SIHH 2015: Cartier. Fotos en vivo y precios
Todas las novedades, que son muchas, de Cartier en el 2015. Saber relojero y de joyería, unidos en unas colecciones que van a ser un éxito
La gran triunfadora del Salón de la Alta Relojería de Ginebra. Cartier volvió a demostrar su músculo relojero y presentó nuevos modelos de Rotonde y, especialmente, una nueva línea de relojes: Clé de Cartier. Fue una verdadera sorpresa verlo aparecer en escena, y merece la pena conocerlo bien porque va a ser una presencia permanente en el futuro.
Clé de Cartier
Cartier, por supuesto, ya tiene relojes de la categoría «de vestir»; muchos. Casi la mayoría diría yo, ya que los numerales romanos, las manecillas de espada en acero azulado, el zafiro en cabujón… todo hace de los Cartier relojes de traje. ¿Qué aporta entonces el nuevo Clé?
En mi opinión la manufactura ha conseguido hacer un reloj menos «de la casa» para llegar a más gente pero a la vez sin perder su identidad Cartier. Y conseguir la casi cuadratura del círculo sólo se consigue dominando el oficio. Mucha gente piensa que Cartier es sólo joyas, cuando lleva presentando innovaciones relojeras y diseños rompedores casi desde su nacimiento.
Para empezar, la forma de la caja: no es novedad ver un pseudo-cojín en un reloj. Esa combinación de asas prolongadas en todo el eje vertical con el círculo de la esfera es un clásico de los relojes de muñeca. La diferencia en este Clé es cómo las líneas conforman la caja para adaptarse a la muñeca, hasta el punto que los 40 mm de diámetro parecen incluso más pequeños. Las formas sinuosas, levemente femeninas, hacen que se asiente perfectamente sobre el pulso.
Por supuesto el gran signo diferenciador está en la corona: tiene, en efecto, forma de llave (que es lo que significa clé). De llave de reloj antiguo, un recuerdo que se reafirma al girarla para ajustar la hora o cambiar la fecha. También tiene un zafiro incrustado, pero es mucho más discreto que el normal de Cartier -una opción emblemática de la casa que se ama o se odia, sin terreno intermedio. Así, como decía, se mantienen idiosincrasia de la marca pero de manera más sutil, menos imperativa.
La esfera sí es plenamente Cartier, con los grandes numerales romanos, la subesfera en guilloché y las manecillas de espada. Añade un segundero central y una pequeña fecha a las 6, completando así los requerimientos del tipo de reloj más solicitado en el mercado.
Para celebrar su aparición se ha confeccionado un calibre nuevo, el 1847 MC, como homenaje al año en que se fundó la maison. En esta primera presentación el guardatiempos apareció con sus mejores galas -incluida una versión pavé, como se puede ver más abajo-: caja de oro rosa u oro blanco e incluso brazaletes del mismo material. Pero seguro que en el futuro Cartier lanzará versiones en acero. Si la versión en oro blanco se moverá al parecer en el barrio de los 18.500 euros la construcción en acero podría ofrecer un modelo por debajo de los 5.000 euros, si tenemos en cuenta que el Tank Anglaise comienza en 5.400, y el Ballon Bleu de 42 mm vale 5.100. Además seguro que con el tiempo irá integrando complicaciones, por lo que va a ser interesante ver la evolución de un modelo cuyas características principales son estas.
Rotonde de Cartier Astrotourbillon Skeleton
Aquí es donde se ve la maestría en el diseño de Carole Forestier, la responsable de diseño de Cartier. El ya conocido Astrotourbillon, en el que la creación emblemática de Breguet gira alrededor de la esfera como si fuera el segundero, se esqueletiza para mostrar el movimiento en toda su pureza.
El calibre se ancla a la caja gracias al 6 y el 12 romanos, además de una viga a las tres que nombra la marca. El reloj, en oro blanco, no es pequeño: 47 milímetros de diámetro dan amplio espacio para poder admirar el calibre manual en todo su glorioso movimiento. Es, de todos los modelos Astrotourbillon, mi favorito sin duda. Su precio, a la altura de su exclusividad: 166.000 €. A la altura de todos, sin embargo, está su Ficha Técnica Completa.
Rotonde de Cartier Grande Complication
El verdadero tour de force de la casa, sin duda. En una caja de 45mm de diámetro y tan solo 12,6 mm de altura entra un calibre que contiene nada menos que un tourbillon volante, un calendario perpetuo y un repetidor de minutos, con un total de 578 piezas. Y encima automático. No está pero que nada mal como demostración de poderío.
Además Cartier ha tenido el buen gusto de, una vez más, esqueletar la esfera, de manera que se puede disfrutar de la proeza mecánica simplemente mirando la muñeca y sin tener que dar la vuelta al reloj. Destaca particularmente el conjunto de repetición de minutos, cuyos martillos escoltan a las 6 la subesfera de los meses y la indicación de año bisiesto. Enfrente, al norte, un majestuoso tourbillon volante.
Todo es grande en éste guardatiempos, el más complicado realizado por la casa hasta ahora; 5 años de desarrollo y 18 meses para fabricarlo: 15 semanas fabricando componentes, 10 para la decoración y acabado y otras 5 para el ensamblado. Todo ello para ofrecer un magnífico espectáculo relojero, avalado por el Punzón de Ginebra.
Rotonde de Cartier Tourbillon Lové, Calendario Anual y Crash Skeleton
Estos tres relojes ya los analizamos en un artículo anterior, por lo que os recomiendo que lo leáis para no ser innecesariamente repetitivos aquí. Simplemente me limito a presentaros las fotos en vivo de los productos.
Rotonde de Cartier Chronograph
Le hacía falta a la gama Rotonde un verdadero cronógrafo, un crono clásico e inmediatamente identificable con la complicación deportiva. El Rotonde Cronógrafo Central no lo tenía fácil para pasar por reloj deportivo, pero este nuevo crono sí que puede hacerlo. Sigue teniendo, es verdad, la corona cónica con protuberancias; eso no se lo pone fácil.
Pero el diámetro de 40 mm vale para todas las muñecas y la esfera es muy atractiva -si pasamos por alto los numerales romanos en este tipo de relojes- y está muy bien equilibrada con los dos contadores. Llama la atención lo sutiles que son los pulsadores del cronógrafo.
Es especialmente atractiva la versión boutique con la esfera en una muy elegante azul en contraste con los numerales blancos. Eso sí, la caja es en oro blanco, está limitada a 500 unidades y tendrá un precio de unos 22.000 euros (por confirmar). La versión en acero costará menos de 8.500 euros y no tendrá limitaciones. Una opción a tener en cuenta para la deportividad elegante.
También, como no, aparecieron los relojes joya, de los que dejo constancia:
Los Indomables, con la pantera durmiente. De los pocos con un movimiento de cuarzo.
Rotonde con filigranas, en el que los hilos de oro y el platino se enhebran en forma de C para crear la piel de las panteras. Se tarda un mes en hacer cada una de las 20 piezas. Integra un calibre manual.
Balon Blue Engaste Vibrante, en el que los diamantes de la esfera «vibran» con el movimiento, creando un mar de reflejos bastante llamativo. El mecanismo tiene una patente, y no es de extrañar: los Happy Diamonds de Chopard van a tenerle mucha envidia.
En resumen, un gran año -otro más- para la manufactura. Más información en Cartier.es.