La dimisión de Aldo Magada y el problema de dirigir Zenith
Aldo Magada, ha dimitido como CEO de Zenith y Jean-Claude Biver toma el mando. ¿Por qué es tan difícil dirigir Zenith? Es un misterio que intentamos desvelar
Ayer saltó la noticia de que el Director General de Zenith, Aldo Magada, ha dimitido y Jean-Claude Biver toma el mando mientras se encuentra a un sucesor. Otro sobresalto más en la atribulada carrera de Zenith, que parece no acabar de encontrar su rumbo y nadie sabe por qué.
Fue el 1 de julio de 2014 cuando Aldo Magada tomó posesión de su cargo (tal como informamos aquí) tras la marcha de Jean-Frédérique Dufour a Rolex para ser su presidente ejecutivo. Suponemos que allí sigue, porque nunca más hemos vuelto a saber de él. No es extraño, claro, sabiendo la política de no-comunicación, no-exposición-pública de la manufactura coronada.
Zenith es una de esas manufacturas con mucha mucha historia: fue fundada 1865 por Georges Favre-Jacot, que reunió bajo un mismo techo a todos los oficios relojeros. Pero su verdadero hito, aquello por lo que será recordado, es por el lanzamiento en 1969 del calibre El Primero, que latía a 5 hercios y podía por tanto medir décimas de segundo. Después la casa se vio anegada por la crisis del cuarzo, en la que abandonó sus calibres mecánicos para hacer relojes de pila. Afortunadamente el relojero Charles Vermot escondió los planos, las piezas y las herramientas necesarios para la fabricación de los calibres mecánicos a fin de salvarlos de la destrucción. Así, en 1984 comenzó de nuevo la fabricación de calibres mecánicos.
Aún así la empresa estuvo más o menos adormecida (salvo la aparición en 1994 del calibre Elite) hasta que en el 2000 fue comprada por LVMH, y desde 2001 hasta 2009 fue dirigida por Thierry Nataf, en la que se considera una época catastrófica para la marca porque abandonó su mercado habitual de relojes clásicos para lanzar una serie modelos que parecían haberse pinchado esteroides, como el Zenith Defy Extreme de la foto.
Es verdad que con Nataf consiguió que se hablara de la marca, pero en general sólo mal. En 2009, de la mano de Jean-Claude Biver, llegó Philippe Dufour a poner sensatez en la colección, reduciendo la cartera de producto y volviendo a lo que gustaba: relojes clásicos, frecuentemente equipados con el calibre El Primero. Tras Dufour llegó Aldo Magada y Zenith comenzó a hacer cosas raras: su asociación con los Rolling Stones (aquí), relojes de piloto de avión convertidos por arte de birlibirloque en relojes para motoristas (éste, aunque en sí mismo es muy atractivo)… junto con otros preciosos como el Elite Chronograph Classic (con fotos en vivo aquí) o el Academy Georges Favre-Jacot que vimos en este reportaje. En realidad todos estos movimientos se deben a una razón: la necesidad imperiosa de vender como sea, tanto como se pueda. No es problema creado por Aldo Magada, sino ya heredado de la época anterior. En efecto, incluso Dufour tenía problemas para vender lo necesario.
Pero ¿por qué ocurre esto? ¿Por qué una manufactura como Zenith no consigue sacar la cabeza y mantener un rumbo decente? Yo creo que el motivo fundamental es que no tiene un «reloj héroe», uno que la gente quiera comprar. Sí, tiene El Primero, pero eso no es un reloj, es un movimiento. El Primero que a todos nos gusta, el original, el de las tres esferas superpuestas en plata, azul y antracita, llega hasta ahí. Por más vueltas que se le quiera dar, no hay más. En el momento en que esa esfera desaparece las versiones son simplemente relojes muy buenos -como muchos otros de su nivel de precio- aunque con un calibre como muy pocos.
Pero ocurre con las casas relojeras como con los partidos políticos: una cosa son los militantes y otra los votantes. Las marcas no viven de los aficionados, sino del consumidor normal que compra relojes. La mayor parte de los que compran relojes no saben de espirales de silicio, de manufacturas históricas ni todas esas cosas que nos apasionan a los aficionados. Especialmente si no se dice, y Zenith hace mucho que ha dejado de publicitar sus logros. Y eso, teniendo básicamente un único producto, es muy peligroso.
Más aún, el calibre El Primero no ha evolucionado como debiera. Siempre se ha dicho que el movimiento debería tener parada de segundero, y es verdad. Es cierto que es un movimiento histórico e históricamente no tenía dicha parada, pero si es tu producto estrella desarrollas una variante que sí la tenga y mantienes el original para ediciones históricas (como ocurre con el Omega Speedmaster: calibres coaxiales para todos los modelos menos el Moonwatch, que lleva el calibre de antaño).
No quiero que se me malinterprete: a mí me gustan mucho los relojes de Zenith y, por lo mismo, quiero que la empresa salga adelante y tenga el reconocimiento que se merece. Por eso hay que hacer algo.
Tras la salida de Aldo Magada Jean-Claude Biver toma el mando hasta que se encuentre un sucesor. Algo que por cierto también se dijo en diciembre de 2014 cuando Stéphane Linder dejó la dirección de TAG Heuer, y ahí sigue Biver. Jean-Claude ha dicho que «voy a hacerme cargo del período de transición. Quiero estar más involucrado y crear mayores sinergias entre las tres marcas del grupo. Trabajaré con los equipos para dar a esta marca el lustre que merece».
Es obvio que Biver es un genio en revivir marcas (como hizo con Blancpain, Hublot o ha hecho con TAG Heuer), pero también hay que recordar que una de las cosas más odiadas por los seguidores de Zenith es la colaboración con los Rolling Stones, y eso es cosa suya exclusivamente. El miedo aquí es que «hublotize» a Zenith y lo haga perder su personalidad. De lo que no me cabe duda es que una de las cosas que va a hacer es reducir la cartera de productos, porque tiene demasiadas referencias para el tamaño actual de la empresa. Incluso el físico: la manufactura tiene ¡18 edificios! en el mismo terreno. Yo creo que una pequeña manufactura de relojes clásicos -cronógrafos o no-, asociaciones naturales (como la reciente con Range Rover) pueden dar resultados. Hay que racionalizar la producción, reduciéndola y adaptándola a la demanda actual. ¿A lo mejor incluso trasladar la producción a las instalaciones de TAG en La Chaux de Fonds? Ya sé que suena dramático, pero si hablamos de salvar una compañía… Ferdinand Berthoud pertenece a la familia Scheufele, comparte instalaciones con Chopard (como vimos en mi visita a la manufactura) pero aún así nadie le niega su legitimidad.
De verdad que espero, por el bien de la marca y de la relojería en general, que por fin tenga éxito, porque si no Zenith se vería abocada al cierre.