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Kelys & Chirp, el nuevo autómata de MB&F

MB&F retoma la tradición de los autómatas y nos presenta Kelys & Chirp, una tortuga en cuatro versiones que esconde un pájaro. Veamos como son, y su precio.

Kelys & Chirp son una tortuga y un pájaro. Kelys viene del griego chelone o chelys, que significa tortuga, mientras que Chirp es como se dice en inglés trinar o trino. La tortuga es la caja de la que emerge el pájaro para cantar. Es decir, es una reproducción de los autómatas musicales, que se conocen desde el siglo XVIII.

Esto se debe a una invención que tiene 230 años, atribuida generalmente a Pierre Jaquet-Droz (1721–1790), a quien se le ocurrió la idea de crear la complicación moderna del pájaro cantor. Para el año 1785, Droz ya había miniaturizado el pájaro mecánico y desarrollado un movimiento compacto: el secreto de su éxito fue recrear un canto de pájaro de sonido realista empleando únicamente un fuelle de tono variable en lugar de múltiples fuelles de un solo tono. La calidad del canto del pájaro y lo lejos que llega siempre sorprenden la primera vez que se escucha.

La idea del autómata Kelys & Chirp parte de MB&F, claro, pero para desarrollarla se dirigió a Reuge. Reuge es un viejo conocido de la casa porque ya había hecho las Music Machines que vimos aquí y aquí. A su vez Reuge se unió a Nicolas Court, que es especialista en autómatas. El reto era reproducir de manera realista el peculiar modo de andar de las tortugas.

El movimiento de Kelys & Chirp está en realidad dividido en dos: la parte correspondiente al pájaro cantor, que es en sí mismo un movimiento completo, y el módulo del autómata de la tortuga, que recibe su energía del movimiento del pájaro cantor. Nicolas Court y su equipo desarrollaron el mecanismo del autómata en torno al movimiento del pájaro cantor y, como era de esperar, tuvieron que solucionar importantes problemas. Uno de ellos fue cómo mover la tortuga —relativamente pesada (1,4 kg)— únicamente con la poca energía disponible en el pequeño muelle real del movimiento del pájaro cantor y cómo hacer que sus andares irregulares resultaran realistas. La primera cuestión se resolvió encontrando el óptimo engranaje de bajo ratio, la segunda empleando engranajes elípticos en el tren de ruedas de la alimentación.

En vez de mover sus pares de patas de forma alternativa como la mayoría de los animales, las tortugas se van impulsando hacia delante con las dos patas traseras, tras lo cual las patas delanteras avanzan también. Esto da lugar a una forma de andar inconfundible, con una cadencia intermitente de avance/pausa que el equipo de Nicolas Court logró reproducir empleando engranajes elípticos y levas, cuyas formas dictan el movimiento de las patas.

Los movimientos de la tortuga están sincronizados con los movimientos y el canto del pájaro. Un sistema de seguridad de embrague de fricción integrado en el mecanismo del autómata detecta los bordes de las superficies e inmediatamente detiene la tortuga para que no se lance al vacío. Court también volvió a introducir un sistema de seguridad Reuge en el movimiento del pájaro: si se ejerce presión vertical sobre el pájaro cuando este está cantando (algo que en principio hay que evitar), un sistema de báscula hace que el pájaro pivote de forma segura y vuelva a su nido.

La tortuga mide 24 cm de largo, 16 de ancho y 8 de alto y camina a una velocidad media de 0,03 m/s. El pájaro surge de su dorso, se mueve y canta. Durante unos 10-12 segundos, el pájaro mueve las alas, la cola, abre el pico de forma sincronizada con su canto y a continuación desaparece como por arte de magia. Su peso es de 400 gramos. Los materiales son, en su mayoría, latón rodiado, acero inoxidable y oro blanco de 18 k para el pájaro. Las escamas de la tortuga están recubiertas a mano con piel de becerro de color. En total el número de componentes del movimiento es de 480.

En definitiva, estos Kelys & Chirp son una maravilla de la que me encantaría tener al menos una. Es una edición limitadísima a 18 unidades de cada color, con un precio de 49.000 francos suizos + IVA. Eso son, en números redondos, 42.000 euros + IVA. ¡Quién pudiera!. Más información en MB&F.com.

 

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