Moritz Grossmann Hamatic: un automático muy distinto, en vídeo
Un calibre automático del siglo XIX para crear un reloj distinto
Debo agradecer en primer lugar a la Joyería Grassy, una de las joyerías de mayor abolengo de España, que me haya cedido este reloj para poder hacer el vídeo. Grassy es la distribuidora en exclusiva de Moritz Grossmann.
La vuelta al pasado es una de las constantes en la relojería actual. Se echa la mirada a lo ya creado para revivirlo y para darle una interpretación distinta. Ese es el caso de este Moritz Grossmann Hamatic, que vuelve a traer a la palestra uno de los mecanismos más curiosos -y largamente olvidados- de la relojería. En efecto, Moritz Grossman ha creado un movimiento automático basado en uno de los primeros elementos utilizados para conseguir un sistema de remontuar automático: el martillo.
UN POCO DE HISTORIA
Tras la aparición del calibre automático de Perrelet, alrededor de 1777 -aunque hay otra corriente que atribuye el primer movimiento automático al belga Hubert Sarton y su reloj de 1778-. Abraham-Louis Breguet creó el movimiento perpétuelle, palabra francesa que hace referencia al movimiento perpetuo del reloj. Los primeros relojes de Breguet con este mecanismo se fabricaron ya en 1780, con el ejemplo del Perpetuelle nº 1 – 8/82. Este reloj es uno de los Breguet más antiguos conocidos con este sistema de cuerda automática, y también el reloj Breguet más antiguo que se conserva hasta la fecha.
¿Por qué un martillo y no un rotor?
Mientras que los automáticos actuales se basan en un rotor central (99% de la producción), un microrrotor o un rotor periférico, en 1780 el concepto era un poco diferente. Recordemos que un reloj de bolsillo se llevaba, obviamente, en el bolsillo, lo que significa que estaba más o menos en una posición estática (a diferencia de los constantes movimientos de la muñeca que animan un reloj de pulsera). Por esta razón, la mejor opción para cargar el muelle utilizando el movimiento del portador era el sistema de Breguet, un mecanismo de cuerda de martillo: básicamente, una masa triangular oscilante colocada en el mismo eje que el cuerpo del portador para que pudiera beneficiarse de los más pequeños movimientos, especialmente al caminar, de modo que el martillo oscilaba de izquierda a derecha, y así cargar el muelle principal. La desventaja es que este dispositivo hacía que los golpes se transmitieran a todo el movimiento.
Sobre esa base se creó el Moritz Grossmann Hamatic.
CALIBRE 106.0
Y es que es el calibre lo que más impresiona de este reloj. La esencia es la misma, pero Moritz Grossmann ha mejorado el funcionamiento para que tense el muelle real incluso con el mínimo movimiento.
La base del mecanismo del martillo automático es la gran pieza que cubre el movimiento casi por completo: el martillo oscilante. Mientras que un rotor gira en 360°, esta pieza se basa en oscilaciones más pequeñas, de izquierda a derecha en un arco relativamente corto, para cargar el muelle real. El martillo, un gran elemento ovalado y calado, se compone de múltiples piezas y comprende una masa de oro macizo en su extremo que crea el desequilibrio necesario.
Moritz Grossmann afirma que la eficiencia del bobinado en el Moritz Grossmann Hamatic es casi igual a la de un rotor estándar. ¿Cómo? Dado que el centro de gravedad del martillo está dos veces más lejos del pivote en comparación con un rotor (donde la distancia es la mitad del movimiento, pero aquí casi todo el diámetro del calibre 106.0), esto se traduce en más palanca y más par, lo que significa más energía transmitida al muelle real. Además, mientras que los antiguos dispositivos de martillo eran unidireccionales, ahora funciona en ambas direcciones del movimiento de oscilación. De nuevo, esto aumenta la eficiencia.
Además, mientras que uno de los principales problemas de los antiguos dispositivos de martillos eran los golpes, el Hamatic de Moritz Grossmann cuenta con dos amortiguadores, integrados en la parte ovalada, los dos muelles de los extremos, que absorben parte de las vibraciones y ralentizan el movimiento del martillo, trabajando conjuntamente con una larga hoja central.
Para convertir la energía en un movimiento de rotación, las oscilaciones del cuerpo del martillo son recogidas por dos retenes. El doble sentido de rotación de las ruedas asegura un movimiento de rotación uniforme, que se transfiere a la rueda libre y luego, a través de la rueda de reducción, a la rueda de trinquete del cañón para dar cuerda al muelle real. Cuando una rueda se engrana para dar cuerda al barrilete, la otra se desengrana y viceversa. Su acción alternativa hace que la cuerda sea bidireccional. Con una rotación de sólo cinco grados -que equivale a tan sólo 2 mm de movimiento en la punta del martillo- se puede dar cuerda al muelle real.
Por supuesto, además del sistema de carga automático, se puede dar cuerda de forma manual.
El resto del calibre 106.0 del Moritz Grossmann Hamatic no se queda atrás. Como siempre en la casa, el movimiento está lleno de exquisiteces, como su volante Grossmann de fabricación propia, resistente a los golpes, con 4 tornillos de inercia y 2 tornillos de apriete, combinado con una espiral con curva terminal Breguet nº 80. El conjunto del escape late a 21.600 alternancias/hora. La reserva de marcha es de 72 horas.
La decoración del movimiento es sencillamente magnífica, con la habitual placa de 3/4 sustituida por un puente principal abierto, y todas las piezas están decoradas con graneado circular, nervaduras de Glashütte, biseles pulidos, chatones de oro atornillados, grabados hechos a mano (tanto para las inscripciones como para el puente del volante) y anglages por todas partes.
ROSTRO CLÁSICO
La caja del Moritz Grossmann Hamatic tiene una forma clásica, con asas alargadas y un diámetro de 41 mm. El grosor del reloj es de solo 11,35 mm, lo que, teniendo en cuenta el movimiento que lleva dentro, resulta más que aceptable. La ejecución es impecable y la caja está disponible en oro rosa de 18 quilates (como en las fotos) o en oro blanco de 18 quilates. El reloj se lleva con una discreta correa de aligátor con hebilla tradicional.
La esfera está hecha de plata maciza con un acabado opalino. El resultado es una superficie ligeramente graneada con discretos reflejos metálicos. La subesfera del pequeño segundero está notablemente empotrada en la esfera, lo que añade profundidad al conjunto. Los numerales romanos, delgados y alargados y la minutería de ferrocarril contribuyen al clasicismo del reloj y se hacen eco de la inspiración de los relojes de bolsillo que fueron la base del movimiento del Moritz Grossmann Hamatic.
Por último, las manecillas. Discretas, alargadas, delgadas, pero extremadamente trabajadas. A diferencia de otros relojes Grossmann con agujas de lanza, la manecilla de las horas en el Moritz Grossmann Hamatic destaca por su punta en forma de pera, mientras que la aguja de los minutos tiene un diseño de aguja recta delgadísima: sólo tienen un ancho de 0,1 mm. El pulido de las manecillas es excepcional, y están calentadas hasta alcanzar una tonalidad marrón-violácea, uno de los rasgos distintivos de Moritz Grossmann. Pocas veces se ven manecillas así, incluso en la más alta relojería.
El Moritz Grossmann Hamatic tiene un precio de 54.200 euros, tanto en oro rosa como oro blanco. Un precio a la altura de lo muchísimo que ofrece. Ya está disponible en las boutiques de Grassy, y hay más información en MoritzGrossman.com.