En la muñeca: Tudor Fastrider Chrono
Colores llamativos asociados a las motos Ducatti
Los Tudor Fastrider Chrono son la nueva alianza y a la vez homenaje de Tudor a uno de los modelos más emblemáticos de Ducati, la Scrambler, que ha vuelto a la vida totalmente renovada y deseable, a decir de los aficionados a las motos.
Los colores y la construcción de estos cronógrafos imitan los de la moto, así que vamos a verlos.
Hay tres colores para decorar la esfera: amarillo (amarillo chillón diría yo) y rojo -que son los colores de la Ducati Scramble Icon y verde musgo, que es el color de la Ducati Scramble Urban Enduro. La verdad es que sorprende cómo cambia el tono del reloj con cada uno de los colores. Por ejemplo, siendo el rojo el color tradicional de los cronógrafos deportivos en este caso el mate apagado de la esfera le da un aspecto más tranquilo, mucho menos vibrante que el amarillo.
Lo mismo ocurre con el verde, también con un tono apagado, casi de camuflaje militar que en cualquier caso le hace único, porque no hay muchas esferas como esa en el mercado. Desde luego si la decisión de compra en un reloj depende mucho del gusto personal, en este Tudor Fastrider Chrono es absolutamente así porque la intensidad de los colores no permite acostumbrarte a ellos. Y, por lo mismo, estoy seguro que el amor por alguno de los modelos es a primera vista, fulminante.
Aunque el color es el protagonista los demás elementos del reloj merecen también una mención, y en particular hay que destacar la buena construcción de todo el conjunto, con mucha atención por el detalle. Los índices de los Tudor Fastrider Chrono están facetados para mejorar la lectura, y están coronados por puntos con material luminiscente negro. Las subesferas tienen un doble bisel en gris que destaca sobre el fondo plateado circular, creando sensación de profundidad. Las manecillas son del mismo color que la esfera, y la cabeza del tornillo de sujección tiene una forma romboidal que se repite en el contrapeso del segundero del cronógrafo.
Abrazando la esfera hay un bisel de cerámica negra con los dígitos en bajorrelieve. Elegir cerámica para un bisel tan grande es una muy buena idea porque alivia el peso de la caja de acero y además ofrece una durabilidad prolongada. Como las inserciones no se han rellenado con pintura (para no crear demasiados contrastes y porque es más barato), el uso de la cerámica permite un marcado sin defectos. Negro es también el tratamiento de PVD que se ha aplicado a la corona y los pulsadores, así como al corrector rápido de fecha ubicado a las 9. Una elección peculiar esta porque para corregir la fecha es necesario utilizar una herramienta de Tudor, con lo que será un corrector rápido, pero la operación es lenta. Como viajes a otra zona del plante y cambies de día y no te hayas acordado de echar la herramienta en la maleta…
Las formas de la carrura de los Tudor Fastrider Chrono recuerdan a los ángulos de una moto, pero una moto antigua: ángulos rectos, perfiles vivos y mucho metal, lo que acentúa el espíritu de reloj herramienta que Tudor siempre busca para sus relojes. La caja presenta un faldón recto que baja hasta la correa también recta y con aire -una vez más- retro racing, también disponible en caucho. La hermeticidad está garantizada hasta 150 metros, un buen detalle de Tudor.
Decía al principio que el reloj refleja el gusto de Tudor por el detalle; pues bien, la casa ha querido prolongar el mimo constructivo hasta el cierre de la correa: es plegable con un cierre de seguridad que guarda la forma del logotipo de la marca, lo que le da un toque elegante, a la vez que sólido y de fácil apertura.
Dentro late un 7753, una de las configuraciones del eterno Valjoux 7750. No es visible porque el reloj viene con fondo cerrado, ya que es más barato y todo lo que tiene el 7750 de fiable lo tiene de poco agraciado estéticamente. Pero garantiza una desempeño felizmente eficaz durante años.
El Tudor Fastrider Chrono tiene una presencia contundente sobre la muñeca, gracias al contraste entre el el negro dominante y el acero cepillado. Los colores le dan un aspecto retro sin remisión para el que hay que estar preparado: te gusta o te hace mirar hacia otro lado.
A mí me resultaría difícil elegir uno porque una vez puestos en la muñeca los relojes te atraen, cada uno a su modo. Seguramente no sería el rojo mi primera elección porque me parece demasiado apagado. Si el dinero no es un problema mi reloj deportivo rojo sería, dentro de los de este año, el Chopard Mille Miglia Race Edition, y eso que no es un cronógrafo.
El amarillo es una buena opción. La más deportiva sin duda, pero yo creo que me quedaría con el verde, porque me parece distinto y más discreto; aunque es verdad que los 42 milímetros de diámetro son incluso conservadores comparados con muchos otros cronógrafos y quedan muy bien en la muñeca sea cual sea el color.
Los Tudor Fastrider Chrono están a punto de llegar a las tiendas, si no lo han hecho ya. El precio recomendado es de 3.530 euros, muy en línea con lo que suele ofrecer el mercado. Pero en este caso es un reloj distinto y con mucha personalidad. Para mí su gran competencia no está en otras marcas, sino en su propia casa: el Pelagos con calibre de manufactura cuesta sólo 280 euros más. ¡Qué difícil lo pone Tudor!