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En la muñeca: Zenith Heritage 146

Dos cronógrafos preciosos y mecánicamente excepcionales

Los nuevos Zenith Heritage 146 constituyen una perfecta edición de inspiración vintage que además incluye el gran calibre El Primero. A pesar de su aspecto discreto, para muchos -y me incluyo- es uno de los mejores relojes del año.

Zenith ha pasado por unos años convulsos en los que se temía incluso por su desaparición. Sin embargo parece que en 2017 toma nueva impulso bajo la dirección de Julien Tornare, a quien entrevisté hace no mucho. No es que ya estén solucionados todos los problemas ni mucho menos, queda mucho trabajo por delante y en la situación dubitativa en la que aún está la industria no hay ningún futuro garantizado. De hecho en ninguna industria está el futuro garantizado, pero en la relojera desde luego que no.

Pero la colección presentada en Baselworld 2017 hizo mucho ruido porque se empiezan a ver cosas interesantes que le pueden dar juego a la manufactura. Una de ellas es el nuevo Zenith Heritage 146, que demuestra lo actual que puede ser un buen diseño aunque tenga muchos años.

El Heritage 146 lleva dentro el calibre El Primero, uno de los primeros cronógrafos automáticos aparecidos en 1969, y el único que se movía a una frecuencia de 5 hercios, o 36.000 alternancias por hora. Desde entonces El Primero es un icono. Todo buen aficionado a la relojería tiene o quiere tener uno.

De hecho en 2016 Zenith presentó el Elite Chronograph Classic también con el calibre El Primero , pero es el Heritage 146 el que más sabor vintage rezuma. Esto es porque usa la misma caja que el El Primero original, con la referencia A386. Mide 38 mm de diámetro y 12,45 mm de altura y combina la parte superior de las asas satinadas con superficies pulidas. Está especialmente bien hecha la franja pulida que recorre de un asa a otra. Le da un toque de elegancia y suaviza sus formas angulosas.

Los pulsadores del cronógrafo son de pistón, como corresponde a un modelo vintage, y es un placer pulsarlos. Hay poco que añadir a lo que ya sabemos del calibre El Primero. Da gusto ver a través del cristal de zafiro como engranan la rueda de pilares y el embrague horizontal. Además, como la caja es de sólo 38 mm, el calibre llena todo el espacio disponible y aumenta esa sensación de instrumento mecánico, de herramienta creada para el trabajo duro. Y además está el rotor característico de este calibre, con su estrella central que lo hace reconocible a primera vista. Para completar el trabajo, el calibre tiene una autonomía de 100 horas, como 100 son los metros hasta los que el reloj se puede sumergir sin tener problemas con el agua.

Pero si el reloj es bonito por dentro, mucho más lo es en la esfera. Está disponible en dos colores, azul marino y marrón. Como la decoración es de rayos de sol los tonos de los colores varían según les de la luz, así que te puedes pasar un buen rato mirándolos. Tiene una configuración de dos subesferas: la del pequeño segundero a las 9 horas es completamente años 60, y le queda genial. A la derecha está el contador de 30 minutos.

Como sólo tiene dos subesferas el resultado es muy elegante, hasta el punto de que el reloj puede pasar perfectamente como reloj de vestir, aunque sea un cronógrafo. Es un reloj que no pasa desapercibido. Te gusta vértelo puesto y les gusta a quienes lo ven.

Como su medida es tan discreta, es un reloj que queda bien en cualquier muñeca. A mí, que me gustan los relojes un poco más grandes, este Zenith Heritage 146 me tiene fascinado. El precio de ambas versiones es de 6.900 euros. Más información en Zenith.es.