En la muñeca: A. Lange & Söhne Tourbograph Perpetual «Pour Le Mérite»
Otra muestra del inigualable arte relojero de la reina sajona
Una vez transcurridas las ferias de SIHH y Baselworld 2017 creo que, salvo sorpresa, se puede declarar el Tourbograph Perpetual «Pour Le Mérite» de A. Lange & Söhne como uno de los relojes más significativos del año (y no se me ocurren muchos más, la verdad). Vamos a verlo con fotos en vivo y precios.
El pasado noviembre de 2016 estuve charlando con Thibaut Pellegrin, Brand Manager de A. Lange & Söhne Iberia (una entrevista que se puede leer aquí) y me decía que el reloj que querría ver otra vez en la colección era el Tourbograph «Pour Le Mérite», y obviamente le di la razón. Pero claro, ¡seguro que el muy pillastre ya sabía que iba a llegar este año, y con un calendario perpetuo nada menos! La próxima vez que hable con él estaré más atento, a ver si atrapo pistas sobre lo que vendrá en el futuro. Mientras tanto, vamos a ver el origen de ese reloj.
UN POCO DE HISTORIA
Walter Lange (que desafortunadamente falleció durante el SIHH, el martes 17 de enero) era el heredero del linaje original de Ferdinand Adolph Lange y en 1990, tras la caída del muro de Berlín, reconstruyó la casa relojera familiar (¡y de qué manera!). No voy a contar aquí todo el proceso porque lo recogí en una extensa entrevista con Walter Lange (aquí), pero sí merece la pena mencionar algunas cosas relativas al reloj.
En primer lugar el nombre «Pour Le Mérite», que a todo el mundo extraña porque está en francés. Pues bien, la «Pour Le Mérite» era la máxima condecoración del Reino de Prusia (primero) y de Alemania (después), y originalmente premiaba a militares y civiles por igual. Ocurre que cuando se creó, en 1740, el lenguaje de la corte prusiana era el francés, y de ahí el idioma elegido. Tras convertirla exclusivamente en un reconocimiento para militares, la medalla desapareció tras la Primera Guerra Mundial.
Cuando Walter Lange emprendió su labor de recuperación de la casa paterna la relojería sajona era inexistente. Estaba completamente destruida y pocos pensaban que podría volver a alcanzar la gloria de un lejano antaño. De ahí la universal sorpresa cuando Lange presentó su colección en 1994, porque los cuatro relojes presentados no sólo eran mucho más de lo que se esperaba, es que eran obras maestras destinadas a perdurar en el tiempo (salvo el Arkade, pero yo no le doy por muerto aún). Así lo cuenta el propio Walter Lange:
Uno de esos relojes era el Tourbillon «Pour Le Mérite», que incluía la extraordinaria complicación de huso (también llamado caracol) y cadena, una forma de proveer al mecanismo con fuerza constante (como expliqué someramente al hablar aquí del Richard Lange «Pour Le Mérite»). Ahora no nos resulta extraño ver esa exquisitez relojera (por ejemplo aquí o aquí), pero que en los años 90 una casa digamos «nueva» se pusiera un reto de ese nivel… No es de extrañar por tanto que la manufactura quisiera usar la antigua medalla para nombrar el que querían que fuera su mayor logro. Y vaya si lo consiguieron.
Desde entonces todos los relojes con la complicación llevaron el sobrenombre «Pour Le Mérite». La complicación original se desarrolló junto con Renaud & Papi (APR&P), la subsidiaria de Audemars Piguet especializada en la creación de movimientos complicados. APR&P hizo el movimiento en bruto (y lo sigue haciendo, si no estoy equivocado) y después se completó, decoró y ensambló en Glashütte. Se cuenta a menudo una historia de cómo APR&P resolvió el problema de hacer los diminutos eslabones de la cadena: se insertaron hilos de seda entre los eslabones para mantener los huecos y, una vez completada, se quemaron. No sé si es verdad, pero… si non è vero, è ben trovatto. Actualmente la cadena tiene 636 piezas de las 684 que completan el movimiento L131.1.
Pero en Lange no son de los de ir presumiendo por ahí de sus relojes y sus soluciones técnicas (¡y mira si podrían!). Resulta que el huso y cadena, que da nombre a una de las más altas categorías de la marca… ¡no se ve en Tourbograph Perpetual «Pour Le Mérite»! El regulador de fuerza está del lado de la esfera, pero es que ni descubriendo esta se ve, tal es la cantidad de elementos que configura el calibre. Eso no quiere decir que lo que sí se ve carezca de interés: dar la vuelta a un reloj de Lange hay que hacerlo con tiempo porque seguro que te vas a quedar hipnotizado durante mucho rato, admirando la complejidad y el nivel de acabados que siempre presenta. El calibre L 133.1 es de cuerda manual, con 36 horas de reserva de marcha y una frecuencia de 3 hercios y nada menos que 52 rubíes. Por supuesto las platinas y puentes están hechos de alpaca y decoradas con el nivel al que nos tiene acostumbrados Lange.
Espectacular, ¿a que sí? Tener un cronógrafo rattrapante, tourbillon, calendario perpetuo y añadir el huso y cadena (que necesitan altura y anchura para alojarse) es una receta para crear un reloj ingobernable en la muñeca, ¿verdad? Pues no es éste el caso: el Tourbograph Perpetual «Pour le Mérite» tiene un diámetro de 43 mm y una altura de 16,6 mm. Sin ser precisamente un reloj delgado, es desde luego perfectamente ponible.
En la esfera ocurren muchas cosas, como era fácil prever, pero todo es perfectamente legible. empezando por las manecillas horarias en acero azulado, que se mueven perfectamente sobre el finísimo graneado de la esfera de plata. Tienen además una longitud exacta: la de minutos toca el riel externo de la minutería de ferrocarril y la de las hora roza con la punta el borde de los numerales arábigos. Estos a menudo se ven interrumpidos por las subesferas de las complicaciones, pero están tan bien hechos que parece que si «despegaras» esas esferas te encontrarías el resto de los números debajo.
Por cierto que los tres puntos que aparecen sobre los minutos en los 4 puntos cardinales son un recuerdo de los relojes de bolsillo de Lange. Las tres esferas se ocupan del calendario perpetuo (hasta el año 2100, momento en el que será necesario ajustar el final de febrero para tenerlo listo un siglo más). La de las nueve acoge además un contador de 30 minutos para el cronógrafo. Aunque Lange es orgullosamente germana y a menudo utiliza el alemán en sus relojes, sus calendarios perpetuos están siempre en inglés.
A las 12 horas el disco de los días rodea la preciosa fase lunar (exacta durante 122,6 años), hecha sobre un disco azul de oro macizo y con 1.164 estrellas cortadas a láser. Pocas hay tan bonitas en el mercado. A las 6 aparece la apertura del tourbillon, sujeto por un largo puente que en esta versión asume una suave curva que no quiero ni pensar la cantidad de horas que habrá llevado equilibrar y después pulir. Espectacular.
El Tourbograph Perpetual «Pour Le Mérite» es una edición limitada a 50 unidades en platino, aunque imagino que en el futuro se lanzará también en oro. Supongo que estás deseando saber el precio para poder sacar dinero del cajero e ir a comprarlo: 480.000 euros. Pero si ves que no te alcanza, o que ahora mismo no te puedes acercar no te preocupes, ninguno quedará huérfano: seguro que encuentran un hogar rápido. Más información en A.Lange&Söhne.com.