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Chopard Alpine Eagle: el reloj deportivo de lujo en acero y en vivo

La entrada de Chopard en el terreno de los relojes deportivos de lujo en acero

Dos Chopard Alpine Eagle de 41 mm
Dos Chopard Alpine Eagle de 41 mm

Quién lo hubiera dicho hace unos años: el acero en relojería es el metal más deseado. Hasta ahora todo el mundo quería un reloj del metal más precioso que pudiera comprar, pero ya no. Quiero decir, todos seguimos queriendo tener un reloj de oro como éste, por ejemplo. Pero será porque los relojes son cada vez más obsoletos y preferimos gastarnos tanto dinero en otra cosa, o será porque Rolex, Audemars Piguet y su Royal Oak o Patek Philippe con su Nautilus han hecho muy bien su labor y nos han hecho creer que lo más deseable es el acero. Y será porque luego esas mismas marcas se han encargado de hacer desaparecer sus relojes y frustrar a una enorme cantidad de potenciales compradores que se sienten maltratados sin motivo.

 

El caso es que las marcas de lujo ya establecidas han visto un nicho de mercado que demandaba el producto y se han puesto manos a la obra. Unos ya lo tenían, como Vacheron Constantin y su Overseas, otros lo habían abandonado y lo han recuperado (como Girard-Perregaux y su Laureato). Otros han empezado de cero, como hicieron Piaget con su Polo S, Bulgari con el Octo o, muy recientemente, Bell & Ross y los BR05. A falta de algunos que no he nombrado y otros que están por venir, ahora el nuevo Chopard Alpine Eagle mete a la manufactura en el juego del reloj deportivo de lujo en acero. Y lo hace con todos los argumentos que tiene Chopard, que son muchos. Y muy buenos. (aquí están todos los artículos dedicados a Chopard).

UNA HISTORIA DE TRES GENERACIONES

Karl Friedrich Scheufele durante la presentación
Karl Friedrich Scheufele durante la presentación

El origen del Chopard Alpine Eagle hay que buscarlo en los años 80. En esa década Chopard, a la sazón comandado por Karl Scheufele (padre), lanzó, a instancias de un joven Karl-Friederich (de 22 años entonces) un reloj llamado St Moritz que, visto ahora, nos parece de diseño imposible y una muestra más de cómo han cambiado los gustos.

Anuncio original del St. Moritz de los años 80

Lo primero que llama la atención son esos salientes en los lados de la caja, una especie de orejas de ratoncito que pegaban muy bien con las grandes hombreras que se llevaban entonces, tanto en la ropa masculina como femenina. Desdichadamente las hombreras han vuelto. Afortunadamente los salientes de la caja no. Tan sólo permanecen junto a la corona, para protegerla, y en el lado opuesto para compensar la estética, ya que sin ellos la caja sería demasiado redonda. A riesgo de recordar al Nautilus, ese borde izquierdo le da a la caja una fuerza que no tendría sin él.

Chopard St. Moritz y Alpine Eagle
El St. Moritz y el nuevo Alpine Eagle

En su época fue un enorme éxito, porque en los aproximadamente 15 años que estuvo disponible se vendieron unas 50.000 unidades. El reloj encajaba muy bien con lo que se relacionaba con St Moritz: lujo en la nieve, champán, caviar, chimenea y ski para quitarse la resaca.

El reloj cumplió su ciclo vital, como también lo hizo el gerente de la casa, que dejó el mando a su hijo Karl-Friederich. Karl-Friedrich es uno de los grandes de la relojería, aunque su perfil sea mucho más bajo que otros nombres de la relojería actual. Él se encargó de poner la manufactura en el lugar que hoy ocupa: en lo más alto del escalafón, tanto por técnica de desarrollo de movimientos como por la artesanía de los acabados (en este artículo expuse mi interesante visita a la manufactura). Y recordemos que también es el responsable de la creación de Ferdinand Berthoud, un de los grandes acontecimientos de los últimos años en el Olimpo de la altísima relojería.

Pero fue más allá: en 2015 arrancó el camino del comercio justo, comprando el oro a proyectos sostenibles. En un mundo como el de la alta joyería y relojería un paso así resultaba incluso incómodo porque interrumpía el oropel y los brillos para hacer visible un problema real. Lo que comenzó como una rareza de los Scheufele -que quedaba plasmado en los nombres de los relojes con el añadido “fair mined” como éste L.U.C XPS Twist que vimos en vivo– es ahora una realidad: todo su oro proviene de comercio justo. Sin duda un ejemplo a seguir.

Chopard Alpine Eagle de 36 mm
La versión de 36 mm, con caja y brazalete de oro

Con el lanzamiento del Chopard Alpine Eagle hemos sabido que la tercera generación Scheufele, el hijo de Karl-Friedrich, también está en la empresa y ha sido él el que ha impulsado la recuperación del espíritu del Saint Moritz y su plasmación en el modelo recién presentado. Según supe del propio Karl-Friederich, su hijo convenció primero a su abuelo para entre los dos convencerle a él para lanzar una colección completamente nueva y que ha tardado 4 años en completarse desde su concepción. De casta le viene al galgo, y parece sensato afirmar que el futuro de la nueva generación Scheufele tiene amplios y fructíferos horizontes.

CHOPARD ALPINE EAGLE

Decía al principio que el segmento de los relojes deportivos de lujo en acero está de moda. Y si algo se le da bien a Chopard es hacer relojes de lujo. Estos modelos tienen todos unas características comunes: hunden sus raíces en los diseños de Gerald Genta -fundamentalmente en el Royal Oak de AP y el “homenaje” del propio Genta en forma de Nautilus de Patek- y tiene por tanto una caja con brazalete integrado también de acero, esfera preferentemente azul y tres agujas y fecha.

Así queda el Chopard Alpine Eagle de 41 mm con esfera azul
Esfera gris del Chopard Alpine Eagle de 41 mm
El Chopard Alpine Eagle bicolor de 41 mm y esfera gris
Chopard Alpine Eagle decorado con diamantes

Pero Chopard no sabe hacer un reloj de lujo sin que le salga de lujo-lujo, así que el Chopard Alpine Eagle tiene elementos que los hacen sobresalir por encima de sus competidores. Está fabricado en dos tamaños: 41 mm y 36 mm (que parece más pequeño porque la esfera es pequeña), herméticos hasta 100 metros. Para conseguir esa hermeticidad se utiliza una junta que se aprieta con los tornillos del bisel, que se agrupan en pareja como lo hacían en el Saint Moritz. Los cajas y brazaletes están fabricados en un acero que del que merece la pena hablar aparte.

Es importante hacer notar que, aunque el tamaño mayor sea de 41 mm, la altura es de sólo 9,7 mm, lo que de hecho le permite congeniar sin problemas con la ropa de vestir. El modelo de 36 mm es aún más chato: 8,4 mm.

caja del Chopard Alpine Eagle
Corona del Chopard Alpine Eagle

LUCENT: UN ACERO FUERA DE LO NORMAL

Siguiendo con la idea de sostenibilidad de la casa, para el Chopard Alpine Eagle se utiliza acero reciclado cuyos sobrantes de producción son, a su vez, reciclados. Pero además el acero se funde y se cuela dos veces, con lo que el acero mejora en todos los aspectos: en primer lugar es mucho más duro que el acero normal, pasando de 150 vickers del acero habitual a 225 vickers. En segundo se vuelve completamente hipoalergénico lo que, en un mundo cada vez más sensible, es algo a tener muy en cuenta (aunque es cierto que el acero 316 ya es casi universalmente usado y es también hipoalergénico).

Acero Lucent en el Chopard Alpine Eagle

Pero -y esto es lo que más llama la atención- el segundo colado trae consigo un brillo especial e intenso. Un acero que brille mucho puede destrozar el aspecto de un reloj, abaratándolo. En manos de un experimentado joyero y relojero como Chopard se ha convertido un reloj espectacular, extraordinariamente atractivo, que evita la necesidad de hacer un modelo en oro blanco porque el acero Lucent ofrece todas sus virtudes (pero no el precio, claro).

BRAZALETE EXCEPCIONAL

El Chopard Alpine Eagle alterna superficies pulidas y satinadas a la perfección, pero donde de verdad asombra este tratamiento es en el brazalete, de nueva construcción. Ya he dicho en numerosas ocasiones que hacer un brazalete es realmente complicado por las altas posibilidades de que salga muy parecido a otro: o es un Oyster, o se parece mucho al del Nautilus o al del Royal Oak… En el caso del brazalete del Chopard Alpine Eagle esto no ocurre en absoluto. Quizá haya reminiscencias del brazalete del Vacheron Constantin Overseas original, pero la sensación es de absoluta novedad, y de excelente trabajo artesano.

Tuve la posibilidad de ver cómo se fabrica, y es admirable. Todo se ensambla, se cepilla y se  pule a mano. Yo conté 12 personas empleadas en la fabricación del brazalete realizando una función distinta cada una, y sin contar el proceso industrial de obtención de cada pieza.

Unión de los eslabones del brazalete del Chopard Alpine Eagle

El brazalete consta de tres eslabones. Los impares están satinados en el frontal, pero los cantos están biselados y pulidos para reflejar la luz (¡y vaya si lo hacen!). En la parte central se integra otro eslabón, cuadrado, biselado en los lados y perfectamente pulido, lo que crea un contraste elegante con los satinados. El conjunto es sin duda muy elegante, pero sin perder el carácter deportivo. De hecho la impresión a primera vista es la de una pieza sólida, potente.

El brazalete acompaña los tres tipos de caja que tiene el Chopard Alpine Eagle: acero Lucent, bitono u oro rosa.

Brazalete bicolor del Chopard Alpine Eagle
detalle del cierre del brazalete del Chopard Alpine Eagle

EL PROYECTO EAGLE WINGS

Antes de hablar de la esfera del Chopard Alpine Eagle es necesario dar una explicación previa. Karl-Friedrich Scheufele, en la presentación del reloj, contaba cómo el Saint Moritz estaba inspirado en la zona como punto de encuentro del deporte y el lujo, una dolce vita despreocupada y feliz. Los tiempos han cambiado mucho, y donde antes se juntaban para celebrar una fiesta ahora se reúnen para comprobar los efectos del cambio climático en las montañas y en los animales que las pueblan.

Karl, Karl-Friederich y Karl Fritz Scheufele

Chopard, en la persona de su Director General, forma parte del proyecto Eagles Wings que trata de recuperar las águilas a través de la recuperación de su medio natural. Y es en las águilas en las que está inspirada la esfera de los Chopard Alpine Eagle.

ESFERA DE OJO DE ÁGUILA

La esfera del reloj es una de las más trabajadas de la categoría en la que compite, y está inspirada en el iris del águila. Es como mirar el ojo del ave con una lente macro y ver los microsurcos que lo forman. El resultado es una esfera texturada (que recuerda a la del L.U.C Twist Fair Mined) que enriquece la esfera y le da profundidad y tacto lujoso (aunque obviamente no se puede tocar).

Esfera del Chopard Alpine Eagle azul
Detalle de la esfera del Chopard Alpine Eagle

Sobre ella se asientan los índices y numerales romanos que, al igual que las manecillas, han recibido tratamiento luminiscente. El contrapeso de la aguja del segundero está inspirado en una pluma de águila. Por último, en la versión de 41 mm se ha añadido una ventana de fecha muy discreta.

Por ahora se han lanzado en dos versiones, azul y gris, ambas preciosas y muy elegantes. Las mismas también están en el modelo de 36 mm. Chopard no dice que la medida de 36 sea específicamente de mujer, pero lo cierto es que así se siente en la muñeca y además la casa ya ha presentado varias versiones pensadas para mujer: diamantes y madreperla.

Bisel satinado del Chopard Alpine Eagle

CALIBRE DE MANUFACTURA

Como ya conté en mi visita a la manufactura, Chopard tiene una fábrica propia de calibres con los que equipa a diversos modelos de su gama. Ese es el caso del Chopard Alpine Eagle, que integra un calibre que además tiene el certificado de cronómetro COSC. Y no sólo en el tamaño de 41 mm, sino también en el modelo de 36, convirtiéndose así en el calibre más pequeño con esta certificación (20,8 mm de diámetro).

Calibre 01.01-C del Chopard Alpine Eagle

El calibre no está especialmente decorado, pero sí lo suficiente como para no desentonar en exceso con el resto del modelo. La versión de 41 mm utiliza el calibre 01.01-C (28,8 mm de diámetro), con una frecuencia de 4 hercios y reserva de marcha de 60 horas. El calibre 09.01-C de la versión de 36 mm se mueve a 3,5 hercios y la reserva de marcha es de 42 horas.

CONCLUSIÓN

Yo recomendaría vehementemente ver los Chopard Alpine Eagle en vivo porque al hacerlo se nota la mucha calidad que ha puesto Chopard en ellos. Puede sin duda alguna mirar de frente a su competencia. A cualquiera. Y además hacerlo con un precio sensiblemente menor. Los modelos en acero de 41 mm tienen un precio de 12.200 euros, mientras que la versión de acero y oro tien un precio de 18.700 euros.

Por su parte los modelos pequeños tienen un precio de 9.530 euros la versión de acero y de 15.200 euros la bicolor. La versión de todo oro cuesta 28.400 euros. Y después hay combinaciones con diamantes y con caja y brazalete de oro, con las consiguientes variaciones de precio.

Además los relojes están ya disponibles, algo que juega a favor de Chopard porque ya sabemos que otras opciones no. Pero sería un error comprar este reloj porque no se puede comprar otro. El Chopard Alpine Eagle es un gran reloj por sí mismo, y en cuanto se pone en la muñeca lo entiende. Siguiente esfera en verde, por favor. Mientras tanto, hay más información en Chopard.es.

Chopard Alpine Eagle esfera azul, en la muñeca
El Chopard Alpine Eagle bicolor
En la muñeca: Chopard Alpine Eagle 41 mm esfera gris
Chopard Alpine Eagle con esfera de madreperla