Moser Streamliner Chronograph. El primer crono de la casa, en vivo
Una nueva colección con un cronógrafo flyback distinto y muy atractivo, además de con un calibre espectacular
¡Sorpresa sorpresa, y de las buenas! Uno de los deseos más repetidos ha sido desde hace tiempo que H. Moser & Cie. lanzara un cronógrafo, y por fin ha llegado: el nuevo Moser Streamliner Chronograph. No es de extrañar que la manufactura haya tardado tanto en lanzarlo: ahora mismo el segmento de «relojes deportivos de lujo en acero» está más que superpoblado, y el riesgo de aportar sólo inanidad es demasiado grande.
Y eso en el caso de Moser, que tiene en sus elementos de diseño y marketing rompedores uno de sus activos, es un riesgo aún mayor. Por eso se lo ha pensado muy bien, y el resultado no decepciona: gustará o no, pero el Moser Streamliner Chronograph es desde luego distinto a lo que ya conocemos sin perder la esencia de la casa.
Lo primero que hay que hacer es descifrar el nombre del reloj, porque nos da pistas sobre su diseño. El Moser Streamliner Chronograph se llama así porque está inspirado en los famosos Streamliners, esos trenes con formas muy aerodinámicas que no han perdido un ápice de sus capacidad de seducción (esta es la entrada en Wikipedia con muchas fotos). Y se ve claramente la transposición de esa idea de diseño en el reloj.
Particularmente en el brazalete, que de hecho ha sido el punto de partida de diseño del reloj (con todo el sentido para evitar ser otro clon de Royal Oak). El brazalete se integra en la caja y forma una corriente fluida de eslabones, que de hecho recuerda a los modelos que Porsche Design diseñó para IWC y que actualizó en el Monoblock Actuator que vimos en vídeo.
A mí me parece que el resultado es estupendo: una sucesión fluida de eslabones cortos -lo que mejora su comodidad- que están satinados en la parte central y pulidos en los segmentos verticales, lo que le da una viveza y prestancia sorprendente, además de acomodarse fácilmente en la muñeca.
La caja del Moser Streamliner Chronograph mide 42,3 mm de diámetro y 14,2 mm de altura, pero al carecer prácticamente de asas resulta cómoda de llevar. La caja está satinada en rayos de sol, mientras los bordes están pulidos.Como es habitual en Moser, los laterales están remetidos hacia dentro. La corona está a la 4 horas, mientras que los pulsadores del crono están a las 2 y a las 10 horas, lo que de hecho da mayor sensación de cronógrafo porque se actúa sobre él sin tener que mover los dedos de sitio.
Además la corona está roscada y el conjunto tiene una hermeticidad de 120 metros, así que es perfectamente válido para meterse en el agua con él.
La esfera del Moser Streamliner Chronograph es igualmente llamativa. Conserva el fumé tradicional de Moser -aunque no tan pronunciado como en otros modelos-, pero aderezado con un cepillado vertical que acrecienta su aire retro. Está rodeada por un taquímetro, al que le sigue una subdivisión de minutos y segundos también muy años 70 y muy atractiva.
El reloj es el primer cronógrafo flyback con indicaciones centrales, tanto de los segundos como de los minutos transcurridos en el conteo parcial. Ese carácter de crono se acentúa por la sustitución de la indicación de horas por las de los minutos, con un gran 60 central. Las manecillas llevan inserciones de Globolight, que es un material cerámico al que se le inyecta Super-LumiNova.
UN CALIBRE DE ALTURA
El Moser Streamliner Chronograph es alta relojería, y como tal no podía llevar cualquier calibre. Moser, siendo una manufactura pequeña, podría haber optado por desarrollar su propio movimiento, una aventura millonaria que comporta muchos riesgos. Por eso decidió -a mi entender con buen criterio- optar por un movimiento ya existente. Nada menos que el Agengraph, el cronógrafo central creado por Jean-Marc Wiederrecht y que mueve al Fabergé Visionnaire Chronograph y el Singer Reimagined (aquí en vivo).
Para que pueda admirarse el mecanismo del reloj, así como el funcionamiento del cronógrafo y su rueda de pilares, se ha desplazado la masa oscilante a una posición situada entre el movimiento y la esfera. Gracias a su principio retrógrado, que permite que la aguja de los minutos salte instantáneamente al siguiente utilizando la energía acumulada y más tarde liberada por una leva de caracol, el calibre HMC 902 permite leer los valores con mayor precisión.
El embrague horizontal está construido con rueda de fricción, una rueda lisa equipada con microdientes para evitar el entrecruzamiento de engranajes y disminuir saltos accidentales cuando se activa el cronógrafo. Sobre el calibre Agengraph Moser ha desarrollado el módulo flyback central, lo que lo hace único en el mercado y por tanto separado de los otros relojes que llevan este motor. Darle la vuelta al reloj significa iniciar un alucinante viaje a través de un increíble mar de engranajes, levas y tornillos, hasta llegar a las 434 piezas. Impresionante.
La reserva de marcha es de 54 horas gracias al doble barrilete, y el volante oscila a 21.600 alternancias a la hora. Y, por supuesto, la decoración y los acabados son de primera clase.
DISPONIBILIDAD Y PRECIO
El Moser Streamliner Chronograph es una edición limitada a 100 unidades con un precio de 38.000 euros. ¡Cien unidades nada más! Va a ser visto y no visto, y me da mucha envidia de sus futuros poseedores porque realmente se llevan algo único. La única esperanza que nos queda es que la inversión realidad en los utillajes para la caja, el brazalete y el módulo obligue a Moser a querer rentabilizarlos más, y lance otras versiones del reloj. Seguirá siendo imposible (para mí al menos), pero así tendremos la oportunidad de verlo más a menudo. Enhorabuena, Moser. Hay más información en Moser.es.
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