La historia de TAG Heuer y su pasión por el deporte
La presencia de TAG Heuer en el deporte es masiva, y con razón: está en la esencia de la marca desde su nacimiento. Repasamos su historia y presencia actual
Casi todas las marcas relojeras tienen o buscan asociaciones con el deporte por dos razones: primero porque los relojes miden el tiempo y en el deporte todo es tiempo y segundo porque los eventos deportivos aportan una insuperable exposición del producto. Pero si hay una marca que pueda decir que el deporte está en su esencia, esa es TAG Heuer.
Edouard Heuer fundó en 1860 su pequeño taller de relojería en Saint-Imier (sede también de Longines), en el valle del Jura donde básicamente se dedicaba a la reparación y construcción de relojes de bolsillo de manera artesanal.
En 1867 y gracias a una exención de impuestos durante 3 años Edouard se traslada a la ciudad de Biel (en su denominación alemana, ya que tiene un 50% de germano hablantes) o Bienne -su nombre francófono-. No es una ciudad extraña a la relojería ya que allí también están Rolex y OMEGA, además de la sede de Swatch. El nuevo edificio deja de ser una casa de campo y comienza a parecerse a un edificio empresarial, que en 1869 obtiene su primera patente: un reloj de bolsillo que no necesita llave para dar cuerda, sino que se hace a través de la corona.
En 1882 aparecen los cronógrafos en la lista de productos de Heuer y en 1887 patenta el piñón oscilante, un mecanismo que acopla los engranajes del cronógrafo que aún se usa hoy en día (por ejemplo en el ETA 7750 o el 1887 de la propia Heuer). Ya bajo la dirección conjunta de Jules-Edouard Heuer y Charles-August Heuer (este último más enfocado a la investigación), en 1895 la casa patenta una caja hermética y en 1905 la esfera de pulsómetro, que se convierte en un estándar.
En 1910 comienza su expansión en América (de vital importancia en el futuro de la marca) y en 1911 aparece el Time of Trip, un temporizador para el salpicadero de aeronaves y automóviles que mostraba, en una subesfera, el tiempo de viaje transcurrido -con un máximo de 12 horas-. Un único pulsador sirve para iniciar, detener y poner el reloj a cero.
La Primera Guerra Mundial fue la impulsora de los relojes de pulsera, hasta ese entonces considerados (y fabricados) como reloj femenino. En 1914 Heuer presenta los primeros cronógrafos de pulsera que, como el de la foto, eran básicamente relojes de bolsillo con una correa y cuyo mecanismo se manejaba mediante una corona a las 12.
Mucho más importante fue el siguiente paso: en 1916 Heuer presenta dos cronógrafos que podían medir la centésima de segundo: el Mikrograph y el Mikrosplit, que además podía medir dos eventos simultáneamente gracias a su aguja rattrapante. Los Semikrograph y Semicrosplit era los mismos relojes pero con media de 1/50 de segundo. Estos modelos lanzaron a Heuer a las primeras posiciones de las marcas de cronometría avanzada, posición que fue refrendada al ser elegida como cronometradora oficial de los juegos olímpicos de Amberes en 1920, París en 1924 y Amsterdam en 1928.
Aunque los relojes de pulsera tenían una importancia cada vez mayor Heuer seguía fabricando cronógrafos de mano y temporzadores. 1933 presencia el lanzamiento de un nombre mítico, Autavia (contracción de Automóvil y Aviación), el primer instrumento de salpicadero para uso en automóviles y aviones. En ese mismo año Heuer lanza el Hervue, el primer instrumento de salpicadero equipado de un movimiento con reserva de marcha de 8 días.
En 1949 y a petición de Abercrombie & Fitch, la marca de ropa deportiva, Heuer presenta el Solunar, el primer reloj que indicaba el flujo de las mareas. Los cálculos los hizo el profesor de física del hijo de Charles-Edouard. Ese hijo se llamaba Jack Heuer, quien jugaría un papel vital en la historia de la marca. Al año siguiente lanzaría el Seafarer que además de las mareas mostraba la cuenta atrás para las regatas.
Durante los años 50 y sin perder la referencia de alta relojería centrada en instrumentos de medición de tiempo, Heuer amplía su cartera ofreciendo tanto relojes sencillos (hora y fecha) como con complicaciones, como este calendario completo con cronógrafo y fases lunares.
En 1959 Heuer funda su propia distribuidora en Estados Unidos gobernada por Jack Heuer, que aprovecha para estudiar a fondo el mercado norteamericano tanto desde el punto de vista del marketing como de la estructura de ventas. Además de sus propios relojes Heuer co-nombra relojes con marcas ya establecidas como Baylor y la ya conocida Abercrombie & Fitch, con la que profundiza sus relaciones creando relojes en los que -salvo muy contadas excepciones- no aparece el nombre de Heuer.
En otras ocasiones Heuer lanzará una versión con su nombre, como ocurre con el Mareographe:
En 1962 Jack Heuer se hace con las acciones de su tío y se convierte en el Director General de la marca, abandonando EE UU y volviendo a Suiza. Allí comienza a repensar la compañía y lo primero que hace es lanzar un nuevo Autavia de muñeca, con una disposición de las subesferas en 3-6-9 y un distintivo bisel negro que tuvo un éxito inmediato.
Unos meses antes Heuer se había convertido en el primer reloj suizo en el espacio cuando el 20 febrero John Glenn efectúa el primer vuelo espacial estadounidense habitado, dando tres vueltas alrededor de la Tierra en cinco horas con un Heuer 2915A atado al pulso.
Un nuevo éxito llegaría a Heuer de la mano del mundo del celuloide: el cronógrafo de mano Film-Master comenzó a usarse por los directores de cine y televisión para medir las secuencias con exactitud. Su uso se prolongaría durante toda la década y buena parte de la siguiente.
Pero el verdadero golpe de mano ocurrió también en 1963, y fue el lanzamiento del Carrera, inspirado en la Carrera Panamericana celebrada en México desde 1950 a 1954. Fue un cronógrafo en el que la forma seguía a la función, exento de todo lo innecesario para conseguir unas formas puras y elegantes.
El bisel interior con divisiones de 1/5 segundos para una mejor lectura rodeaba una esfera plateada con dos o tres subesferas. Poco a poco fue evolucionando e incorporó fecha, taquímetros, escalas decimales y pulsómetros. E incluso un calendario completo, aunque el nombre no aparecía en la esfera.
Y en su continua búsqueda de la excelencia en cronometría en 1966 lanza el Mikrotimer, el primer instrumento de cronometraje miniaturizado con una precisión de 1/1.000a de segundo.
En 1969 lanza el Calibre 11 o Chronomatic, el primer cronógrafo automático del mundo, con un microrrotor que pasa a integrarse en los Carrera, Autavia y Monaco. La base del calibre la construyó Büren (adquirida por Hamilton en 1966) y encima se acoplaba el módulo cronógrafo, desarrollado por Dubuis-Depraz. El conjunto se financió por Jack Heuer y Willy Breitling, quien acabaría usando el nombre de «Chrono-Matic» en su marca mientras que Jack Heuer pasó a llamar a sus relojes simplemente «Automatic Chronograph».
Originalmente hubo 4 Chronomatic:
Este último Autavia ha acabado adquiriendo el nombre de su más famoso dueño, el piloto suizo de Fórmula 1 Jo Siffert. Sus esfuerzos por dar a conocer el reloj a otros colegas de profesión le acabó por granjear un contrato con la propia Heuer.
El Monaco, en palabras de Jack Heuer «fue originalmente un fracaso». Su caja cuadrada -y por cierto hermética, una primicia- era quizá demasiado atrevida incluso en esa época tan creativa. Pero hubo algo que cambió el destino del reloj. Steve McQueen llevó uno en la mítica película «Las 24 horas de Le Mans» de 1970, sirviendo de embajador mundial para la marca.
Un año después Ferrari elige a Heuer como patrocinador y cronometrador, una alianza que se extendió hasta 1979 y que puso en contacto a Heuer con conductores míticos: Jacky Ickx, Clay Regazzoni, Mario Andretti, Carlos Reutemann, Jody Scheckter y Niki Lauda. Cuando éste último volvió a los circuitos de la mano de McLaren lució un motor cuyo fabricante sería muy importante en el futuro de Heuer: TAG.
Desde entonces Heuer lanza numerosos relojes con nombres de circuitos: en 1972 el Montreal, en el 74 el Silverstone y en 1976 el Daytona, que marcaría el comienzo de la sustitución del calibre Chronomatic por el 7750 de Valjoux y que fue un intento (y logro) de Heuer por ofrecer un cronógrafo que se alejara de la estética del Carrera y Autavia. Sin embargo fue de los primeros en sufrir el acoso de los relojes de cuarzo, que Heuer comenzaría a usar poco después.
En 1985 Techniques d’Avant Garde (TAG) adquiere Heuer y un año después lanza otro de sus iconos, el Formula 1, basado en la idea del ya existoso Swatch: una caja sintética de colores brillantes, movimiento de cuarzo y esquema de ventas sencillo para conseguir atraer a los antiguos usuarios. En 1989 aparece la versión de cronógrafo.
En 2004 TAG Heuer lanza el «2000 Aquaracer», un reloj profesional de alta tecnología diseñado para la práctica de deportes acuáticos y cuya vida se ha prologando hasta nuestros días y sin mostrar signos de fatiga.
La segunda década del siglo XXI nos ha traído relojes muy avanzados desarrollados completamente en el laboratorio de TAG Heuer. El Heuer Carrera Mikrograph de 2011 con un calibre completamente desarrollado en casa con un conteo de la centésima de segundo. Un año después lanza el TAG Heuer Carrera Mikrotimer Flying 1000, el único cronógrafo mecánico del mundo en medir e indicar las milésimas de segundo, y el Mikrogirder, el regulador mecánico más rápido con una precisión de 5/10.000a de segundo. En 2013 lanza el TAG Heuer Carrera MikroPendulum, el primer cronógrafo de alta frecuencia impulsado por imanes, y el TAG Heuer Carrera MikroPendulumS, con dos tourbillones movidos por imanes.
Creo que queda claro por qué TAG Heuer está en pleno derecho de reclamar su pertenencia al mundo deportivo. En la siguiente página vamos a ver dónde está presente ahora mismo.