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Lang & Heyne Georg y Anton: dos exquisitas piezas sajonas

Pura relojería alemana del más alto nivel

Lange & Heyne
Lange & Heyne

Lang & Heyne es una pequeña joya sajona en las afueras Dresde. Dresde es esa preciosa ciudad sajona -que literalmente resurgió de sus cenizas tras las II Guerra Mundial- en la que vivió Ferdinand Adolph Lange, que junto a Grossmann y Assmann fueron los fundadores de la relojería de Sajonia.

Lange & Heyne

El fundador fue Marco Lang (48 años), la quinta generación de una familia de relojeros. En 2001 conoció a otro relojero, Mirko Heyne, con el que acabó fundando Lang & Heyne. Al año siguiente, en Baselworld, presentaron sus primeros modelos, el Friedrich August y el Johann. El éxito fue inmediato, y coincidió con la salida de Heyne, que se fue a dirigir el equipo de investigación y desarrollo de Nomos Glashütte, donde sigue. La manufactura mantuvo su nombre, lo que le honra.

Lange & Heyne
El equipo de Lang & Heyne. En el centro, con un niño en brazos, Marco Lang

Desde entonces hasta ahora la manufactura ha crecido hasta tener 15 relojeros, encargados de dotar a los relojes con un altísimo nivel de acabados, que perfectamente puede competir con relojes del nivel de Lange o Moritz Grossmann. Un detalle más: los nombres de los relojes están tomados del famoso «Desfile de los Príncipes», un mural que decora una de las calles más conocidas de Dresde. Se puede ver en esta entrada de la Wikipedia. La producción de la casa es de unas cuantas docenas de relojes al año.

LANG & HEYNE GEORG

Lange & Heyne Georg

En Baselworld 2017 Lang & Heyne presentaron Georg, un reloj rectangular que fue un éxito instantáneo. De hecho fue el reloj que hizo que yo conociera la manufactura. La casa sólo trabaja con metales preciosos, y en el caso del Georg se limita al oro rosa y al platino.

La caja tiene unas medidas de 40 x 32 mm, pero la forma en que el bisel se extiende en cuesta le da una sensación de mayor tamaño. La altura es de sólo 9,4 mm, pero por ese mismo motivo el reloj parece mayor, aún sin perder su carácter de reloj de vestir. Además el decorado de la carrura, con líneas grabadas a lo largo del perfil curvado de la caja, incrementa la apariencia de solidez.

El resultado es un reloj en el que se aprecia la delicadeza de su construcción, pero a la vez resulta muy masculino. A ello contribuye también la triple asa de la caja, uno de los rasgos característicos de la marca.

Lange & Heyne Georg

La caja aloja una esfera de esmalte exquisita, con unas proporciones perfectas. La minutería de ferrocarril negra está remarcada por 4 pequeños diamantes azules, un detalle mínimo pero que me encanta.

El pequeño segundero -que no es pequeño- está atravesado por  los índices horarios que la subesfera interrumpe. De esta manera se mantiene la coherencia estética y además se facilita la lectura de la hora. Todo ello de una manera elegantísima.

Lange & Heyne Georg

Y, cuando se le da la vuelta al reloj, la maravilla continúa. El Caliber VIII, que así se llama, tiene una belleza que te desarma. Recuerda la estructura de los relojes de bolsillo, y los acabados son simplemente espectaculares. El movimiento opera a 2,5 hercios (18.000 alternancias por hora) con 55 horas de reserva de marcha.

Lange & Heyne Georg

Los puentes, curiosamente, son de acero, con bordes redondeados y pulidos a espejo. Son sin duda lo más llamativo del calibre, pero desde luego no lo único. Los puentes se sujetan con grandes tornillos azulados a mano (como el espiral), los engranajes están acaracolados y la platina base escarchada. La piedra usada para el regulador es un diamante, no un rubí como es habitual.

Lange & Heyne Georg
Lange & Heyne Georg

El reloj se complementa con una correa de aligátor forrada en el interior con piel de tiburón (primera vez que lo veo). Como se puede ver, el resultado en la muñeca es espectacular, muy original y distinguido. La versión en oro rosa tiene un precio estimado de 26.400 euros, mientras que la de platino tiene un precio de 35.280 euros.

LANG & HEYNE ANTON TOURBILLON

Lange & Heyne Anton Tourbillon

En Baselworld 2018 pudimos ver la evolución del Georg, que recibió el nombre de Anton. El reloj es idéntico, salvo porque el lugar del pequeño segundero lo toma un tourbillon volante de un minuto. Si el Georg era gótico, de líneas puras y sobrias (aunque los numerales sean Art Déco), el Anton se hace más barroco porque, a la exuberancia propia del tourbillon volante -y más como éste, rodeado de oro-, se une otra línea férrea alrededor para marcar los segundos.

Y debajo la leyenda «hecho en Sajonia», que personalmente me encanta.

El calibre sigue siendo el mismo, salvo obviamente la inclusión del tourbillon, que deja pasar la luz través de sus 11,1 mm de diámetro. Al desaparecer el volante que sí había en el Georg, la apariencia de este Calibre IX es aún más pura.

Lange & Heyne Anton Tourbillon

El reloj se fabrica en oro o en platino, que es la versión que vemos aquí. Y dentro de la versión de platino las manecillas pueden ser de oro amarillo o de acero azulado. Siempre tienen una acertada forma de lanza, estilizadas y firmes a la vez.

Lange & Heyne Anton Tourbillon

Como los relojes están hechos a mano y el proceso lleva meses, Lange & Heyne permite al comprador personalizar su reloj, sea eligiendo manecillas, correa, cierre o incluso grabados personalizados.

Por supuesto la adición del tourbillon incrementa el precio, ya que la versión de oro rosa tiene un precio de 86.100 euros, mientras que el precio de la versión de platino asciende a 98.700 euros.

Pero no cabe duda que, si el precio no es un problema, Lang & Heyne es una de esas opciones que merece la pena tener en cuenta, tanto por su exquisita manufactura como por sus singularidad. Más información en Lang&Heyne.de.

Lange & Heyne Anton Tourbillon