El pasado 1 de septiembre de 2018 publicaba la noticia del alumbramiento de un nuevo espiral llamado Nivachron, creado por el Grupo Swatch junto con Audemars Piguet, lo que no deja de ser llamativo. Desde entonces no habíamos sabido nada más sobre este desarrollo, ni sobre los planes del Grupo para este importante desarrollo. Hasta ayer, día en que anunció por sorpresa los Swatch Flymagic, que integran por primera vez el espiral y que presenta un diseño muy distinto a lo que estamos acostumbrados a ver en Swatch (y eso que hemos visto muchos diseños y muy distintos a lo largo de todos estos años).

Hay que aclarar, en primer lugar, que el volante Nivachron que llevan estos Swatch Flymagic NO es antimagnético. Es decir, no es un sustituto absoluto del espiral de silicio, que sí es antimagnético. En palabras de Swatch el Nivachrom reduce la influencia de los campos magnéticos entre 10 y 20 veces (aunque no especifica con respecto a cuáles). Está realizado a base de titanio, que es un metal paramagnético. Para que nos hagamos una idea, las personas que tienen implantes de titanio pueden hacerse sin problemas una resonancia magnética que, como ya sabemos, se realiza creando campos magnéticos. Por tanto el Nivachron podrá manejarse en la vida diaria sin problemas. Es además -como el titanio- muy resistente a los golpes y a los cambios de temperatura.

Todo esto es muy importante porque resulta imperioso para los relojes mecánicos de bajo precio ofrecer argumentos que los hagan atractivos a los compradores, ya que están situados en medio de una pinza que los estrangula: por un lado los relojes inteligentes se están comiendo los cuarzos a grandes bocados y en general a los relojes de hasta 1.000 euros, y por otro cuando el usuario quiere gastarse una cantidad de cuatro cifras empieza a pensar en otras marcas. El humilde reloj mecánico de tres agujas y fecha, que ha gozado de décadas y décadas de éxito comercial porque proporcionaban un servicio para toda la vida a precios reducidos, está ahora siendo injustamente ahogado por el mercado.

La presentación del Nivachron se ha hecho en los Swatch Flymagic, un sorprendente reloj de nada menos que 45 mm de diámetro y 14,8 mm de altura, que le viene sobre todo del pronunciado bisel. La verdad es que me ha recordado a este Perrelet (salvando las distancias, claro). El Swatch Flymagic está basado en el Sistem51 (puedes ver aquí en vivo la versión de acero), pero con 15 componentes más. El calibre está invertido, lo que permite ver todos los engranajes y el rotor periférico. Todo ello en grave detrimento de la lectura de la hora, ya que las manecillas son demasiado ligeras.

El nuevo volante oscila a 3 hercios y tiene una reserva de marcha de 90 horas, una cantidad de tiempo muy superior a la inmensa mayoría de relojes que produce el Grupo. Eso habla del cariño con el que el Grupo sigue tratando a la marca que le dio origen. Por cierto que el segundero, que se sitúa justo debajo de las 12 horas con forma de hélice de tres aspas (cuadradas), funciona en sentido contrario a las agujas. Entiendo que es algo específico de esta edición.

El Swatch Flymagic es una edición limitada de 1.500 unidades; es decir, 500 por cada color. El precio unitario es de 1.500 euros, un precio absolutamente inusual en Swatch, pero que no va a impedir que los 1.500 relojes se vendan en un suspiro cuando se pongan a la venta -a escala mundial- el 30/04/2019. El reloj se venderá en una caja especial que incluirá tres correas. Una de caucho (como es de rigor en Swatch) y dos de piel.

Pero lo más importante es que la idea del Grupo Swatch es integrar calibres paramagnéticos (con Nivachron) o antimagnéticos (de silicio) en todos los relojes del Grupo, lo que le dará, entiendo, una ventaja significativa en el mercado. Veremos cómo se desarrolla esta aventura tecnológica. Más información en Swatch.es.