En su décima colaboración con el primer fabricante suizo de relojes de sobremesa, L’Epée 1839, MB&F vuelve a zambullirse en el mar para volver a revisar el representante más conocido (y temido) de la familia de los cnidarios: la medusa. Ya lo había hecho en 2017 con el Aquapod que vimos en vivo, pero a decir verdad ese modelo era una mezcla un poco rara: inspirado en un animal marino, con un bisel como de reloj de buceo, pero no se podía sumergir. Y además parecía un platillo volante de los de las películas de los años 50. Pero el nuevo MB&F Medusa es, de verdad, una medusa relojera. Y me gusta mucho.

La masa central del MB&F Medusa está formada una gran cúpula transparente de cristal de Murano soplado a mano, inspirada, claro, en el cuerpo acampanado de las medusas adultas. No fue una tarea sencilla, ya que se trataba de trasladar las onduladas y livianas formas de una medusa a una cúpula de cristal soplado que fuera capaz de soportar los 2,34 kilos del reloj.

En su interior, dos anillos giratorios muestran respectivamente las horas y los minutos; la lectura de la hora se realiza gracias a un indicador fijo que se prolonga por encima ellos. Como una resplandeciente medusa en las profundidades abisales, Medusa brilla en la oscuridad gracias al tratamiento con Super-LumiNova.

El primario sistema digestivo de las medusas se ha sustituido por un movimiento de 2,5 Hz (18 000 vph), que constituye el corazón de este celentéreo, con una reserva de marcha de 7 días. L’Epée ha diseñado el movimiento de Medusa desde cero. Debido al peso y la fragilidad de la cubierta exterior de cristal, tenía que ser posible armar el movimiento con una sola mano, de modo que la otra quedase libre para estabilizar el reloj. Además, al estar el movimiento rodeado de cristal, acceder a cualquier tipo de mecanismo de armado o ajuste resultaría difícil.

Al contrario que los anteriores movimientos de relojería de L’Epée 1839, el movimiento de Medusa cuenta con un sistema combinado de cuerda y ajuste. Una única llave sobresale en la parte inferior del movimiento y permite armarlo y ajustar la hora girando en sentido antihorario u horario, respectivamente. Ambas operaciones son sencillas e intuitivas en cualquiera de las dos configuraciones (suspendido o de pie). Porque, en efecto, el MB&F Medusa se puede colgar del techo, para lo que se han diseñado también unos tentáculos colgantes (no es mi opción preferida en absoluto, debo reconocer).

Mantener la homogeneidad óptica entre la cúpula de cristal y los tentáculos era fundamental, por lo que se descartó modelar los tentáculos a partir de varillas de vidrio prefabricadas, que habría sido la solución convencional. Los tentáculos se fabricaron con el mismo vidrio que la cúpula y se modelaron a mano, uno a uno, con la misma forma y dimensiones.

Conseguir el tono exacto de la versión rosa también resultó problemático, debido a que la técnica empleada en las versiones azul y verde no dio resultado en este caso. Como el esmalte, el vidrio soplado se colorea con óxidos metálicos. La paleta de colores se limita a una serie de fórmulas que se han transmitido a lo largo de siglos de tradición vidriera. Para conseguir el color rosa, se colocan varias capas de vidrio rojo fundido sobre un núcleo incoloro antes del soplado y el modelado. L’Epée se puso en contacto con cuarenta sopladores de vidrio con una larga trayectoria. De ellos, solo cuatro accedieron siquiera a intentarlo y tan solo uno lo consiguió.

El precio del MB&F Medusa es de 25.500 francos suizos, que al cambio de hoy son 22.400 euros. Pero hay que darse prisa, porque sólo se han hecho 50 unidades de cada color. Más información en MB&F.com.