esas máquinas industriales que hacen miles de piezas a la hora, lejos de lo que se supone el mimo que requiere una pieza de relojería. Pero aquí (Rolex manda) el trabajo es perfecto, y las secciones pulidas se alternan con las acanaladas sin que se puede observar tacha alguna aunque se mire muy de cerca.
En realidad todo en el Tudor Royal está fabricado a la perfección: el satinado en rayos de sol de la esfera, por ejemplo, tiene el trazo y la uniformidad perfecta para estar presente, pero sin imponerse sobre el conjunto. Los textos están impresos sin mácula, bien perfilados, perfectamente legibles a cualquier distancia. Los numerales romanos, allí donde se entrecortan, tienen acabados intachables. Todo hace que mirar a la esfera sea cada vez una experiencia fresca y satisfactoria.
Otro de los aspectos relevantes de estos Tudor Royal es su mecánica: todos los calibres utilizados son ETAs o Sellitas. No importa cuál de los dos, lo que sí llama la atención es que no son calibres de manufactura. A cambio tenemos la fiabilidad y durabilidad asegurada, y también un mejor precio.
Es de agradecer el compromiso de Tudor con la relojería mecánica, porque hubiera sido muy fácil recurrir al cuarzo para los modelos femeninos. Por supuesto, todos los fondos son ciegos.
TUDOR ROYAL 28 MM.
Es tradicional en Rolex el tener relojes pequeñitos. Uno pensaría que un reloj de 28 mm de diámetro no tendría ya mucho predicamento, pero es obvio que, si Rolex y Tudor lo mantienen, es porque sí hay un mercado para ello. Imagino que más en Oriente que en Occidente, pero claramente aquí también.
Como tal reloj de dama abundan los diamantes y la madreperla en las esferas, así como los colores tradicionales negro, azul, gris y dorado. La corona grande y el bisel le da una presencia más fuerte que un típico reloj femenino, a lo que ayuda el que el brazalete sea de 5 eslabones, como en los demás tamaños. El calibre aquí es el ETA 2671, que Tudor llama T.201. Los precios oscilan entre los 2.040 y los 3.720 euros, dependiendo de los materiales y los diamantes usados.
TUDOR ROYAL 34 MM.
Seguramente el tamaño más popular entre mujeres es éste de 34 mm (o 36 en Rolex). Y como, al igual que el de 28 mm, el reloj parece más grande, no me extrañaría que también le hiciera ojitos a aficionados amantes de lo vintage y/o con una muñeca estrecha. Las versiones son las mismas que en 28 mm. ¡O eso creo, al menos! Hay 52 Tudor Royal distintos, así que no sería de extrañar que alguna se me pasara por alto.
Los precios varían poco de los de 28, porque van de los 2.090 a los 3.770 euros.
TUDOR ROYAL 38 MM.
El tamaño de 38 mm es la verdadera medida unisex y así lo reconoce Tudor, porque aquí también ofrece esferas cuyos índices -los que no está en los puntos cardinales- son diamantes, además de las superficies de madreperla. Tanto en esta versión como en la de 34 el calibre usado es el Sellita SW200-1 (Tudor T-601). En un reloj polivalente que, por su tamaño, fabricación y hermeticidad de 100 metros (así son todos) permite llevarlo en cualquier circunstancia.
Los precios van desde 2.140 a 3.730 euros.
TUDOR ROYAL 41 MM.
Sin duda la punta de lanza de los Tudor Royal, sobre todo porque deja de ser un reloj de tres agujas y fecha para incorporar el arco de ventana de día que tanta fama dio en su momento a los Rolex. Sea cual sea el color de la esfera, tanto la ventana de fecha como de día son de fondo blanco y caracteres en negro. Los numerales romanos son siempre plateados, salvo cuando se elige metal bicolor.
El Tudor Royal de 41 mm es la versión más atractiva porque su tamaño permite disfrutar mejor de su excelente construcción y, sobre todo, de la doble complicación (gracias a su calibre Sellita SW240). Pero también pone de manifiesto la única pega que le encuentro al reloj (y esto es un criterio absolutamente personal): en realidad la combinación del bisel y la esfera me parece un tanto trasnochada. Pasada de moda. Yo creo que un bisel liso y unos numerales -o índices- distintos le iría mejor al reloj, porque encontraría mejor acomodo en ese espíritu «sport-chic» que busca el reloj.
A cambio, desde luego, la oferta económica es muy buena porque, como digo, la fabricación es intachable. Esta versión de 41 mm oscila entre 2.190 y 3.780 euros. Y además el reloj se lleva muy bien en la muñeca, se adapta perfectamente a cualquier vestimenta y su presencia le hace buen compañero en cualquier circunstancia. Habrá que ver cómo reacciona el mercado ante este Tudor Royal que, con independencia del gusto de cada uno, indudablemente lleva el marchamo de calidad de Tudor. Y eso es mucho hoy en día. Más información en Tudor.es.